2024ko azaroak 23, larunbata
Atzo Atzokoa

Autores:   Aviraneta Ibargoyen, Eugenio
Titulos:   Memoria dirigida al Gobierno espa¦ol sobre los planes y operaciones puestos en ejecución para aniquilar la rebelión en las provincias del norte de Espa¦a
Materias:  Espa¦a - Historia - Guerra carlista, 1833 - 1840 - Memorias y recuerdos
Editores:  Imprenta D'Aug. Henault, Tolosa, 1841

Localizacion              Sign.Topografica         Situacion        Devolucion
FONDO DE RESERVA          J.U. 6353                No prestable

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MEMORIA

DIRIGIDA AL

GOBIERNO ESPAÑOL
 
 

MEMORIA

DIRIGIDA AL

GOBIERNO ESPAÑOL,

SOBRE LOS PLANES Y OPERACIONES,

PUESTOS EN EJECUCION,

PARA ANIQUILAR LA REBELION EN LAS PROVINCIAS DEL NORTE

DE ESPAÑA,

POR

Don Eugenio de Aviraneta.
 
 

TOLOSA,

IMPERNTA D’AUG. HENAULT, CALLE SANTA-ROMA.

1841.
 
 
 
 

EXCELENTISIMO SEÑOR

SECRETARIO DEL DESPACHO DE ESTADO,

PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS.

Excelentisimo señor;

Para dár á V. E. ó al Gobierno de S. M. cuenta circunstanciada é idéa clára y suficiente del modo como hé desempeñado la comision, que en nombre de S. M. la augusta Reyna Gobernadora se me confirió el 18 de Diciembre de 1838, creo necesario empezár su relacion por la que tambien se me encargó el 4 de Junio de 1837, por sér una y otra de igual naturaleza, y conferidas directamente por un mimso Ministro de la Corona. Victima yó de las combulsiones politicas de mi Pária, y de la ingrata perfidia de ciertos hombres que por desgracia han figurado en ellas, con desprecio, ó tál vez castigo de mis largos, continuados y señalados servicios á fabor de la causa de la libertad, me encontraba en fines de Mayo de 1837 en esta Capital, olvidado, cuando el Pretendiente con el mayor y más florido número de su faccion, hacia la espedicion que tituláran Real, invadiendo el Aragon. El Gobierno, ó á lo menos el Ministro de la Gobernacion D. Pio Pita Pizarro, recelando una esplosion general que debia tener preparada en secreto el partido Carlista en las Provincias interiores de la Peninsula, y queriendo descubrir bien las trámas que acerca de ella indicaban algunas noticias ó papeles que parece habia intercepado, relativas á la ecsistencia en la Andalucia de proyectos subversivos, alimentados y dirigidos desde Bayona de Francia, por personages de los principales servidores del ex-Ynfante, desplegaba la mayor actividad, tanto para aberiguar con figeza las ramificaciones de la indudable conjuracion, cuanto para frustrar los intentos de los conjurados.

Sin yó conocerle, ni saber por donde S. E. me conociese, hizo que el Gefe de seccion de dicho Ministerio, D. José Maria Cambronero, que en los dias de mayor peligro á la muerte del Rey Fernando VII trabajó con migo y con otros muchos distinguidos Patriotas para salvar el Trono de la Reyna é impulsár la causa de la libertad, me llamase del retiro en que me hallaba; me habló de parte del Ministro é hizo patente la situacion del Reyno, el peligro que amenazaba, y la necesidad que había de indagár con toda la seguridad y estension posibles los planes del enemigo.

Consultóme el arbitrio que pudiera adoptarse para conseguir con más eficacia este obgeto, asegurándome que se harian los sacrificios pecuniarios que fuesen necesarios. Aunque las circunstancias eran criticas, y el estado de la incursion Carlista nó daba treguas para empléar los medios lentos que son á proposito en tan dificiles aberiguaciones; sin embargo abrasado del celo pátrio que me animaba, le aseguré nó omitiriía todos los recursos que me sugiriese mi imaginacion, para desentrañar los secretos que tanto interesaban á la causa pública; y le hice varias observaciones que el Gobierno debió encontrár justas y útiles, puesto que resolvió mi marcha, aun sin habér yo visto ni conocido al Ministro que me comisionaba. A su nombre me dió Cambronero instrucciones vervales y cuatro mil reales para mis gastos.

El 5 de Junio salí de esta Capital, y á mi transito por Valladolid y Burgos yá adquirí conocimiento, y lo comuniqué al Gobierno, de antecedentes muy útiles acerca de las tramas que urdía el enemigo, para preparár la entrada de la otra espedicion de Zariategui; algunas de las cuales se realizaron, y otras se previnieron á tiempo con órdenes del Ministerio de la Gobernacion.

El 12 del mismo més llegué á San Sebastian de Guipuzcoa, y teniendo dispuesta mi salida para el amanecer del dia siguiente 13, los hombres de pandilla, que conmunmente consideran enemigo al mejor patritoa y al Ciudadano más virtuoso, sinó pertenece á ella, dieron aviso de mi viage al Conde de Mira-Sol que se encontraba en las lineas de Hernani. El Conde se apresuró á ir aquella misma noche à San Sebastian; me hizo llamar á su presencia por conducto del Gefe Politico Don Eustasio Amilibia, me ecsigió el pasaporte, y habiendome dicho que nó era aquel documento suficiente por no hacerse mencion en él de mi empleo de Comisario de guerra, que le constaba sér, le presenté la credencial del Gefe de Seccion del Ministerio de la Gobernacio. Yá sosegado algun tanto, reservadamente me preguntó si podría manifestarle la clase de comision que llebaba, y como á un General de la Reyna, interesado en el triunfo de su causa, nó tube inconveniente el revelarle el secreto. El Conde, en vista de mi buena fé, me ofreció relaciones para la frontera de Cataluña, donde él tenia emisarios que le sirvierion con fruto cuando en el año de 1837, prendió al Chep del Estanche: dictó por si mismo las noticias en presencia del Gefe Politico, y me despidió para Francia à donde llegué el citado 13 de Junio.

En Bayona desplegué toda mi actividad, y con tanta fortuna, que á los pocos dias descubrí en todas sus partes el plan del Pretendiente dirigido á pasár de Aragon á Cataluña, Valencia y la Mancha: unirse en Castilla con la otra espedicion que debia de salir de las Provincias, y atacar la Capital. Comuniqué todo al Gobierno con otras muchas é interesantes noticias, ora sobre las correspondencias carlistas de Andalucia, y otros puntos, ora acerca de las esperanzs, fundamentos é idéas de D. Carlos y su corte. Como ligado con vinculos de parentesco en las Provincias vascongadas, traté de establecer en ellas relaciones para llebar á cabo mi pensamiento de vasta concepcion. Mi plan era aprovecharme de la ausencia de aquel, entenderme con los magnates del País y sublevarlo à fabór de la Páz, llamár con su vóz los batallones vascongados que formaban la principal fuerza de la espedicion, y dejar al Pretendiente en este lado del Ebro. Los primeros pasos fueron faborables, y conceví esperanzas de realizár mi proyecto; pero cuando estaba ocupado más que nunca en prepárar los elementos necesarios á lográr el fin, me encontré con una órden del Subprefecto de Bayona, para que inmediatamente saliese de la Ciudad por nó convenir mi permanencia en ella.

En el Cónsul español, á quien manifesté mi credencial, lejos de hallar amparo y proteccion, encontré un enemigo declarado, y prueva són de esta verdad, las sérias contestaciones que mediaron entre el Señor Secretario de Estado y el de la Gobernacion de la Peninsula sobre el asunto. Amagado por las órdenes del Subprefecto y por la ojeriza del Consul, me trasladé de Bayona á Pau el 30 de Junio, y encontrándome allí sucedió el 4 de Julio siguiente el motin militár de Hernani. De acontecimiento tan fuentos (preparado ó casual) no hubo empeño en inquirir su origen, sin embargo de habér resultado Generales y Gefes heridos ó maltratados, à la véz que otro General fué aplaudido y acatado por los insurreccionados. Ciertos periodicos de esta corte principiaron à insertár cartas, verdaderas ó falsas, de la frontera de Francia, atribuyéndome haber sido yo el autor del desgraciado suceso, al propio tiempo que conociendo el Gobierno la importancia de las indagaciones que había hecho en Bayona, me mandó regresár á aquella Ciudad para continuarlos; y obediente á sus preceptos, volví à trabajar con ahinco.

Empero él Consul D. Agustin Fernandez Gamboa segia la misma conducta, y el Subprefecto me renovó las intimaciones para mi pronta salida de la Plaza. A pesar de que el ministerio de la Gobernacion de la Peninsual en comunicación fecha 6 de Julio, me daba cabal satisfaccion de la queja que elevé contra los manejos del primero por los entorpecimientos que estaba causando á la comision, y nó obstante el convencimiento que yó tenía de poder llebár á cabo el plan de alzar el pais Vasco-Navarro contra el principe rebelde, durante su ausencia, y aniquilar quizá para siempre la faccion, lo critico de las circunstancias que me rodeaban por las asechanzas que contra mi tendian algunos elevados personages, movidos de innobles y mezquinas pasiones, me obligó à salir de Bayona el 12 de dicho Julio y dirigirme á Perpiñan, creyendo sér más afortunado por la linea de Cataluña, en cuyo principado se hallaba yá Don Carlos con sus batallones. Aun para mi traslacion á aquel punto hallé resistencia en el Cónsul, alegando tenér órdenes para nó permitir que ningun Español transitase hácia aquella Frontera; pretesto bien ridiculo y hasta culpable respecto de mi, que le constaba sér Comisionado del Gobierno legitimo. Precisamente el promovedor de tales medidas habia sido yó, por habér desde Bayona participado al Gobierno, que muchos Gefes y Oficiales de la faccion Navarra marchaban libremente por territorio francés hácia Catalukña, para organizár las hordas rebeldes del principado.

Considerando pués, que todos eran subterfuguios y amaños, que partian de un mismo centro para estancarme en Bayona, y comprometerme con las autoridades de Francia provocando mi resistencia, al paso que mé anulaban é imposibilitaban de hacér nada en la prosecucion de mi encargo, me resolví al viage de Perpiñan, sin el pasaporte que me dió el Gobierno (del que tambien me privaron) con solo un simple pase del Subprefecto. Durante mi corta detencion en Tolosa y tránsito por Carcasona, hice indagacines importantes que participé al Gobierno, y llegado por fin á Perpiñan el 24 de Julio, si cruda guerra habia esperimentado en Bayona, nó fué menór la que me suscitaron alli las autoridades Francesas, rodeándome desde luego de agentes de policia hasta en la puerta de mi aposento, y acompañándome siempre uno de ellos por las calles.

Pero al mismo tiempo debo hacer justicia al Cónsul Español de aquel punto, don Ramon Couder, que conociendo mi patriotismo nunca desmentido, y penetrado de la intriga ratera de que yó era Vicitma, me ofreció todo su apoyo, si yá insuficiente, por que las autoridades locales me hicieron salir del Reyno vecino apresuradamente; y con el mero pase del Subprefecto de Bayona, me embarqué en Port-Vendres el 26 del mismo julio para Barcelona y Valencia.

Llegado al primer punto nó quise salir del barco de vapór, sinó continuár mi viage á Valencia; pués recordaba los sucesos desagradables de que fui alli victima inocente en los primeros dias del año 1837; sucesos que en la posteridad servirán de padron de ignonimia para cuantos intervinieron en obra tan maquiavélica é inmorál. Pero se frustró mi propósito de permanecer á bordo del vapór, por una orden del gefe politico de Barcelona D. José Maria Puig, (que lo és actualmente de esta capital) para que me presentase en su oficina. Con toda urbanidad y caballerosos modales, me manifestó que se encontraba con una Real orden para detenerme, y que le era sumamente sensible el deber de egecutarla. Escuchó nó obstante, con mucha atencion mis observaciones, le manifesté la credenciál de mi comision que habia principiado á desempeñar, y convencido sin duda de mis razones, me aconsejó volbiese al barco de vapór, que nó saliera de él y que me comunicaría su resolucion. Asi lo hizo en efecto, visandome el pase del subprefecto francés para Valencia y Madrid.

De regreso á esta capital el 5 de Agosto, mi primer cuidado fué insertar en el Eco del Comercio del dia siguiente un pequeño articulo anunciando mí llegada, y que me disponia á contestar cara á cara y frente á frente á los periodicos que cobardemente me habian calumniado en mi ausencia. Leido cuanto durante aquella se habia escrito con tanta mala fé, en el mismo Eco del Comercio cio y en el de la Razon y la Justicia, respondi el 8 á todos los periodicos confundiendolos, y ni uno solo osó contradecirme.

Aunque tenia el proyecto de publicár un manifiesto, las circunstancias de entonces eran graves, y en obsequio de la causa Nacional, preferi sacrificar la mia propia. El Pretendiente con sus hordas se acercaba á esta Corte, se necesitaba union en los patriotas para acudir á la comun defensa, y habria sido casi una traicion el dividir los ánimos con un escrito que por precision habia de herir la susceptibilidad de ciertas notabilidades; y por otra parte nó me pareció politico revelar en tales momentos los secretos ú obgeto de mi viage á Francia, criticamente el punto mas esencial que se echó de menos en el articulo dado á luz en el Eco del Comercio.

Me entregué al silencio y volvi á confundirme en la obscuridad, aunque con el corazon ulcerado, al considerár el importante servicio que hubiera hecho llebando á complemento la comision, y al vér tan peligrosamente amenazada la Capital, quizá por haberme impedido el remedio. Pasado el riesgo y calmadas las pasiones, á ruego de las muchas instancias de mis amigos, publiqué en 20 de Junio de 1838 mi vindicacion y observaciones sobre la guerra civil de España, impresa en Madrid, donde se hallaban los principales actores de las trámas fraguadas contra mi, los cuales todos enmudecieron, sin embargo de que denuncié enérgicamente al público su mal proceder.

En la vindicacion indiqué el verdadero secreto de acabár la lucha fraticida, á aquellos en cuyas manos estaba la facultad de ponerle en accion, y entre otras cosas decia. "Piense el Ministerio en contraminar la union carlista; emplee el oro con acierto para seducir á sus principales caudillos, y verá como los generales de nuestras tropas hacen lo demás, y fenecida para siempre lucha tan funesta para los pueblos." Nó se comprendió ó nó se aprobó sin duda mi pensamiento, pués que nó se aplicaron (que yo sepa) eficaces medios para vencér la revelion. Los males se acrecentaron, y se miraba muy lejana nuestra salvacion cuando cayó el Ministerio Ofalia.

En el segundo formado después, se encargó el Despacho de Hacienda á D. Pio Pita Pizarro, quien me llamó el 16 de Diciembre último para proponerme si queria marchar á Francia á continuár la Comision que degé pendiente en Julio de 1837. Deseoso siempre de servir á mi pátria, contesté de conformidad, y quedó acordada mi pronta salida para Bayona, presentando antes á S. E. el 18 del mismo més un plan para utilizar la bandera de Paz y fueros alzada por Don Antonio Muñagorri y prendér al Pretendiente; de cuyo documento hablaré en lugár oportuno. Sin embargo de los riesgos que ofrecia el camino de Zaragoza, y lo riguroso de la estacion para franqueár el puerto nevado de Canfranc, me puse en marcha el dia 20 de dicho Diciembre y el 5 de Enero estaba yá en Bayona.

Esplorado el estado de los negocios carlistas, di principio á mis tareas dirigidas á preparár todos los medios conducentes para facilitar la egecucion del plan presentado al gobierno, sobre apoderarme de la persona del Pretendiente. Nó queriendo fiarme en tan ardua empresa, que requería el mayor sigilo, de confidentes ni correspondencia secreta, traté de pasár á Yrún, S. Sebastian y Hernani para negociar con mis parientes y amigos.

En carta del 15 de enero avisé al ministro que en Madrid y frente á las Cobachuelas, en una tienda de Tiradores vivia una viuda que se habia casado recientemente con un coronel tambien viudo, sumamente sospechoso y activo agente de D. Cárlos, y que en aquella casa se reunian y celebraban juntas sus partidarios. El gefe á quien me contraía, era el Catalán D. J. C. muy relacionado con Cabrera y Aldasoro, residente en Bayona.

Por muy seguro conducto supe que entre los corifeos del carlismo habia grandes desavenencias, que el partido fanático, á cuyo frente se encontraba Arias Tegeiro, estaba en pugna abierta y queria desacerse á toda costa de Maroto, el cabeza del moderantismo rebelde, por lo que antes de poco tiempo se romperian lanzas entre los dos rivales.

La situacion era propicia para entablár un plan de accion, que pudiera obligár un choque terrible entre las dos fracciones, cuyo resultado fuese el esterminio de ámbas; empero como recien llegado á Bayona, carecia yó todavia de relaciones con el egército enemigo y el término era corto. Sin embargo, á fuerza de actividad pude indagár de que vivia en una casa de campo de Bayona una señorita española en estremo sagaz, y de que habia sido confidente de Zumalacarregui, y relacionada intimamente con F. y otros generales facciosos, la cual se encontraba en la indigencia por efecto delas vicisitudes de aquellos Gefes. Hice esplorarla, y se me anunció con faborables disposiciones; la cité á punto determinado, hablamos y se decidió á servirme y marchar al campo enemigo.

Estendí una carta para F. cuya copia remití al gobierno en comunicacion de 17 de Enero, igual á la del documento nº 1. Ynculqué bien á la confidenta el papel que debia representar entre los carlistas, adhiriendose al partido moderado, y llebó escritos en tinta simpática el plan é instrucciones convenientes para que este pudiera triunfar decisivamente sobre el fanático.

En comunicación de 20 del mismo Enero, participé al gobierno que el dia siguiente 21 salia para el cuartel de D. Cárlos mi agenta, la cual seria conocida en lo sucesibo en mis escritos con el nombre de la Conquista.

El 27 me decia desde Tolosa, en tinta simpática, lo siguiente. "Hasta aora nada puedo decir á V., pero hé venido observando él espiritu tanto del soldado como de los oficiales: el de estos és muy bueno, pués todos estan contra Don Cárlos y los que le rodean. Por lo que toca á F. nó tiene mando alguno todavia, solo se está esperando para darselo, á que entre Cirilo que és del partido de todos estos." El 4 de Febrero llegó á Vergara en ocasión de entrár tambien el Pretendiente y su córte. Desde entonces, para que no fueran descubiertas las operaciones de que estaba ocupada, la conquista dejó de escribirme, pero en una carta que otra persona me dirigió de Eibar el II., se me decia que aquella, después de habér permanecido dos dias en Vergara, habia pasado á Estella. El 18, fusiló Maroto en esta Ciudad á cuatro de los principales caudillos de la faccion Navarra; cuyo ruidoso acontecimiento me provó de una manera evidente lo que la Conquista me refirió posteriormente, de haberse aprovechado de parte de las indicacines que hice en el plan que la di, y sirvió para derocar enteramente el bando teocratico-carlista. Hasta tres meses después nó supe que estaba refugiada en un convento de Monjas.

Afin de asegurár mis relaciones en el campo contrario, queria aprocsimarme á la linea y conferenciar con mis amigos; pero los mismos elementos que se habian conjurado para obstruir los efectos de mi comision en Junio de 1837, volvieron á renacér y aparecér, y nó podia emanár el complot de otro origen que de los mismos carlistas, cuya influencia alcanza muchas veces á las deliberaciones de algunas de nuestras autoridades.

El comandante general de Guipuzcoa D. Fermin Ezpeleta dictó medidas con harta ligereza para impedir mi entrada en el territorio Español; y algunos comandantes de armas sufrieron sus reconvenciones, por que decia, faltando á la verdad, que habian tolerado mi estancia en Fuenterrabia y otros puntos, á donde supuso falsamente que habia ido yó de oculto. Nó le quedó por hacér contra mimas que pregonarme por los pueblos. El comandante militar de Fuenterrabia, hizo detenér al honrado vecino y propietario D. Juan Antonio Uranga, por equivocacion, creyendo ser yó, y nó obtubo libertad hasta que identificó la persona; manifestándole entonces que tenía orden del Señor Ezpeleta para prenderme. Egemplo bien deplorable de desconcierto entre las autoridades del Gobierno y de la garantia personál que presta un pasaporte del mismo, dado á sus propios comisionados en nombre de S. M. para los obgetos más importantes y sagrados del servicio del Estado! En vano hice presente al Cónsul de Bayona la conducta que el sabía yá que estaba observando el general Ezpeleta respecto de mí; pués me contestó friamente que le había escrito declarándole era yó un comisionado del Gobierno que le estaba muy recomendado, si bien me aconsejaba que nó saliera de la Ciudad.

Conforme á esta advertencia renuncié á mi viage de Yrun y al plan de prender al Pretendiente, nó obstante que el Gefe de los Chapelgorris se comprometia á efectuarlo. Con los números 2 y 3 acompaño copia de este plan y el croquis que levanté del terreno en que se debia verificar. El que posea conocimientos topográficos del país y de semejantes operaciones de guerra, se persuadira desde luego de la facilidad, con que podía llebarse á cabo el pensamiento, y en sus inmensos resultados son tambien óbvios de comprenderse.

Al entrár en Francia, ví en Urdax á mi amigo D. Francisco de Aldamar, nombrado administradór de rentas de Aranjuez, quien como natural de Guetaria y comandante que habia sido de una trincadura en la costa de Cantabria, poseía el mayor conocimiento de aquellos fondeaderos y ademas tenia acreditado su valor y arrojo en las empresas. Esta persona era precisamente la que yó necesitaba para combinar con sus conocimientos prácticos la egecucion del proyecto que meditaba para apoderarme de D. Cárlos. Le pedí que me acompañára á Bayona y S. Sebastian, asegurandole que escribiria al Ministro de Hacienda, la causa imperiosa de llevármelo conmigo, como asi lo hice. Yniciado en Bayona en parte de mi plan, le envié á San Sebastian, para que avistandose con el comandante de los Chapelgorrys, le preguntára si se resolvía á ponerlo en egecucion, como en efecto se ofreció. Aldamar adquirió otros antecedentes y noticias sumamente útiles á la empersa, pero al mismo tiempo vió desplegado todo el aparato de conjuracion que ecsistia contra mí, para impedirme la entrada en Yrun y las órdenes comunicadas al intento por el general Ezpeleta. Si esta trama contra mí, emanaba ó nó de los Carlistas, és lo que ignoro; los interesados en ella lo sabrian. Aldamar regresó á Bayona y luego á su destino, persuadido que nada se podia adelantar con elementos de tán mala fé.

Antes de los acontecimientos sangrientos de Estella principié á organizar mis trabajos en la linea de Hernani, á fin de penetrár en el campo enemigo y minár su ecsistencia, por decirlo asi. Encargué la direccion á los patriotas D. Lorenzo Alzate y D. Domingo de Orbegozo, bajo la intervencion del distinguido Gefe politico de la Provincia D. Eustasio de Amilibia. En el nº 4 se encontrará copia de las instrucciones que les comuniqué, y bajo el 5 incluyo la memoria original que me han presentado aquellos, por la cual consta cuanto hicieron en los seis meses que duraron sus servicios.

Pero como el fusilamiento del 18 de Febrero dejaba triunfante á Maroto y su partido, traté yá de dividír este entre si mismo para complicarlos más, y que en vez de adquirir robustez y la organización de un sistema estable, no pudieran hacér jamás prosélitos aun entre los que con tibieza ó por necesidad siguen las banderas dela Reyna y la constitucion. Sabía yó que á esto se dirigían las instrucciones que habian trahido la Princesa de Beyra y el P. Cirilo, y debia evitar que se realizaen; tanto mas, cuanto que en el mismo sentido me habia dado y continuaba las suyas el único Ministro de S. M. con quien he seguido correspondencia.

Contra todos los cálculos de probabilidad, el partido teocrático sucumbió tan completamente por la debilidad de D. Cárlos, que apesár de los mayores esfuerzos empleados para reanimarlel y que volviera á la pelea contra el Marotista, nada pude conseguir por de pronto, puesto que sus Corifeos prefirieron la humillacion y el ostracismo.

Entónces redacté é imprimi la proclama nº 6, dirigida á los Navarros, que apaercía firmada por su paisano el capuchino Fr. Ignacio de Lárraga, y al mismo tiempo compuse en nuestro idioma, é hice traducir en buen vascuence el papel titulado. "Carta de un Casero á los Ojalateros de Castilla." Como se vé bajo los números 7 y 8. De ambos se introdugeron en el Real enemigo siete mil egemplares, sembrandolos en los pueblos y entre los Batallones: de manera que nó habia voluntario que nó tubiese un impreso. El Consul de Bayona y Muñagorri se encargaron de circulár muchos; y así principió á operarse el cambio moral á fabor dela Páz.

En aquella parte de la frontera de España y sitio llamado de Lastaola, ecsistia por entonces el campamento que bajo la enseña de Páz y Fueros habia recunido el Escribano de Verástegui D. Antonio de Muñagorri, y aunque de paso, debo decir que aquel plan, nó era nuevo, el pensamiento contaba años, y habia sido propuesto por D. Juan de Olabarria, talento privilegiado de España. Dormia en los archivos del Gobierno, y ciertos hombres que piensan que sin ellos nada de provecho puede hacerse, pudieron tál véz desenterrár este instrumento que consideraron á proposito para sus miras, quizá como medio de especulacion, quizá con el fin de servir á intereses estrangeros, respecto del pais transibérico del Norte y la corona de Aragon. Aquella bandera fué el origen y germen de esa especie de nueva propaganda que como por encanto há cundido ultimamente pidiendo los fueros netos, asi que milagrosamente se desarmaron las cuatros Provincias.

En ellas realmente nó se quieren tales fueros netos; y en Madrid, Bayona y Bilbao és donde se proclaman á escitacion de los interesasos en los abusos, por los amaños ocultos de las Juntas Carlistas en esta Corte, Paris y otros puntos de Francia, y por las sugestiones del estrangero de acuerdo en esta parte con los absolutistas, que pretenden á toda costa tener alli un gran mercado libre para servir de escala y depósito á la introducion de contravando en Castilla; al mismo tiempo que poco á poco estrangericen los Vasco-Navarros, acostumbrándose á olvidár los vinculso de familia para promovér su independencia del Ebro allá. El 17 de Febrero ilustré al Gobierno sobre tan importante materia, como puede verse en la copia de la carta nº 9. Esta és una cuestion de Aduanas y nó más; los estrangeros saben cuanto valen los Provincianos para el ramo de ferretería y otros ártefactos; y no ignoran que teniendo en las entrañas de sus montes los mejores veneros férrúginosos del mundo, sin las aduanas del Ebro, la industria adquiriría tal fomento, que dentro de pocos años nó se consumiría en Castilla mas quincallería que la fabricada por los naturales y estrangeros en las Provincias esentas.

Los Vascongados ilustrados quieren fueros, pero nó netos, sinó reformados: desean que se den al pueblo bases electorales tan estensas como en Castilla, para que no participen de ellas, del influjo y del mando solamente cuatro nobles privilegiados. El provinciano instruido aspira á modificaciones, y que se conserven en el pasi su admirable é inimitable administracion interior y economica, la libertad municipal y las aduanas en la frontera. Todo lo demás que se dice qué quieren las Provincias Vascongadas, és una falsedad, és un pensamiento del estrangero, que se nós há introducido por sus agentes.

Sin embargo del mal origen que tubo la muñagorriana empresa, del desorden que habia y del empeño en acabar con ella, como nó haycosa de que nó pueda sacarse utilidad, reformándola y dirigiendola debidamente, escribí al Gobierno con obgeto de que continuára por entonces; pero nó quise intervenir en lo mas minimo, para evitár celos e injustas recriminaciones. A Muñagorri siempre le consideré de buena fé, aunque como instrumento de lo que maquinaban en secreto los directores de la bandera de Paz y Fueros.

Yó habia entablado mis trabajos bajo seguras condiciones, y fuera de toda servil imitacion, pués convenia sér original. Mis deseos se encaminaban á operar una revolucion moral á fabor de la Paz en los habitantes de las cuatro Provincias y en los naturales armados en defénsa del Pretendiente. Los encargados de ausiliarme en la linea, interesaron á muchas jóvenes del país, que tenian relaciones de parentesco é intimas de amistad con oficiales y sargentos de la faccion, y asegurados de la fidelidad con que podian contár con ellas, las comisionaron al campo rebelde, para uqe por amór é interés honroso, ganasen enteramente los corazones y voluntades de sus paisanos, infundiesen confianza en todos, y propagasen el gérmen de la discordia entre Castellanos y Vascongados, con odio inestinguible hácia el tiráno que por sostener supuestos derechos á la Corona, era frio espectador de tanta matanza y devastacion.

Este plan, fruto de muchas meditaciones, y que descansaba en bases muy sólidas principió á dár los resultados que me prometia. Se estableció la verdadera fraternidad entre los moradores de uno y otro campo, y comenzaba á estinguirse el odio engendrado por los frailes, que habian predicado el fanatismo, la venganza y el esterminio de todo el que nó sucumbiese á sus miras. Se abrieron comunicaciones frecuentes y directas con el campo carlista, y pronto se vió fermentar la opinion á fabor de la Páz, haciendo conocér al pueblo y al soldado, que el grande y principal obstaculo que habia para lograrla, eran D. Carlos y los Ojolateros procedentes de Castilla; plántas parásitas y exóticas, que serivan de estorbo en el país, y que consumian una gran parte de los escasos recursos con que contaban sus naturales.

Las muchachas filiadas en la propaganda de la Paz, circulaban la carta del Casero al Ojalatero de Castilla, y la proclama del Capuchino Lárraga en el pueblo y entre los Voluntarios, con tanta libertad como si se hubieran impreso en Oñate ó en Estella con las licencias necesarias. Desde que se planteó tan eficaz sistema, data la creacion de este gran deseo de paz en todas las clases, y asi se abrió el verdadero camino para obtenerla y se arraigó su anhelo en el pais Vascongado, propagándose como un contagio moral entre sus habitantes. Esa fué la palanca poderosa del gran milagro que se há visto posteriormente sin conocerse su origen, por que se ignoraba el secreto, y los corifeos del carlismo esperimentaban los resultados sin atinar con la causa que los impulsaba. Era una clase de enemigo á quien no se podia hacér la guerra con bayonetas, conjuros ni escomuniones; era una gangrena que tarde ó temprano habia de acabar con el monstruo de la rebelion.

Esto sucedia en Febrero, y aunque los efectos nó podian sér más faborables á la justa causa y á mis planes, aun nó habia llegado el momento que tenia calculado para dár el golpe de muerte, dejando tiempo bastante á que nuestro egército pudiese concluir la obra, destruyendo á un enemigo dividido y espantado. En fines del mismo més escribí á los agentes de la linea, manifstandoles mis deseos de abrir tratos y negociaciones secretas con el cuartel de Don Carlos, para creár una grán conspiracion de Gefes y notabilidades del país, y les indicaba como el sugeto más apto à D. Mariano de Arizmendi, que habia sido mi maestro en la niñez; particular muy acomodado, secuaz del Pretendiente desde el principo de la lucha, y persona de mucha suposicion por su capacidad y relaciones, aunque vivia arrinconado en un pueblo. Los amigos encargados de mi proyecto, me contestaron de conformidad, y que ivan á pone manos á la obra. Ynmediatamente buscaron á Arizmendi por conducto de su convecino y amigo D. Ygnacio de Goicoechea, Alcalde constitucional de la villa de Hernani, para entablar los preliminares de la negociacion. El digno Gefe politico de Guipuzcoa, animado de nuestros mismos deseos, de acuerdo en un todo con nosotros en tan útil empresa, nos allanó las dificultades é inconvenientes que Goicoechea tubo para realizar las entrevistas nocturnas, por vivir en pueblo cerrado y guarnecido.

En principios de Marzo manifestó Goicoechea á Arizmendi, cuales eran nuestras miras y objeto, pues que de buena fé se trataba de la Paz de las Provincias Vascongadas; y al oir el segundo tan consoladora mision de boca del confidente, se levantó precipitadamente de la silla y le contestó con vehemencia. "Esa és una cosa muy grande y de mucho bulto en las actuales circunstancias ¿de donde procede? Yo puedo hacér mucho, por que tengo al lado de D. Cárlos una persona influyente!" Pidió esplicaciones acerca del origen, que nó pudo darle el mensagero. Los comisionados de la linea me trasladaron el resultado, y en su consecuencia determiné dirigir á Arizmendi la carta cuya copia marca el nº 10, la que por conducto de Goicoechea remiti á Tolosa. En mi comunicación de 10 de Marzo al Gobierno, incluí un tanto de ella, é hice relacion de los antecedentes y de cuanto sucedia.

Arizmendi recivió con toda pontualidad mi carta: se tomó tiempo para concertarse con sus amigos del país y en el egército Carlista, y el 21 del mismo més, me contestó vervalmente por medio del confidente y de Goicoechea, lo tenía todo allanado, y que ansiába la Paz, no limitada á solo Guipuzcoa, sinó para la Españá entera, y que digese yó si estos eran mis deseos.

Goicoechea supo por el confidente que Arizmendi contaba con personas muy influyentes en la faccion, entre otras con el que desempeñaba la secretaria de la guerra, y que durante su permanencia en Tolosa se habian celebrado muchas juntas secretas, á las cuales concurrió el mismo ministro. Según aparece del contesto de mi carta, yó tocaba la cuestion de los fueros, como medio que creia entonces apropósito para lisongear y atraerlos á un avenimiento; pero á pesár de que Arizmendi y sus amigos todos eran provincianos, y algunos habian figurado como altas notabilidades fueristas, se desentendieron de la cuestion, y sin acordarse de ella se encaminaron al bien suspirado de la Paz general de la Peninsula.

Ynstruido completamente por mis agentes el 20 del referido Marzo, el 24 volvi á escribir á Arizmendi conforme manifiesta el nº 11, y le decia que siendo mi comision dirigida á conseguir la Paz general, dejaba á eleccion de la Junta de Tolosa el proponér los medios que convenia emplear para tan deseado objeto invitándoles á una entrevista en el sitio que me designasen. Al contestarme de nuevo vervalemnte por el mismo canal de Goicoechea pidiendome bases, el 5 de Abril le pasé la carta del nº 12, consignando aquellas escritas en seis articulos cuyo tenór era el siguiente.

Primero. Que cesen las hostilidades y de consiguiente el derramamiento de Sangre Española.

Segundo. Que las fuerzas voluntarias armadas en las cuatro Provincias del Ebro acá, unidas á las de la Reyna en el egército del Norte, y de acuerdo ambos generales en Gefes; marchen á pacificar todas las Provincias del Reyno á nombre de la Reyna Doña Ysabel II.

Tercero. Que á los Generales, Brigadieres, Gefes y Oficiales que se adhieran á este plan de pacificacion, se les reconocerán sus actuales empleos y grados.

Cuarto. Que D. Cárlos y su familia sean trasladados á territorio francés con el miramiento debido á sus personas, salvo á que las Cortes, restablecida la Páz, le asignen una dotacion para sostenerse decorosamente en el estrangero.

Quinto. Que se publiquen una amnistia y olvido de todo lo pasado.

Sesto. Que á los que nó se conformen á vivir en Essaña, se les dará pasaprote para donde le pidieren.

En carta del 4 del mismo Abril dirigí copia de estas condiciones al ministro, y el 2 de Junio el cónsul remitió otra al Señor Secretario del Despacho de Estado.

Arizmendi respondió por medio de Goicoechea el 12 de Abril lo siguiente. "Hemos tenido varias reuniones y acordado contestár que en otra ocasión han venido iguales proposiciones, y las que se hagan ahora, deben de sér más razonables." Según la relacion del confidente, que entregó mi carta á Arizmendi y trajo la respuesta, durante los ocho dias que estubo en Tolosa, se habian celebrado muchas reuniones; y se le aseguró que si las cosas llegaban á un término regular, Arizmendi sería el Comisionado para conferenciar conmigo; por lo que deseando apurár más la materia le escribí de nuebo el 16, diciendole que yó no poseía el don dela adivinacion: que las bases propuestas me parecian las más racionales, y que de ellos pendia el admitirlas, desecharlas ó reformarlas; añadiendo en papel separado que. "Deseaba la brevedad y le escitaba á ella; por que poseo el secreto de los males que amenazan á esas Provincias y los terribles medios de accion que se ván á ponér en egecucion. Por otra parte VV. Ignoran acaso el volcan sobre el que pisan, y la espantosa reaccion que les amenaza. El bando Teocratico vencido, les justificará ahí, y en breve, que hay hechos tales en las revoluciones, que son imperdonables para un partido. Guarde V. esta esquela y vuelva V. á leerla, al vér que se realizan mis pronósticos y lo que afirmo al principio de ella." Véase el nº 19.

Después de 15 dias, contestó Arizmendi. "Que todo se habia trastornado y nó se contase por entonces con él." El confidente le encontró en estremo abatido y temeroso, y creia que se habia descubierto la tráma, pues cuantos concurrian dias antes á su casa, todos se habian retirado, dejándolo solo y se consideraba en gran peligro.

Súpose que por entonces habia llegado á Tolosa un Ayudante de Cabrera con pliegos, y creíase fuese partipando la malograda jornada de Segura, cuyo acontecimiento envalentonó al enemigo y le hizo intratable.

Nó ignorando las continuas intrigas que se fraguaban contra mí, y que se espiaba el momento de pillarme en el menor renuncio ó la mas débil sospecha de ello, encargué muy particularmente á los agentes de la linea, que toda correspondencia que se dirigia al campo enemigo, antes de despacharla por los confidentes á Tolosa, la manifestasen original al patriota Gefe Politico D. Eustasio de Amilibia, y se le diese cuenta de las respuestas que llegaren. Habiá hecho esta prevencion para que en ningun tiempo pudieran mis adversarios atribuirme que hubiese mantenido correspondencia ilicita ni perniciosa al Trono de Ysabel.

De este modo concluyó la negociacion, que tuviera principio bajo tan buenos auspicios, aunque nó se habia perdido el tiempo. Me ocupé con el mayor empeño en estudiar el estado de los partidos en el Real enemigo, las pasiones dominantes allí, los hombres que representaban algun papél, y cuantos por menores necesitaba para formar la gran combinacion que desde Febrero premeditaba, á fin de acabár radicalmente con el carlismo delas cuatro Provincias vascongadas. Por esto dige al Gobierno el 24 de Abril. "Lo que necesitamos és que ahí haya juicio, y que nó haya anarquía entre nosotros, que los periodicos nó desacrediten la causa, y alimenten las pocas esperanzas que tienen estas gentes. Lo demás queda de mi cuenta, apesar de los obstáculos que hé tenido que vencér; á fuerza de constancia y perseverancia he conducido el negocio al centro que yó deseaba. Nó les queda más alternativa qué, ó adoptár y seguir mis planes de pacificacion, ó esperimentar los horrores de una sangrienta revolucion, que está yá fermentando en mi imaginacion."

El mismo 28 escribí por ultima véz á Arizmendi según la copia adjunta bajo el nº14; y la remití al Gobierno en carta de la misma fecha.

La Conquista, de cuyo paradero nó habia recivido noticias despues del gran suceso de Estella, me tenia en el mayór cuidado; y deseando averiguar su situacion para salvarla á toda costa, previne á los agentes de la linea que enviasen con tál obgeto al interior del campo Carlista las confidentas más sagaces y seguras. Hicieronlo asi; despachando una á la casa dela viudad de Zumalacarrégui, con quien la Conquista estaba relacionada, otra à Placencia y la tercera á Vergara; siendo esta la que encontró allí el rastro y tubo que seguirlo hasta Estella para indagár lo que se solicitaba.

El 27 pués del citado Abril habia vuelto la Conquista del campo enemigo, con mision verval del General F., y me dijo de su parte. Que queria entrár en tratos con migo pero antes deseaba sabér si estaba en relaciones con Maroto. Que digese con franqueza si estaba de acuerdo con él, por que en este caso era escusado sacrificár gente, que todos seguirian la misma suerte, pero que Maroto nó queria confesár sus relaciones y se encontraban confusos." Respondí que nó tenia relaciones con Maroto, como consta de la carta nº 15, que escribi el 28 á F. y de la cual fue portadora la Conquista.

La misma regresó á Bayona de su viage el 19 de Mayo, despues de haber cumplido personalmetne mi encargo con F. La respuesta verval que trajo era. "Que nó creia que yo nó estubiese en relaciones con Maroto, que respecto de Espartero sabian que nó lo estaba, pero qu enó habia duda lo estubiese con alguno de nuestro partido. Que todos los batallones estaban por Maroto, y que él aunque quisiera ponerse al frente d euna empresa, nada lograría, que nadie le seguiriá. Que las negociaciones que yó habia entablado en Tolosa, llebaban el verdadero camino para haber conseguido la Paz, porque estaba apoyado por hombres de influencia del país, pero que la segunda base de mis proposiciones les habia alarmado y hecho desconfiar de mí y al mismo tiempo de Maroto, suponéndonos de acuerdo á ambos, pués de otra manera dijo, nó podia habe propuesto que ambos Generales en Gefes, puestos de acuerdo marchasen á pacificar el Reyno. Que los negocios se habian complicado sobre manera, que él conocia su posicion y que á caso estaban vendidos; pero que la cosa nó tenia yá remedio, que se resignaba á morir de una ú otra manera: que solo una negociacion de casamiento de la Reyna con el hijo de D. Cárlos pudiera terminár la cuestion, que nó habia otro, ó el de las Armas. En secreto le oyó quejarse de Maroto y la dijo que jugaba con dos barajas. Que el Coronel Madrazo habia ido á Francia con mision reservada de Maroto y sus Compañeros, para entenderse con aquel Gobierno. De todo dí conocimiento en carta de 20 de Mayo.

En el més de Febrero supe que el Lord John-Hay estaba en relaciones con varios de los titulados Generales de la faccion, y entre ellos con Castor de Andechaga, Simon Tores, Alzas é Yturriaga, pero que trataban de la independencia del pais bajo el sistema de fueros y garantia de Inglaterra. Creyendo yó que estos nuevos proyectos podian ´ser aún más prejudiciases que el carlismo puro, sostenido por aquellos caudillos, encargué á los comisionados de la linea estubieran á la mira de cuanto se hiciese en el particulár.

Fenecidas las negociaciones con Don Mariano de Arizmendi, mis agentes me indicaron, que aprovechando la estancia del Pretendiente en Tolosa se podia tentar un proyecto para cogerlo allí; aprové la idéa y animé á que lo redugesen á prática, sin reparar en gastos, á cuyo efecto pusieron en juego cuantas relaciones tenian y otras que adquirieron. Entablado el plan por distintas vias, consiguieron ganár á los Oficiales y sargentos de una compañía que estaba en Tolosa, mandada por el teniente Don José Zabala, y que una confidenta se introdugese en el Palacio para enterarse minuciosamente de todo, hasta del aposento del mismo D. Cárlos, la clase de guardia que tenia, la vigilancia que observaba, las horas en que salía á paseo, los sitios que frecuentaba y cuantos por menores se necesitaban para la operación. Todo lo logró, y con mas facilidad, por haber ligado tratos de amistad con un empleado del mismo cuarto del Pretendiente, y con varios de la guardia de su persona.

La confidenta subsistió en Tolosa todo el tiempo preciso para informarse de los detalles indispensables, participando diariamente al comisionado de la linea establecida cuanto adelantaba; y bajo los datos positiovs adquiridos de este modo, se trató de dár el golpe al primer aviso oportuno. La casualidad hizo que el 5º Batallon Navarro, que á resultas de los fusilamientos de Estella nó queria reconocer á Maroto, se habia estacionado en Vera; y entre las tropas que de Tolosa y sus inmediaciones se enviaron en observacion del cuerpo sublevado, le tocó la suerte á la compañía ganada al mando de Zabala, que en un todo estaba de acuerdo con mis comisionados. Y aun que tambien se contaba con trozos de otras compañias, la continua movilidad de las tropas carlistas, nos desconcertaba todos los planes, desapareciendo en una semana la gente que se grangeaba en otra; y organizar con paisanos fanatizados el motin, como preliminar para la operación, era una empresa arriesgadísima sinó imposible.

Yó estaba estancado en Bayona sin podér trasladarme á la linea por las mal aconsejadas medidas del comandante general Ezpeleta, digo mal aconsejadas, por que siempre las atribuí á consejos dados por quienes tenian interés en que yó nó hiciera lo que ellos sbian era capáz de hacér á favor de la causa Nacional. Me vi pués obligado á valerme de propios y de la correspondencia escrita, medio arriesgado y lento para operación tan dificil como importante, que necesitaba toda celeridad y designár por instantes la direccion á los confidentes que ivan y venian á la linea; teniendo algunos de ellos que pasár á Bayona para resolvér sobre los obstáculos que ocurrian, y paralizaban y desorganizaban lo mismo que se queria realizar sin descanso.

En fuerza de las repetidas y enérgicas reclamaciones que dirigí al único Ministro con quien me correspondia, y de quien recibia órdenes, éste me remitió por medio del Cónsul una esquela del Secretario de la guerra para el Comandante General de Guipúzcoa D. Miguel Araóz, la cual sin espresár mi nombre y apellido, ni el carácter con que me hallaba en Francia, decia lo siguiente. "Sor Don Miguel Araóz. Mi apreciable Brigadier y amigo: esta le será á V. entregada por una persona que deseo y conviene que la atienda V. y la oiga. De V. S. S. Q. B. S. M. Ysidro Alaix: hoy 12 de Marzo de 1839." Considerando insuficiente semejante papel, sabiendo que continuaban las mismas prevenciones hechas por Ezpeleta, y recordando que con un documento cási idéntico de otro Ministro, habia sido victima de la más infame alevosia en 1836 en Barcelona, á donde tambien fuí entonces con comision del Gobierno, me retrage de pasar á la linea de Hernani en momentos tán criticos. Con mi presencia, quizá habria conseguido dar el golpe mortal á la rebelion; si yá D. Cárlos se trasladó repentinamente de Tolosa á Durango, y trastornados con esto en parte mis planes, los encargados de la linea entablaron otros en diferentes puntos, dirigidos todos al mismo fin.

En el més de Abril, tenia casi acabado el Archivo, que una véz introducido á poder de D. Carlos, estaba persuadido que habia de destruir la rebelion en las cuatro Provincias. Faltaban empero algunas noticias, que esperaba del campo carlista para perfeccionar mi trabajo, y proporcionarme un confidente à proposito para asegurar tan importante operación.

Por aquel tiempo trabajaban mucho los rebeldes en promovér la desercion de nuestros soldados, y desgraciadamente con muy favorable éxito, á pesár de que entonces nuestro egercito estaba bien atendido y de nada carecia. Esta conducta del enemigo me sugirió la idéa de imitarlo, y aplicár la prueva en sus batallones; para lo cual encargué á los comisionados, hiciesen que las muchachas empleadas en nuestro servicio, promoviesen la desercion. Cumpliéronlo con los mas prósperos resultados, pués al poco tiempo se presentaron en la linea bastantes voluntarios; y si este feliz ensayo, me decidió á abrazár la operación en escala mayor, me detube ante la dificultad de carecér de fondos suficientes para continuarla, y sostenér luego á los pasados á nuestro campo. Yó deseaba que se crease uno neutral ó de asilo, en el que dando ocupacion á los presentados, se privase al enemigo del mejor y mayór número de sus combatientes. La calzada que se construia desde San Sebastian á Pasages, era en pequeño el tipo de este pensamiento, pero allí tambien faltaban fondos y estaba bastante desatendido; pués solo en fuerza de quejas y reclamaciones de aquellas autoridades, se sostenia muy medianamente.

Cási á mediados de Mayo, supe la variacion del Ministerio, y que D. Pio Pita Pizarro habia dejado de pertenecer á él; y en igual més se dignó S. M. agraciarme con el nombramiento de Fáctor de Tabacos del partido de Gapan en las Yslas Filipinas. Como nada ignoraba de cuanto fraguaban mis contrarios para perderme, y vivia instruido de todo puntualisimamente, supe de una manera positiva, que prevaliendose del cambio ministeriál, asi como de la separacion del único Secretario del Despacho con quien estaba en correspondencia, y que protegía de corazon la empersa encomendada á mi cuidado, movian cielo y tierra para anularme ó sugetarme á la intervencion mas despresiva y perjudicial del Cónsul de Bayona. Supe que habia sido sorprendido el ánimo de los Ministros; y aun el de S. M.; asegurando con la mayor perfidia que yó estaba en Valencia para revolucionar aquella capital contra el gabinete, y que de allí pasaría á Cadiz con el mismo fin. Qu el Ministro de Estado en vista de este antecedente, habia comunicado al referido Cónsul una Real orden con fecha del 13, preguntandole si sabia que planes llevaba al ausentarme de Bayona para la Ciudad del Cid; y que aquel (como era regular digese) habia respondido nó haber yó salido del distrito de su consulado desde mi llegada á Francia.

Sin embargo de este desengaño, se repitió otra Real orden, confesando sí la supercheria, pero mandando al Cónsul que me vigilase escrupulosamente. Como esto sucedía por lo que manifesaré mas adelante, seáme ahora permitido decir que, en mi concepto, se debió primero averiguar quien fuese el autór de tan inicua calumnia, é imponerle el castigo con toda la severidad de las leyes. ¡Empero los calumniadores quedaron impunes, y su victima espuesta á la vigilancia del Cónsul! Ejemplo inaudito de inconsecuencia y escándalo! Un comisionado de S. M. para el más importante de todos cuantos servicios se pudieran prestár, sér espiado por otro funcionario del mismo Gobierno, con un celo y rigor que sobre obstruir é imposibilitár sus esfuerzos patrioticos, nó se han empleado contra los encarnizados y poderosos enemigos de la causa Nacional...!

Superior á tán deplorables maquinaciones, callé, sufrí y determiné continuár mi grande obra, animado á ello tambien por las escitaciones del ex-Ministro Señor Pita, que me escribió con fecha 29 del propio Mayo, advirtiendome que consultase oficialmente la Gobierno sobre mi ulterior procedér, haciendolo por conducto del Cónsul, ó bien declarase que me embarcaría para mi destino de Filipinas, enterando antes al mismo Cónsul del estado en que dejaba el negocio; pero que si creia yó seguro conseguir algun resultado importante dentro de poco tiempo, debia á su parecér, continuar en Bayona hasta lograrlo. En vista de esta carta, me presenté al Cónsul y vervalmente le hice una reseña del estado en que tenia todos los trabajos y que lo verificaria de oficio para que lo elevase á conocimiento del Gobierno. Que el plan para destruir en sus fundamentos la rebelion, se hallaba acabado, y me ocupaba en los preliminares que debian precedér al curso de la empresa; pero que sin embargo de la conviccion intima que tenia de aniquilar con mi proyecto la faccion, me disponía á mi viage para Manila en el primer barco que saliera del puerto de Burdeos, si el Gobierno de S. M. nó ordenaba pronto otra cosa.

El Cónsul enterado de todo, y nó queriendo cargár con la grave responsabilidad del negocio, me exhortó á nó abandonár la empresa, y que le llevase en borradór el cuadro de mis trabajos, á fin de transmitirlo al Gobierno. Estendí en efecto el borrador cuya copia señala el nº 16, y se lo presenté el 4º de Junio, como igùalmente un proyecto para la formacion de un campo de Asilo en los terminos que aparece del nº 17. Elevada la consulta al siguiente dia 2, el Señor Ministro de Estado contestó con fecha 15 lo que consta de la copia nº 18, cuya Real orden me trasladó el Cónsul el 30. "Reconociendo (dice S E. entre otras cosas) la importancia del servicio que está prestando el comisionado en esa D. Eugenio Aviraneta, se há servidó mandár S. M. que continúe este el referido servicio bajo la inspeccion de V. S., de quien espero que me dará parte de cuanto vaya ocurriendo para conocimiento de S. M. y del Consejo de Ministros."

Obedeciendo como debia esta Real disposicion, seguí trabajando con el mismo celo, y preparando el gran golpe que me proponia dár al egército Carlista; más persuadido de nó sér conveniente dirigir toda mi correspondencia por medio del Cónsul, lo hice principalmente con el Señor Pita, prévio su consentimiento y aquiescencia, que hé debido creer tubiese el apoyo de otra superior.

A la véz que los encargados en la linea operaban con tanto provecho la revolucion moral en los pueblos y las tropas, yó nó descansaba para aumentár el encono entre el Pretendiente y Maroto, entre los furibundos apostólicos y el moderantismo Carlista, ayudándome en esto, sin sabér lo que se hacian, los expulsados por Maroto que residian en Bayona, y trabajaban desde allí con impresos incendiarios, atizando la insurreccion en el centro de las Provincias. Ympulsábalos yó diestramente por medio de las relaciones secretas que poseia entre sus adictos, á quienes sugeria todas las ideas conducentes al obgeto. Sabiendo tambien el ascendiente que tenia con Maroto la viuda de Maturana, Señora digna de respeto por sus talentos y cualidades, la escribí en Francés el 8 de Mayo bajo la firma de un legitimista Francés, la carta cuya copia se vé en el nº 19, incluyéndola otra para aquel General, como marca el nº 20; y remití el pliego á los agentes de la linea, para que desde allí le encamináran por las confidencias establecidas en el interior del país Vascongado.

Los fanáticos habian creado en él secciones secretas revolucionarias, que conspiraban de continuo contra Maroto. En Tolosa existia un club de esta especie, y el centrál estaba en Azpeitia, donde mis agentes consiquieron penetrár y relacionarse con uno de sus Corifeos, que nos instruía de cuanto pasaba sirviendo de instrumento al mismo tiempo para lo que me convenía disponér contra Maroto.

Por aquel club, supe que se trataba de un empréstito de 500 millones de reales por las casas de Tastet y Francessenne, y que el primero habia pasado al llamado Real de D. Carlos con carta autógrafa de uno de los principales personages del Gobierno de...... ofreciendo al Pretendiente auxilios, si se avenia á verificar el contrato bajo las condiciones que se proponian. El negocio era una combinacion mercantil de particulares Yngleses y Franceses, dirigido á arruinar la poca industria, que nós queda, contando con un lucro de setenta millones, cuya cuarta parte debia sér para el personage que habia dado la carta autógrafa. Cerciorado yó de cuanto hacía Tastet, asi como de los manejos ocultos que mediaban para el arreglo, y temiendo que D. Carlos, compelido por la ley de la necesidad, realizase el empréstito á toda osta con obgeto de recibir de sus resultas armas, caballos y otros efectos de guerra, además de una suma en dinero con que contentase á sus tropas, principié á trabajar para impedirlo.

Hice decir al club de Azpeitia y al de Bayona, que aquella era una trama oculta de Maroto con los Yngleses, para esterminár á los carlistas fieles, y al Pretendiente; pués dueño de este modo aquél de las tropas, transgiría con Espartero, sacrificando la causa de la Nacion y de la legitimidad. Esta idéa lisongéo mucho á los fanáticos, se la apropiaron, pusieron en juego y fué tál la conjuracion que se armó contra dicho emprestito, que Tastet se vió forzado á retirarse del campo enemigo sin haber podido conseguir nada.

Al paso que predisponía por este medio el ánimo de Maroto contra el Pretendiente, nó cesaba de irritar á este contra el otro. De resultas del ruidoso suceso de Estella quedaron bien marcados los dos bandos, sedientos de mútua venganza, pero el teocrático acuadillado en secreto por el principe, carecia de fuerza moral por hallarse este despojado del prestigio y consideracion Real, que Maroto le arrancó con la degradante retractacion de Villafranca, sugetandolo en consecuencia al triste papel de un Gefe de partido, á quien más adelante debia hacér yó tomár la iniciativa en la reaccion.

Maroto por su lado, dueño de la voluntad del soldado y de una gran parte del pueblo, se constituyó dé hecho en cabeza del otro bando, que por los elementos de que se componia, bien triunfase, bien fuese vencido, tendria muy pronto que someterse á rendir homenage á la excelsa Reyna Doña Ysabel II.

Descubierto el flanco débil por donde pudiera sér herida de muerte la rebelion, trazé mi plán. Figuré la existencia de una sociedad secreta en Madrid con un agente de la mísma en Bayona, encargado de dirigirla y fomentarla dentro del campo enemigo. A Maroto y á aquellos Gefes que pertenecian á su cuerda, los representaba como corifeos de dicha sociedad, siendo el primero el presidente del triángulo mayor del Norte de España, pués que se suponían muchos triangulos organizados en los Batallones disidentes, y entre los principales habitantes del país. Compuse un cuadro sinóptico, una Esfera para descifrár los signos y geroglíficos y la correspondencia oficial, escrita en papel de Fábrica Española, con membretes impresos y adornada con dos magníficos Sellos; en fin, con todos los atributos necesarios para nó dejar la menór duda acerca de la existencia cierta dela tál asociacion.

En la correspondencia del directorio general de Madrid con el comisionado de Bayona, aparecia una conjuracion en el campo rebelde, bien tramada y seguida, cuyo resultado debia sér el que se há visto en el último desenlace. Maroto como Presidente del Triangulo mayor del Norte, era el director de la trama para derrocár á D. Cárlos y proclamár principios de moderacion, que sustituyesen á los absolutos, enseña inseparable del Carlismo. Las instrucciones todas emanaban del Directorio, y desde él se ordenaba cuanto Maroto y los suyos debian egecutár. Los acontecimientos de Estella y otros estrepitosos que debian seguirse, (y han sucedidio enteramente tales como se designaba en la correspondencia) todo estaba propuesto y acordado por el Directorio en la extensa del famoso Archivo, que en lo sucesibo há sido conocido en mis comunicaciones con el nombre del Simancas.

Segun tengo dicho anteriormente, la obra estaba acabada en principios de Abril, pero faltaba lo más exencial y aun mas dificil: hallár medio para que los papeles ó el Simancas llegase con toda seguridad á manos propias del Pretendiente, como procedente de origen carlista. Un partidario de la causa de la Reyna, nó era á proposito para el caso; un faccioso ganado muy espuesto, y solo un estrangero bien pagado podia desempeñar mision tan importante, para la que se necesitaba mucha serenidad de alma y estrema sagacidad.

A mediados de Abril mi principal confidente me indicó un Francés que era agente del enemigo; lo ví, examiné, y encontré en él cuanto necesitaba, y en fuerza de amaños, de promesas, de regalos, lo hice enteramente mio Estendida una corta nota en Francés, lo despaché al campo rebelde para que se viera primero con los coroneles Lanz y Soroa, partidarios furibundos de la teocrácia y con quienes estaba en relaciones dicho confidente. Deciáles yó que existia una infernal trama contra D. Cárlos, de la cual Maroto era el Gefe y el alma, y proyectaba destruir á sus contrarios; que esta conjuracion se dirigia por una Sociedad secreta en el campo carlista, dependiente dela Sociecdad Madre en Madrid, y un comisionado de ella en Bayona. El 25 regresó el agente con recado de ámbos coroneles, pidiendo las muestras de los papeles de la Sociedad que yó les anunciaba existian en poder d euna familia legitimista de aquel país. Con este aviso estendí en Francés la nota numerada 21, la cual manifesté al Cónsul, é hice que el confidente volviese al campo, llevando consigo las tres muestra citadas.

Este se avistó en Tolosa con Soroa y otros corifeos del bando exaltado, reunidos con solo este obgeto, y consiguiente á revelacion tán interesante, hicieron muchas tentativas para penetrár donde estába D. Cárlos y hablarle, con cuyo fin pasó Soroa á Durango, aunque sin lográr vér al Pretendiente, por tenerle los marotistas continuamente cercado.

Al regresár Soroa a Tolosa celebraron los conjurados en aquella Villa una reunion, y los más acalorados propusieron asesinar á Maroto, como el mejor medio para que no lograse consumár la traicion, evidente en las tres muestras que ellos tenian á la vista; y sinó se puso en práctica espediente tan atroz, se debió á un general joven, asistente á la Junta, que se opuso fuertemente, fundado en que ivan á incurrir en la misma falta por que se acriminaba al autor delas egecuciones de Estella. Díjoles que era preciso hacese á toda costa del archivo, prendér en consecuencia á Maroto, convencerlo ante un consejo de guerra, y arreglado á ordenanza, condenarlo á muerte. La Junta se conformó con este parecer, y despacharon al confidente con una contraseña para el Cura de Sara, quien lo presentó al Obispo de Leon el 9 de Junio en el pueblo de Guetharie.

Estando el confidente con Abarca, le manifestó las tres muestras, y esplicó el contenido de la nota que habia llevado á la Junta secreta de Tolosa. Fué grande la sorpresa del Obispo al examinar los tres documentos originales, y dijo al comisionado nó habia que descuidar el negocio ni un solo instante, pués era de la mayór gravedad, y desearia tener una entrevista "con la buena alma que la divina providencia habia dispuesto fuese el instrumento de salvacion de la precios vida de S. M." Segun sus literales palabras; más habiendole hecho presente aquel, que esto era imposible, por sér el sugeto Francés, muy conocido por sus opiniones carlistas y vigilado por la policia, dispuso el Obispo escribir á un tál Enciso, su principal agente en Tolosa y en el llamado cuartel Real. En esta carta fecha 9 de Junio le decia lo siguiente. "S. E.: tenga V. la bondad de hacer que el dadór pueda hablár á nuestro principal en un asunto importante de comercio." Y el 1º volvió á salir el confidente para Tolosa y entregó la carta á Enciso: quien en su vista comisionó al coronel Soroa para que se presentase al Pretendiente con las muestras y el recado verbal del Obispo de Leon.

D. Cárlos, después de examinar las piezas, y habiendo hablado con Soroa, mandó comunicár una orden verbal al Gobernador de Vera, para que se facilitase el pase al cuartel Real á la persona portadora del archivo, y ofreció recompensarle con una cruz, titulo ú honores conforme el mérito delos papeles; cuya orden llevó á Vera el Yntendente general, acérrimo enemigo de Maroto. El Yntendnete me envió á decir por el confidente que le remitiera el inventario de los papeles, y él se encargaría de la comision de negociar el asunto, pués si tenian el valór que se les suponian, desde luego entregaria á la familia depositaria los tres mil francos pedidos, consignando igual cantidad en la casa que se designase para garantia de la devolucion delos referidos papeles.

Tal era el esatdo del negocio en fines de Junio, y habiendo dado cuenta verbal al Cónsul que nó convenia sonase mi nombre en sus comunicaciones oficiales, y que más adelante diria al Gobierno sér yó el verdadero y unico autor de todo, conocí desde luego que las miras de aquel funcionario se dirigian á apropiarse de mis hechos, y que nó apareciesen ni mi nombre ni mis servicios en su correspondencia con el Ministerio. El punto á que en esta parte habia lelgado mi plan, y su grandisima importancia, me obligaron á conformarme aparentemente con la voluntad del Cónsul; al paso que dando noticia circunstanciada y diaria de todo al Señor Pita, determinaba escaseár á aquél en lo sucesivo mis esplicaciones sobre el orden y progresos de la operación; por que asi convenia procedér, vista su mala fé y antigua aversion contra mi. Por otra parte se apoyaba esta razon en la circunstancia de nó haberseme provenido de ningun modo que cortase mis comunicaciones con el único Ministro con quien las habia seguido siempre, y en quien tenia la más completa confianza.

En principios de Junio supe que el Coronel Madrazo, comisionado de Maroto en Paris, estaba de regreso en Burdeos, y que con instrucciones de la Junta marotista de aquella capital, y de acuerdo en un todo con Appony y los demás representantes delas Potencias del Norte, se dirigia al cuartel general con el plan de obligár al Pretendiente á que abdicase la corona a favor de su hijo mayor. Por el mismo tiempo me informáron mis confidentes, que los oficiales carlistas de la division Guipuzcoana se apercivieron de una manera nó dudosa, del contagio moral que se habia estendido en el pueblo y en las filas á favor de la Paz, y que temerosos de un alboroto en las últimas y dispersion á sus casas, se reunieron y autorizaron á los Capitanes de los compañias, para que se entendieran con Maroto, y este tratase de salvar la division y la suerte de la oficialidad, contando en el caso con los Ingleses. Que los Capitanes, acordes con los Gefes de los Batallones, se habian presentado en Orozco al General, y manifestándole los deseos de la Division: que acogida bien la demanda de sus subordinados, y preguntandoles á qué se dirigan su miras, habian respondido que á la independenciá de las cuatro Provincias, bajo un sistema republicano foral, y que él (Maroto) fuese el Presidente de la Republica, espulsando á D. Carlos y á su familia del territorio peninsulár, haciendose todo de acuerdo, y con la garantia de Francia é Inglaterra; por lo cual las conferencias y relaciones que habia con el Lord John-Hay se encaminaban á este fin. Estas noticias me alarmaron sobre manera, y temiendo en su vista un golpe fatal contra la integridad de la Monarquia, é irremediable por sus consecuencias, traté de acelerar las operaciones de mi plan para desbaratar instantanéamente todas las maquinaciones carlistas y las de los agentes estrangeros.

El país y las tropas, á pesar de las hostilidades, se mantenian en el buen sentido que por medio de la propaganda hábiamos sabido preparar á favor de la Paz; pero la fatal estrella quiso que en Julio se diese la mál aconsejada y funesta providencia para la tala de los campos é incendio de las mieses y los pueblos; medida que fué como un bálsamo de salud para el vacilante D. Carlos y su corte, quienes la aplaudieron en su corazon. Ella produjo la irritacion principalmente de los Alaveses y Navarros, cuyo territorio empezó á sufrir sus efectos, abriendo la puerta á escesos ú otra conducta del enemigo, según resulta de la proclama nº 23, y de ella sin duda provino el revés que esperimentó el General Leon en los campos de Cirauqui, por que Elio supo aprovechár la coyuntura é inflamár el fanatismo y ardor de sus Voluntarios, para que peleasen hasta morir en defensa de sus hogares y de sus propiedades; y al fin de la jornada se ha visto, que los Batallones de Navarra y Alava fueron los más pertinaces, prefiriendo refugiarse en Francia, antes que adherirse al tratado de Vergara. En Vizcaya y en Guipuzcoa, donde por fortuna hubo otros respetos, y para la recoleccion de la cosecha se celebró un convenio en Mandazuri el 13 de dicho Julio entre el Comandante General D. Miguel Araoz y el de la liena enemiga D. Bernardo Yturriaga, conservaron la opinion y esperanza en sentido de la Páz, y fueron por ultimo los que consumaron con su decision la grande obra de la reconciliacion.

Consiguiente á lo que habia revelado al Cónsul de Bayona, é indicaba el borrador de la comunicacin al Gobierno, volvi á despachár al confidente el 1º de Julio con el inventario de los papeles segun deseaba el Yntendente Carlista, y en el Pueblo de S. Juan de Luz fué detenido por los Gendarmes y despojado de aquellos, que el Subprefecto entregó al Cónsul; pero por más esfuerzos que hicieron las autoridades Francesas para descubrirme, nó lo lograron, habiendome sido sumamente fiel el confidente. Por de pronto le previne que se mantubiera quieto en su casa de la frontera hasta nuevo aviso, y que si lo llamaban del interior los carlistas, marchase inmediatamente.

El 29 de Julio pasó á Bayona para decirme que despues de su detencion en S. Juan de Luz, habia estado en Vera por solicitud del Yntendente Carlista, y que el 18 habia ido en su compañía á Oñate, donde fué presentado al Pretendiente y á su Ministro D. Juan José Marcó del Pont. D. Carlos teniendo en sus manos las tres muestras ó notas del Simancas, examinó al confidente muy detenida y escrupulosamente, haciendole preguntas acerca del archivo ó deposito de los papeles, y satisfecho por sus respuestas, segun las lecciones que yó le tenia dadas, y la estrema sagacidad de que él está dotado, entró en mayor curiosidad de poser aquellos documentos. Le preguntó con mucho interés por la persona que le queria hacér tan señalado servicio, y el confidente respondió siempre, era un legitimista Francés, cuyo nombre nó podia dár por entonces.

El Pretendiente manifestó los mayores deseos de conocerle, encargando al confidente que volviese á Bayona, y le digera de su parte que fuera á Tolosa en su compañía, llevando todos los papeles, y estubiera segurao de que la agraciaria, con honores, titulos ó condecoraciones. Mandó comunicár instrucciones reservadas á Vera, remitieron el pasaporte y enviaron una escolta y el comisionado que debia acompañar al supuesto legitimísta hasta el Real de Tolosa, á donde iva á bajar espresamente D. Cárlos para preparár la insurreccion que meditaba contra Maroto.

Este fué el momento en que ví ya asegurado el triunfo, y en consecuencia principié á tomár todas mis disposiciones para darles el gran golpe que desde Febrero premeditaba. Era tál la confianza que yó tenia en el plan que habia labrado, y tan cierto estaba de lográr el feliz desenlace, que el mismo dia escribí á D. Pio Pita Pizarro, diciendole lo siguiente. "Há llegado el momento crítico, la mina reventará, y puede v. asegurár á S. M. que según están atados los cabos en el Simancas, el estampido vá á sér tremendo, se degollarán horrorosamente, y darémos fin á la rebelion. Recogerémos el fruto de tanta meditacion y de tanta paciencia, como he necesitado hasta llegár á este resultado." En igual fecha di cuenta de todo al Cónsul, describiendo el estado del negocio, y que concluiría la empresa; é iva á despachar de nuevo al confidente con una carta ó nota para D. Cárlos, según el nº 24, cuyo borrador le manifesté, asi como el Simancas; pero al mismo tiempo le dige temia que la policia sorprendiese al confidente y se malográran los papeles, por lo cual el Cónsul creía mas acertado que yó mismo los llevase y entregára al confidente en territorio Español, y á mayór seguridad de los papeles me selló con el Real del Consulado el paquete que contenia el Simancas, con el sobre esterior para el Gobernador militar de Yrun.

El citado dia 29 escribí á los encargados de la linea, que tenia en sazon las cosas, y me disponia á dár el golpe mortál a los carlistas, sin que pudieran evitarlo: que el comisionado Orbegozo bajase á Behobia el 1º de Agosto, sin falta, pués yó me hallaria alli para egecutar una operación de la mayór consecuencia, y le necesitaba al efecto. Añadiáles que redoblasen sus esfuerzos é hiciesen el mismo encargo al interior del campo enemigo; y que las muchachas que nó estubiesen alli, marchasen inmediatamente á preparar los ánimos de sus amigos. El cálculo que yóhabia formado era de una exâctitudo matematica, y según tenia montada la organizacion general de toda la máquina, nó necesitaba mas que el impulso del menor acontecimiento para que se moviera y obrase con estrema velocidad. Estaba seguro que prsentado el Simancas al Pretendiente y sus privados, la causa impulsiva del movimiento estaba creada; ni dudé que se espantaría á la vista de tan insigne traicion como se le demostraba, y que los instantes le parecerían siglos para obligar y mandár á sus fanáticos partidarios tremolasen el estandarte insurgente contra Maroto, como asi lo hizo. El mismo dia que Don Cárlos recivia en Tolosa el Simancas, és décir el 5 de Agosto, escribí á la Maturana y á Maroto dos cartas nos 25 y 26 (ls cuales manifesté al Cónsul), diciendoles, que D. Carlos iva á levantar pendones contra él (Maroto) y se marcharia á Navarra. Todo se realizó exâctamente cuatro dias después.

El 1º de Agosto, salí de Bayona, y en S. Juan de Luz, entró en la misma diligencia en que yó iva D. Prudencio Nenín, agente secreto del Cónsul en la frontera y en la pasada empresa de Muñagorri, y me acompañó sin duda de su orden hasta Behobia. El comisario de policia de aquel punto, estaba yá prevenido, pués á mi llegada, y habiendome detenido en la posada, puso en movimiento la Gendarmería, é inmédiatamente vino, dándoem apenas tiempo para ocultár el Simancas, el cual deposité en poder del amo de dicha posada, persona de toda mi confianza. El comisario bien aleccionado, me dijo. "V. és Aviraneta, y no Ybargoyen como se espresa en el pase del Subprefecto"; y asi se pretendía humillarme por lograr de este modo una pequeña é ignoble satisfaccion. Pasado á Yrun tambien allí me acompañó el agente del Cónsul, para espiar sin duda mis pasos, por estár autorizado con la Real Orden qué yá hé referido.

La noche de mi llegada á Yrun, tube una larga entrevista con el Coronel Gobernador D. Valentin de Lezama, para quien me dió una esquela el Cónsul, y estaba advertido de mi marcha. Vivo muy cierto que nó se tomaron medidas ni precauciones semejantes para impedir la entrada del Pretendiente y la de la Princesa de Beyra, en territorio Español, como las semi-reservadas que se adoptaron para la mia en el pueblo de la madre que me dió el sér. Al Gobernador deYrun le inicié en el secreto de la operación que iva á egecutár, y que era preciso, estubiese apercivido, asi como el Comandante General de la Provincia, asegurandole que antes de doce dias, por la parte de Navarra, se pronuciarina D. Cárlos y el partido furibundo contra Maroto y los suyos, ocurriendo acontecimientos grandes, ruidosos y sin iugal en la presente lucha. El Gobernador de Yrun me recibió muy bien, y le debi mil atenciones, asi como posteriormente para los planes que concertaba con obgeto de cogér al Pretendiente é interceptar sus correos; y por último á mi paso por aquella Villa me ofreció escolta con cuanto necesitase.

El 2 de Agosto al amanecer empaqueté el Simancas en un ule que pedí al dueño de la posada D. Ramon Echeandia, é hice que el comisionado D. Domingo de Orbegozo lo llevase al Caserio llamado Chapertenia en el punto Azcain-Portú, y lo entregase allí á mi confidente que fué en su compañía. El propio dia regresé á Bayona, y el agente secreto del Cónsul, que entró en Behobia en el mismo carruage, me acompañó hasta aquella Ciudad; y habiendo pasado yó, luego que me apée de la Diligencia, á comunicarle el resultado de la operación, le encontré encerrado con Nenín, que se anticipó indudablemente á dar cuenta de la importante comision que acababa de desempeñar contra mí. Precisamente cuando mas indispensables eran toda mi lealtad, patriotismo y constancia para llevár á cabo el mayor de todos los servicios que en los seis años de guerra se han prestado á la causa de la Reyna y de la pátria, los delegados del Gobierno de esta me hacian pasár por tanta humillacion y amargura, que bien parecia deseaban obligarme á abandonar mi grande empresa.

Nó contentos con esto, cada véz que llegaba á la fronera mi confidetne, Nenín se hospedaba en el cuarto nº 6 de la Fonda de Francia, en la cual habitaba yó el nº 10; y desde allí espiaba mis pasos y los del otro. Todavía cometieron un atentado mas culpable. Cuando Orbegozo entregó al confidente el Simancas de orden del Cónsul registraron sus agentes en territorio Español el paquete, sacando copias de las importantes piezas que contenía, y un inventario de todos los papeles y hasta de los sellos. El mismo Cónsul tubo la debilidad de confesármelo después, como una grande hazaña suya, asegurandome que todas aquellas copias las tenía en su podér, y que tambien habia sido el denunciador de mi enviado, cuando le detubieron y cogieron el inventario de los papeles en San Juan de Luz, pero que lo habia hecho para vér si llebaba cartas del obispo de Leon ú otros carlistas. Miserable escusa, cuando el tiro era asestado directamente contra mi persona, y abiertamente opuesto á los intereses de la causa de la Reyna y de la Nacion!

El Cónsul, y sus Gefes ó directores, parece con evidencia que buscaban cualquiera pretesto de acusacion para sacrificarme; y si fueron completamente burladas sus esperanzas, bien necesitó mi lealtad, nunca desmentida, de todas las precauciones que emplé en librarme de tan increibles y alevosas insidias. Con tiempo se fraguó la trama, consiguiendo los calumniosos instigadores sorprendér al Gobierno en el més de Mayo, y la órden para que el Cónsul me vigilase, y lo que és más, para ponerme bajo su intervencion; con cuyo escudo y autorizacion desplegó toda su actividad y celo, que hubieran estado mucho mejor empleados contra los Carlistas, y en meditar planes iguales ó parecidos á los que yo puse en prática durante los diez meses que permanecí en Bayona, y han dado por resultado la concluson de la guerra civil en las cuatro Provincias, del Norte del Reyno.

El llamado cuartel Real del Pretendiente se trasladó el 1º de Agosto de Oñate á Tolosa, punto que eligió para combinar la contra-revolucion fánatica, que derrivase á Maroto y su partido; y por eso se comunicó el 2 del mismo més nueva órden al Gobernador de Vera, á fin de que accelerára la remesa del Archivo que debia llevár mi confidente. En Vea habia comisionados de Maroto, entre ellos su Sobrino y uno muy sagaz, que vivian alerta y en observacion de las maniobras del Obispo de Leon y demás refugiados en Francia; por lo que aquel Gobernadór, Lanz, que estaba de acuedo con mi confidente, hubo de usár de las reservas necesarias, para que nó indagasen el pase de este y del Archivo. Al fin llegó sin tropiezo, y el 5 por la mañana el enviado lo entregó todo en Tolosa al llamado Ministro de Hacienda Marcó del Pont, que era quien gozaba toda la confianza del partido anti-marotista y del Pretendiente. El fac-simil del recibo del Simancas, que Marcó del Pont dió al confidente se vé en el nº 27; habiendo sido este hospedado de orden del Ministro en una de las casas principales de Tolosa, con encargo de que guardase el mayor sigilo á cerca de la comision.

El citado 5 y 6 de Agosto se encerró D. Cárlos en su Cámara con Marcó del Pont, sin permitir entrar á nadie, la noche del 6 estando el confidente con el Ministro, despachó este tres correos de Gabinete: uno para Navarra, otro para Alava y el tercero á Vizcaya, advirtiendoles á todos la mayór diligencia. Aquel dia hubo bastante movimiento en Tolosa, agitándose estraordinariamente los anti-marotistas; y mi emisario observó, que en la misma noche entraban muchas notabilidades del pais en casa de Marcó del Pont, sabiendo al dia siguiente y se habian ausentado varios para diversos puntos, y notando que yá en el público se decia habia alguna grande ocurrencia. Otro confidente que habia yó enviado para Tolosa, me confirmó la sorda agitacion que se advertia en aquella Villa y que todos se preguntaban unos á otros el motivo de tál novedad, sin atinár con él y entre los ausentados, se contaba D. Mariano de Arizmendi, á quien vieron salir por el camino de Azpeitia.

En la misma casa donde se hospedó al confidente, estaba alojado un general faccioso que teniá mucha entrada en la de D. Cárlos, y preguntó á aquél qué era lo que habia traido de Francia, pués todo lo tenia en fermentacion en Palacio y en la Villa; y habiendole respondido que él nada habia traido, le repuso con mucho entusiasmo. "Sí, V. há traido cosas muy grandes y favorables al Rey."

El 8, salió D. Cárlos de Tolosa tomando la direccion de Andoain. Entre esta Villa y la de Villabona, y apartado un tiro de pistola del camino Real de Madrid, está la Casa de Campo titulada Azalain, que servía de Alojamiento á los Comandantes Generales facciosos de la linea de Andoain, y allí fué recivido el Pretendiente por el Brigadier Vargas y todo el estado Mayor, aunque nó pasó revista á aquellas tropas como habia pensado, para atraerlas á su devocion; sin fijarse por de pronto en la verdadera causa de esta novedad, hasta que al otro dia lo avisaron los confidentes.

Siendo las tropas de la linea las más adictas á Maroto, y que más odiaban al Pretendiente, los Gefes supieron ó sospecharon que D. Cárlos trataba de seducirlas contra aquel General, y determinaron impedirle la entrada en las lineas fortificadas. Mientras tanto, los Capitanes del 3º Batallon de Guipuzcoa, que estaba alojado en la Villa de Andoain, reunieron toda la fuerza en la Plaza Real y mandaron cargár las armas, con la firme resolucion de que si se presentaba allí el Pretendiente, hacerle una descarga y fusilarle con toda su comitiva. D. Cárlos advertido de este peligro, nó quiso avanzar: pidió una escolta, y le dieron cuatro compañías de preferencia, y de toda confianza de los Gefes, por sér muy adictas á Maroto; y en el instante torció el camino á la derecha, marchando á Goyzueta y Elizondo. Apenas se habia ausentado el Pretendiente, cuando las tropas de la linea prendieron á Vargas, Comandante General interino de ella y su Plana Mayór, y los remitieron á Maroto. El Comandante General propietario Don Bernardo Yturriaga, savedor sin duda de algunas de las disposiciones de D. Cárlos para atraerse la fuerza armada, estando comprometido en secreto con Maroto para el plan de independencia, y nó queriendo esponerse abiertamente hasta vér las cosas mas claras, se ausentó de la liena, á pretesto de tomár los baños de Zestona.

En la noche del 8 al 9 de Agosto se pronunciaron contra Maroto cinco compañias del 5º Batallon de Navarra en Etulain, pueblo del Valle de Ulzama, y conforme al plan reservado que tenian combinado, se dirigieron á Elizondo al mismo tiempo que llegaba allí el Pretendiente, y esperaban de Francia á su antiguo Comandante y Coronel Aguirre y al cura Echeverria. El Comandante de Vera Lanz, estaba de acuerdo con el cura de Sara y el Obispo de Leon para favorecér la entrada de Echeverria, Aguirre, Basilio Garcia y otros expulsados por Maroto; y mi confidente era el emisario de que se valian para sus comunicaciones. El pronunciamiento del 5º Batallon era la señal que tenian acordada para el alzamiento General del partido furibundo contra el Marotista, y aquella fué tambien la causa fundamental de los prodigiosos sucesos que vimos desenvolverse posteriormente hasta que D. Cárlos con las reliquias de sus hordas tubo que introducirse en Francia, huyendo del valiente egército de la Reyna mandado por el Duque de la Victoria. Sin aquel acontecimiento y la causa ingeniosa y eficaz que lo engendró é impulsó; al terminar el verano, las cosas hubieran quedado cási en el mismo sér que guardaban al principio de la campaña; por que sin haberse operado el cambio moral en elpueblo y en la tropa, y sin haberse encendido tan vorazmente la discordia entre D. Cárlos y Maroto y sus respectivos partidos, era del todo imposible penetrár en el corazon de las provincias vascongadas, sin esponerse (como habia sucedido en otras campañas) á una retirada ó una derrota de nuestro egercito, en un país que la naturaleza há destinado á ser una fortaleza impenetrable, teniendo como tenia veintecuatro mil veteranos bien armados y de acreditado é indisputable valor.

Al escribir á Maroto, tube tanto acierto en la combinacion, por que el prófundo estudio que habia hecho de los facciosos y sus pasiones, me habia proporcionado todos los medios para convertirlos en juguete de mis planes, con el fin de enconar más y más su enemistad contra el Pretendiente, haciendo para lo sucesivo imposible un avenimiento entre ámbos. Maroto á quien habia dirigido mi carta por conducto de mis comisionados en la linea, la recivió sin duda á tiempo, mediante que el 10 estaba yá en Tolosa, encontrándose sin D. Cárlos, que habia salido la vispera para Navarra. En el Centinela de los Pirineos del 10 de Setiembre, del que acompaño un egemplar bajo el n. 28, se insertó un articulo en defensa de Maroto, y segun se dice en él, escrito por un amigo suyo; provando que nó habia sido traidor, puesto que ninguna relacion anterior habia tenido con el Duque de la Victoria, y además contiene detalles exàctos y de la mayór importancia sobre el último trastorno Carlista.

Cuando el Pretendiente vió que la Navarra nó se habia alzado en masa, y que los Batallones y los pueblos se mantenian pasivos, conoció se habia frustrado su plan; y temiendo á Maroto, fulminó un decreto contra el 5º Batallon de Navarra, (que él bajo de mano hizo sublevár) y lo declaró traidor, al mismo tiempo que en Elizondo y Lesaca tenía conferencias secretas con el Cura Echeverria, y le mandaba se mantubiera firme en su propósito. A mediados de Agosto salió del Bastán para el Valle de la Solana, donde se hallaba Elio, y con el pretesto de revistár aquellas tropas, nó trataba sino de seducirlas é insurreccinarlas contra su General en Gefe. El ciado Centina delos Pirineos del 22 de dicho Agosto referia este viage en los siguientes terminos: "Don Cárlos acompañado de su hijo y de una pequeña escolta há ido donde estaba Elio. Habiendosele presentado algunos Batallones al paso, les ha dirigido la siguiente alocucion. Voluntarios: Vengo á guarecerme entre vosotros. Los Generales nos venden, todos me son infieles; tengo las pruevas de ello en mi poder. (1) Reconoced á mi hijo el principe de Asturias como á Generalisimo de mis egercitos." Todos los soldados contestaron con entusiasmo por la afirmativa. Parece que D. Cárlos no duda que sus Generales, cansados de la guerra, nó tratan más que de asegurar su suerte á costa de la del mismo D. Cárlos, y que á esto se han dirigido las entrevistas misteriosas de Maroto con Lord John-Hay, y el envio á Londres de ciertos pliegos con el barco vapor el Cometa."

La Gaceta de Languedoc, periodico semi-oficial de D. Cárlos, en su numero de 21 del repetido Agosto, explicó este pasage según sigue. "Pasando el Rey á Estella há revistado los Batallones que están en Ulzama, y entre otras cosas les dijo estos palabras. Como nó tengo confianza en ningun General, vóy á ponerme con mi hijo al frente del egercito, ¿me seguireis? Hasta la muerte, Señor, gritaron las tropas."

Radicado de este modo el alzamiento fanático contra Maroto en el país Vasco Navarro, restaba que el egercito de la Reyna á las órdenes del ilustre Duque de la Victoria aprovechase con conocimiento de causa el estado de discordia en que se veian los Carlistas. El 16 de Agosto exspuse vervalmente al Cónsul que por mi parte y en aquella fecha estaba todo hecho, y era preciso proponér al Sór. Espartero los movimientos que le detallé, como práctico que sóy en el terreno y conocedór entonces del verdadero estado del egercito enemigo. El Cónsul aprovó mi idea, y me recomendó que sin perdér momento le extendiera la minuta de la comunicación que iva à dirigir al Duque con un confidente; y á la media hora le llevé el papel, cuya copia acompaño bajo el numero 29. El acertado y rápido movimiento de nuestro General en Gefe sobre Vergara, dió por resultado el célebre convenio, con los acontecimientos gloriosos que á él siguieron, y los que podrán seguirse si se aprovecha el tiempo de su influjo; sin desconocér que el prodigioso cambio surgió prósperamente aun contra los sentimientos naturales y la adhesion firme que siempre conservaba Maroto por la causa carlista, y su ciega sumision al Pretendiente, como puede verse en las últimas comunicaciones que le dirigió y transcribo bajo el nº 30.

Si Maroto se avino nó fué por falta de fidelidad al negro pendon que habia defendido, ni por el oro que le diera el Gobierno de la Reyna, como falsamente hán supuesto todos los periodicos de Francia, sin distincion de colores, y algunos de Ynglaterra; Maroto se encontró con un efecto, cuya causa ignoraba, la revolucion morál hecha en el pueblo y en la tropa, y en el conflicto de una rebelion armada de sus antes subordinados y yá implacables contrarios, sin sabér la mano oculta que ló habia promovido; colocado al frente de unas tropas que nó querian pelear bajo la enseña de D. Cárlos ni otra alguna, sinó retirarse á sus hogares; enfin, amenazado de sér victima del puñal ó del veneno. En un folleto que acaba de publicar en Bayona M. Audibert-Leduc en defensa de Maroto, dice lo siguiente. "Amenazado por el veneno y el puñal de los asesinos, este General sin medio ni para demitirse del mando, tubo la admirable energia de reprimir la sedicion castigando, de un modo ejemplar la audacia de algunos conjuados. Solo Dios sabe cuantas victimas se hubieran inmolado, si este padre del soldado hubiera tenido la bajeza de huir, abandonando toda su responsabilidad. "Todo le obligó pués, á sucumbir, nó la voluntad que tubiera de hacerlo, y al final del manifiesto que publicó en Bilbao en el més de Setiembre indica el mismo Maroto algunas de las enunciadas causas en estos terminos. "En la primera entrevista que tube con el general Espartero, nó quedamos acordes, por falta de seguridad sobre los fueros, y nos despedimos para romper, las hostilidades, á cuyo fin di las ordenes conducentes, señalando los puntos que las tropas debieran ocupár; pero entonces fué cuando nuevamente se me representaron las dificultades y oposicion para el combate (2), cuya circunstancia me obligó á la determinacion de que se nombrasen los Gefes que habian de pasár, como en efecto pasaron, al cuartel general de Espartero para la celebracion formal del convenio, en que nó tube más parte que haberlo recibido firmado por los individuos que al final se manifestará, al mismo tiempo que tambien los que me facultaron por las divisiones de Vizcaya y Guipuzcoa."

El Pretendiente y sus consejeros, conociendo el estado de perplexidad en que se veia Maroto, fluctuando entre la fidelidad y el temór de una muerte aleve ó ignominiosa, trataron de aprovechár los momentos, aunque estubiera cási consumada la que ellos llamaron y llaman traicion, ó sea el benéfico convenio, que como dice muy bien Maroto se lo llevaron á firmar los mismos que yá lo habian acordado y hecho en realidad. Don Cárlos, inducido por los que le rodeaban quiso operár una contra revolucion en los cuerpos que habian abrazado el convenio; para que sus efectos quedáran reducidos á cuatrocientos ó quinientos Generales, Gefes y Oficiales, y hacér que la tropa desertase á Navarra, intentando principiar el golpe por las fuerzas de la linea de Andoain. Elio con tres de los Batallones Navarros, los más fieles y adictos al fanatismo, se dirigió á Tolosa, y allí empezaron los grandes manejos de acuerdo y por consejo de los agentes de las potencias estrangeras que habian acudido á las Provincias desde el instante que supieron el pronunciamiento del 5º Batallon en el Valle de Ulzama. En la carta que dirigió Yturriaga á Maroto desde Andoain el 18 de Agosto, se lee lo siguiente. "A las 10 de esta mañana se há visto con migo Aldave, enviado por Elio á sabér en que sentido se halla esta division, le hemos manifestado francamente nuestro modo de pensár; en la inteligencia, que nó solo nó darémos un paso atrás, sinó que estamos resueltos á llevar á cabo la empresa." Aquí está provado que Elio, á nombre de D. Cárlos, estaba seduciendo las fuerzas que habian de entrár y entraron en el convenio; si yá después de celebrado este, Yturriaga, Soroa, Aguinaga, Altamira y otros, que habian dado sus poderes para el efecto al General, nó quisieron conformarse con él, se adunaron á Elio para sublevar las tropas de Maroto, y posteriormente se asilaron en Francia con el Pretendiente y las reliquias de su insostenible bando. Ellos querian un convenio que les asegurase la independencia del pais, garantido por la Ynglaterra la Francia; cuyo proyecto ó preliminares se iniciaron con el Lord John-Hay.

En la linea de Andoain, con sugecion á mis instrucciones, desacreditaban mis encargados al Pretendiente y los suyos; á tiempo que por la parte de Navarra obraban en sentido contrario. Se hicieron en fin, los últimos esfuerzos para anularle enteramente, sacando todo el fruto posible de la posicion é influencias de los Gefes y Oficiales mas ofendidos y disgustados á resultas de las maniobras de Elio, de los agentes del fanatismo y de los estrangeros. (3) por consecuencia se imbuyó á las tropas, y con buen éxito, que lo que los Gefes querian era asegurár sus empleos y grados, por lo cual mirasen por su salud y se retiráran á sus casas. Las jovenes introducidas en los Batallones que habia en Andoain, trabajaron en este sentido poderosamente, y pusieron en fermento á los soldados con sintomas alarmantes y que se agrupaban en ademan de egecucion. Los agentes estrangeros que pagaban buenos espías en el país carlista, advirtieron la novedad, y avisáron á sus principales en S. Sebastian de cuanto pasaba, é inmediatamente despacharon estos á Tolosa y al campo de Andoain una persona condecorada para que á toda costa se conservase la unidad y obediencia de las filas, hasta que ellos pudieran concluir las negociaciones uqe tenian pendientes.

El 23 de Agosto, á la 2 ½ de la tarde recibieron mis comisionados de la linea de Andoain el aviso de nuestro adicto y fiél teniente del 2º Batallon de Guipuzcoa Don José Zabala, diciendo que en Andoain se advertian preludios notables de descontento en las tropas. Mis encargados le propusieron que sin perdér un instante, y bajo cualquier pretesto se trasladase á aquella Villa, y fomentase la rebelion á toda costa, enviándole dinero para el efecto.

Al mismo tiempo los sargentos dñél 5º Batallon de Guipuzcoa, que estaban de acuerdo con nosotros, enviaron parientas suyas á la linea, diciendo que se formaban grupos de alguna consideracion en el juego de pelota y las Tabernas, é ivan á dár el grito de la Páz, y luego repitieron otro mensage de que los soldados yá habian gritado Páz, que querian entregár las armas y retirarse á sus hogares, pués bastaba de engaños. Ybero, Coronel del Batallón, que estaba en Villabona, se trasladó á Andoain, y por el concepto que disfrutaba entre la tropa, pudo apaciguarla, asegurando que al instante se firmaria la Paz.

El 26 de dicho Agosto, al medio dia, me llamó el Cónsul para preguntarme si sabia con certeza lo que ocurria en Andoain, y le contesté leyendole las cartas que tenia, y esplicandole el secreto de lo que allí pasaba. Me pidió que al punto le insertase todo en una carta firmada por mí, pués quería ponerlo en noticia del Señor Ministro de Estado, á cuyo fin iva á enviar aquella tarde un espreso á Oleron para alcanzár al correo de la Embajada. A la hora se la llevé, y decia literalmente, segun el nº 31. "Continuando los trabajos en el campo enemigo para fomentar su desunion y pérdida, se há conseguido introducir el gran gérmen de la discordia en la linea de Andoain. Desde la nuestra me dicen los encargados de los trabajos con fecha del 24 y el 25 de este lo siguiente (aquí el estracto de dichas cartas); y concluí la mía de este modo. "Esto és lo que me dicen, y debo añadir á V. S. para conocimiento del Gobierno, que acaso hóy ó mañana tendrán mís encargados una conferencia con los Gefes superiores facciosos de aquella Brigada, para proponerles que abandonen la causa del Pretendiente y tomen partido con sus tropas á favor de la causa de la Reyna Doña Ysabél II, cuyo resultado pondré en noticia de V. S."

El 24 supieron mis comisionados por medio de sus confidentes, y de una manera indudable, que el siguiente dia 25, se reunian en Tolosa varios Generales y Gefes Navarros, Alaveses y Guipuzcoanos, para acordar el modo de torcér el ánimo de los soldados y arrastrarlos al campo de D. Cárlos. El dia 26, se supo mejor por noticias positivas de los confidentes lo que se habia tratado en la Junta de Tolosa, presidida por Elio; pretendiendo los Navarros y Alaveses que se abandonase á Maroto, y pasarse con todas las fuerzas á Navarra para sostenér á D. Cárlos y su causa; pero hallando oposicion en algunos Guipuzcoanos, nada se habia resuelto definitivamente.

Entonces mismo avisó el Coronél Ybero á mis comisionados que deseando tenér una conferencia con ellos, los citaba para la linea de Andoain y mañana del 26. Ybero era uno de los jefes de más prestigio, por sér el primero de la faccion Guipuzcoana, y estár al frente del afamado Chapelchuris (5º de Guipuzcoa). D. Domingo de Orbegozo, uno de los encargados de la linea, concurrió puntualmente a las 2 ½ de la tarde al pueblo de Urnieta, é Ybero le dijo, que en reunion tenida por los Gefes de los Batallones Guipuzcoanos, se habia acordado autorizar á Maroto para que celebrase una transaccion con el Duque de la Victoria, y que una de los condiciones sería la espulsion de D. Cárlos del territorio Español; por que en esta parte sus deseos eran en todo conformes á los nuestros. Le manifestó tambien que habian sido engañados por los estrangeros en las negociaciones entabladas con ellos, habiéndoles ofrecido asegurár la independencia del país, los fueros en su integridad etc,, y que bajo de tal concepto convenidos con los subalternos, se veian comprometidos, por nó haberles guardado fiélmente los estrangeros aquello que les habian prometido. El Coronel aseguró á Orbegozo que aquel mismo dia ó en el inmediato tendrian una entrevista con Maroto y el Duque de la Victoria; -concluyendo con manifestarle que convendría pasase yó á la linea. Este aviso me confirmó en los antecedentes que poseía, de que se trataba de una contra-revolucion para impedir un avenimiento entre los dos Generales, por lo cual redacté las instrucciones del nº 32 y las envié con un propio á los Comisionados.

El dia 30 notició Ybero á estos que nadie se acercase á la linea hasta nuevo aviso, que estaban divididos en opiniones los Gefes y temia se notasen sus entrevistas. Ygualmente supieron los comisionados por avisos seguros de sus confidentes, que habian llegado á Tolosa nuevos comisionados del Pretendiente, que Guibelalde acababa de sér dado á reconocer Comandante General de Guipuzcoa; estando ya los Generales y Gefes (entre ellos Ybero) seducidos por aquellos, y se trataba de sublevar los Batallones de la linea contra Maroto y operar una reaccion en todo su egercito á favor de Don Cárlos. Los encargados de la linea me comunicaron inmediatamente esta noticia con un propio ganando horas, y en la misma ocasión me llegó un confidente de Tolosa que me instruyó de todas las intrigas que habia, lo mucho que trabajaban los agentes estrangeros residentes allí para impedir todo areglo entre Maroto y Espartero, y sublevár las tropas carlistas de Andoain por el Pretendiente; asegurándome que podian disponer de fondos considerables para la egecucion de aquellos proyectos. El mismo confidente me trajo una copia que habia podido proporcionarse de la proclama que Guibelalde íva á dár al pueblo y á las tropas; documento que nó se há publicado en níngun periodico de esta Corte ni en los de París y solo lo insertó á mediados de Septiembre la Gaceta de Languedoc, cuya copia distingue el número 33.

Penetrado yó de la gravedad de las circunstancias, y que si el enemigo conseguia realizar sus planes, malograriamos en un momento lo adelantado hasta entonces, pués ayudado de los estrangeros, procurarian restablecer la unidad y órden perdido; é ignorando por otra parte que el Duque de la Victoria hubiese celebrado el convenio con Maroto, resolví jugár el todo por el todo, mandando á mis comisionados que á espensas de cualquiera sacrificio, y sin reparar en las consecuencias, sublevasen los Batallones carlistas de la linea de Andoain, y les remití las instrucciones que demuestra el nº 34, por un propio ganando horas, diciendo á mi comisionado en Yrun que en el instante y á caballo espidiese él otro con el pliego para la linea de Hernani.

El 5º Batallon de Guipuzcoa, en el cual contábamos mas elementos de confianza, y estaba muy preparado, era él que daba servicio aquel dia; y los Sargentos avisaron á los comisionados de la linea. "Hóy nós pronuncimos." Mis instrucciones llegaron oportuamente, y saliendo Orbegozo sin detenerse, penetró en el campo enemigo: se vió y habló con los Sargentos de toda la fuerza, yá le acuerdo con nosotros en la conjuracion, y observando las ordenes que les habia dado, introdugeron dinero, tabaco y aguardiente en abundancia; que los Sargentos distribuyeron á las tropas. Pusieron luego en libertad á los presos del alboroto del dia 24, hicieron cargar los fusiles, y los cuatro Batallones marcharon á la Plaza sin mandato ni anuencia de sus Gefes. Al concluir esta operación, se presentaron allí los Generales y Gefes procedentes de Tolosa para sublevár las tropas contra Maroto, según habian convenido todos en la reunion celebrada en aquella Villa la mañana del 31. Los Generales principiaron á arengár á los soldados, pero los Sargentos y cabos les cortaron la palabra é impidieron hablar, dando los gritos que yó habia prevenido, de "Viva la Paz, viva Maroto, fuera D. Cárlos y los ojalaeros," que fueron contestado por la tropa. Un Sargento del 5º Batallon (agente nuestro) dijo en alta vóz á todos sus compañeros; "cada uno á su puesto;" é inmediatamente ocuparon los frentes de las compañias y arrojaron á culatazos á los Gefes y Oficiales.

El Coronel Ybero, se presentó al frente de su batallon, y sin embargo de sér tan querido de sus soldados, le maltrataron. En este trance se apareció el General D. Joaquin Julian Alzaa y les habló; pero dos Cabos salieron de la formacion al frente de los Batallones, diciendo á sus compañeros: "Viva la Paz, viva Maroto que nos la quiere dár, los que quieran que nos sigan para reunirnos con el General, y sinó vámonos á nuestras casas: que los traidores nos engañan." Todos los Batallones dieron unánimemente el grito de Paz y tomaron el camino de Azpeitia (4). Los Generales, Gefes y Oficiales, los unos se escondian, y otros se escaparon á los montes. Cuatro dias después entró Iturriaga en Francia con una porcion de Gefes y Oficiales, los unos se escondian, y otros se escaparon á los montes. Cuatro dias después entró Iturriaga en Francia con una porcion de Gefes y Oficiales, y le siguió el Coronel Soroa con unos doscientos. Alzaa é Ybero estubieron espuestos á perecér; siendo solo el Comandante D. Manuel Fernandez, quien marchó reunido con su Batallon para presentarse á Maroto.

De este modo acabó aquella gloriosa revolucon; habiendose debido todo á la actividad y maestria con que se manejó. Sin las combinaciones desde tanto tiempo seguidas con una constancia acaso sin egemplo, con una reserva impenetrable, reducido el secreto á dos ó tres personas, y con una fidelidad que solo la imparcialidad apreciarà bien, ó nó hubiera sucedido ciertamente el tratado de Vergara, ó fueran menos grandiosos sus resultados. Bien lejos estaban de pensár en tan fausto desenlace los que recomendaban ó se proponian un plan de campaña de incendio y desolacion en las Provincias vascongadas; cuando después de habér empezado las operaciones militares por el estremo más lejano, más dificil, aventurado y menos importante de la linea enemiga, se invertian grandes sumas de dinero, y empleaba meses enteros el egercito para fortificár en toda regla los primeros puntos conquistados á los carlistas; cuando se intentaba, sin quizá pasar adelante, destinar una buena parte de nuestras tropas del Norte á Aragon, para contener á Cabrera que amenazaba é invadia las Castillas; y cuando en fin, se apresuraban el Duque de la Victoria, el Gobierno y hasta el mismo Maroto á desmentir pública y retieradamente los rumores que corrian de inteligencias entre unos y otros, sobre acomodamiento ó transaccion.

Y aún todavia celebrado el convenio de Vergara, no habria tenido consecuencias en la mayór parte, y hubiera continuado la guerra, á nó haberse organizado tan rápido y oportunamente la esplosion insurgente de los cuerpos carlistas de la linea de Andoain. Sin ellas el venturoso suceso de Vergara, hubiera quedado nó poco ilusorio, y hasta cierto punto aislado, por que la contra-revolucion que el partido fanático habia promovido en Tolosa, era grande y poderosamente sostenida por los agentes estrangeros. Mis comisionados de la linea de Hernani con su actividad y destreza hicieron en aquellas circunstancias el mayór servicio á la Pátria, y su relevante mérito está bien demostrado con esta relacion y por los resultados obtenidos. Consumado del todo aquél motin militár, los carlistas abandonaron sus impenetrables lineas de Andoain con todos los pertrechos y efectos de guerra, y á los dos dias la ocuparon nuestras tropas de la de Hernani, haciendose dueños de 8 piezas de grueso calibre, 2 morteros, 137 mil cartuchos, otras municiones y un sin numero de blerio de cañon.

La feliz operación, facilitó al Duque de la Victoria su entrada triunfal en Tolosa, después de haberla abandonado el enemigo, viendo frustrados todos sus planes. Desde aquel momento quedó enclavado el resto de la rebelion en los estrechos limites del Valle del Bastán, que por su configuracion natural nó podia dár más esperanzas à D. Cárlos, que el sér su tumba ó salvarse en Francia.

Habiendo en tal situacion conferenciado con el Cónsul sobre la situacion de las cosas, convino con migo en que lo que importaba por entonces era saber las miras futuras del Pretendiente, si se refugiaria en el Reyno vecino, ó marcharia á reunirse con Cabrera; pués por las noticias que se tenian, trataba de realizár lo ultimo. Yó me encargué en mi particular de emplear todos los medios que estubieran á mis alcances para esta averiguacion.

Llamé á mi confidente de la frontera, y le previne se dispusiera á ir al llamado Cuartel Real. Redacté una carta fechada del 26 de Agosto en Tolosa de Francia, cuya copia en los dos idiomas, señala el nº 36; y tomando mi segundo nombre de bautismo y el tercer apellido de mi familia, firmé en Francés "Dominique Echegaray," que aparecía sér el legitimista de aquella Nacion que habia remitido á D. Cárlos el Simancas. El 2 de Septiembre despaché al confidente, muy instruido de cuanto debia decír y observár, y el 7 llegó al Cuartel Real que estaba en Lecumberri, entregando la carta del supuesto Echegaray al Ministro íntimo del Pretendiente D. José Marcó del Pont, quien lo recibió muy bien y le presentó á aquel el dia 8. El Ministro me contestó este mismo día de su puño y letra la carta, cuyo facsimil se vé en el nº 36, revelandome en ella el importante secreto que yó deseaba arrancarles, diciendome: "Desde la fecha de su carta ocurrieron acontecimientos que tienen á S. M. y á todos sus adictos en una zozobra tál, que yá solo se trata de pasar á Francia y ponerse bajo la proteccion de aquel Gobierno."

El 10, por la noche regresó el confidente á Bayona, y el 11 por la mañana transcribí al Cónsul la carta del Ministro carlista, y al píe le añadía "Lo que traslado á V. S. para su conocimiento, y que con el dato positivo de que el Pretendiente vá á entrár en Francia á ponerse bajo la proteccion de este Gobierno, tome todas las medidas que le dicte su celo y patriotismo, á fin de que se asegure su internacion á punto, desde nó pueda volvér á dañár. El confidente me há informado vervalmente que el sábado bajaron los Guardias de Corps á Elizondo donde debia estár yá el Pretendiente. A su lado nó estaban yá más, que su esposa, el hijo mayor, Villaréal y muchos individuos de las juntas con tres Batallones. Montenegro se habia asuentado. El Cónsul me acusó el recibo á las 10 de la mañana del mismo 11; y en vista de este antecedente, de otros que le suministré y de los que él tenia acerca del estado de la faccion en el cerrado Valle del Bastan, espidió un parte al Duque de la Victoria, enterándole de todo para el mejor éxito de sus operaciones, y remitiendo yó por el correo de aquel dia al Señor Pita, copia del borrador de la carta del fingido Echegaray, y el fac-simil de la contestacion.
 
 

Nó contento con descubrimiento tan interesante, quería seguir averiguando hasta el último estremo los planes que se proponia Don Cárlos. El dia 12 volví á escribir á Marcó del Pont bajo la firma de Echegaray la carta del nº 37, y mi mismo confidente fué encargado de llevár un pliego del Coronel refugiado Soroa, para su llamado Ministro de la guerra (Montenegro), con encargo especial de entregarlo, en su ausencia, en propías manos de D. Carlos. El confidente me lo trajo cerrado para que con una carta se lo remitiese á la frontera por otra via que tenia yó asegurada, con objeto de libertarme de la policia y de los agentes secretos de nuestro Cónsul.

Abrí el pliego con la precaucion debida, y en el instante lo llevé al Cónsul, por que la comunicación de Soroa esplicaba la verdadera causa que le habia obligado á refugiarse en Francia (que era el motin de las tropas de Andoain) con los Gefes y Oficiales, cuya lista acompañaba; asegurando en nombre de todos á Don Carlos que estarian dispuestos y decididos á seguir la suerte del que ellos titulaban S. M., siempre y donde fueren llamados á sus servicio. De cuya esposicion y lista incluyo con el nº 38. El Cónsul me la pidió tambien con instancia, que le entregué el mismo dia, y habiendo vuelto á cerrar antes el pliego, lo encaminé á la frontera.

En todo el dia 13 no pudo el confidente franquearla, por hallarse toda vigilada y guarnecida de Gendarmas y tropa de linea; pero en aquella noche lo hizo, y llegó á Urdax á las 4 de la mañana del 14, en cuya misma hora hizo dispertár al Ministro Marcó del Pont, á quien entregó mi carta. A las 4 y media pasó el Ministro con el confidente á la posada del Pretendiente, quien estaba levantado, solo y sentado en una mala silla de paja, apoyado su codo en una mesa; sumamente triste y abatido. El Ministro le dió mi carta, y leida con mucha atencion y detenimiento, le dijo: "Este hombre tiene mucha razon en lo que dice, me hacen fuerza sus razones, déjame la carta para que la medite, y vuelve por ella dentro de media hora." Preguntó en seguida al confidente si Echegaray tenia personas de confianza que con seguridad le pudiera encaminar por Francia á Cataluña, y habiendole respondido afirmativamente, D.Cárlos le dijo: "Vete á Bayona, y dile á Echegaray que venga al instante á verse conmigo; estóy sumamente agradecido á cuanto está haciendo en mi favor, y ojalá le hubieramos conocido antes." Marcó del Pont volvió à la media hora á casa del Pretendiente, y luego desde su alojamiento me contestó con la carta cuyo facsimil comprende el nº 39. En ella me decia à nmbre de D. Cárlos: "Lo que quisiera era tenér harinas para la subsistencia de las tropas que se hallan en este punto, las que consumen sobre tres mil raciones diarias. Si tubiese V. medios de surtir de este articulo, haria un gran servicio, auqneu nó fuese sinó para seis dias, empezando desde mañana. Su importe le sería reintegrado, y si verficase esta remision, se servirá por el conducto de este avisarlo mañana á este su atento servidór." El confidente nó pudo pasár el puente de Urdax; y atravesando nuestro campo para entrár en Francia por la parte de Endelarza, llegó á Bayona el 15 por la noche. Marcó del Pont escribió asi mismo una carta por el mismo conducto á su agente en Bayona D. Sebastian Smit, encargandole le proporcionase un cuarto posada para él; cuyo original obra en mi podér, y el fac-simil bajo el nº 40.

Don Cárlos con su familia, la llamada corte y las reliquias de su mal parado egército entraron en Francia á los cinco menos cuarto del referido 14 de septiembre, y con esto se dió fin á la importantisima empresa que se me habia encomendado para la salvacion de la patira; caviendome la dicha de haberla dirigido y realizado en los términos que describo en esta Memoria, sin alterár en lo más mínimo la verdad.

Aun despues de coronada mi obra, la envidia mezclada con la perfidia, que tanto me há perseguido, há tratado de empañar mi reputacion, queriendo presentár mi lealtad como una traicion. En Guipuzcoa han recorrido comisionados secretos para reducir á carlistas pacificados, sobre que digesen que mís comunicaciones con ellos ivan encaminadas á promovér la independencia del país; pero en obsequio de la verdad, los sugetos con quienes se tocó para el intento, han sido hombres de honór, y rechazaron con indignacion tales propuestas, sin embargo de nó conocerme; y uno de ellos (de quien se hace favorable mencion en esta Memoria), contestó ciertamente lo que habia trabajado de mi orden en beneficio de la Páz, de la Reyna y de la causa de la Libertad.

En mi poder obran los partes originales que me dieron los comisionados de esta nueva y última trama, urdida por personas incapaces de hacér un bien, aunque muy dispuestas siempre á hacér mucho mal á su pátria, si median intereses privados ó por saciar sus mezquinas é ignobles pasiones. Uno de los arbitrios que consideraron más eficaces para desacreditarme, fué el esparcir la voz, de que mis encargaos y yó, teniamos la culpa de que nó se hubiese firmado la Páz, pero luego que recebí el aviso de tanta infamia y su procedencia, me apresuré á escribir el Cónsul la carta que se copia en el nº 41.
 
 

Cuando en principios de Agosto traté de combinar nuevos planes para prender al Pretendiente, y á toda costa llevarlos á efecto, escribí á mi encargado en Yrun, que poniendose de mi parte de acuerdo con aquel Gobernadór militár, hiciera que el famoso Sargento Elorrio (hóy teniente de Ynfanteria) pasase á Bayona á verse con migo, como lo verificó el 8. Hablé con él, y con las trazas é instrucciones que le dí para egecutár con acierto la operación, regresó á España muy decidido y animoso. Yó le previne nó escasease gasto alguno, y prometí gruesas sumas á los valientes que debian arremetér el hecho atrevido, si conseguian realizarlo felizmente; y de consuno con sus relacionados en Tolosa y otros puntos, estaba ya para tentár el golpe, cuando D. Cárlos abandonó aceleradamente la Villa.

Elorrio como tan práctico en el terreno, sirvió de guia al Duque de la Victoria, al internarse en el Valle del Bastan, y estubo á su lado en el último desenlace de los acontecimientos en los campos de Urdax; donde empleó nuevos medios para cogér al Pretendiente, que sino tubieron cumplido efecto, consistió solamente en una casualidad ó en la misma movilidad y sobresaltos continuos de este, que apenas permitian averiguár su paradero fijo durante una hora. Desde su llegada á Urdax. No salió de la posada sinó para refugiarse en Francia.

Luego que el 5º Batallon sublevado de Navarra se retiró á Vera, procuré abrir inteligencias con sus Sargentos, que por ausencia de los Oficiales mandaban las compañias; y habiendo hablado á dos un confidente mío, entraron en el plan de prender al Pretendiente y su corte, con cuyo obgeto les remesé dinero para ganár á los soldados. Estos odiaban yá a D. Cárlos, por que de resultas de su alzamiento, el ingrato principe los quiso perseguir para templar y entretenér á Maroto y su parcialidad. Seguro yó del desenlace de los movimientos de los insurreccionados, siempre me persuadí que el Pretendiente pulsaria la alternativa de, ó refugiarse al lado de Cabrera, ó á la vecina Francia, y en este último caso lo natural era que entrase en aquel Reyno por el citado Vera.

El Cura Echeverria, naturalmente cruel y sanguinario, con un esterior más propio del vandolero que de un Ministro del Evangelio, queria vengarse de Maroto, en los que él llamaba Marotistas, atribuyendo este dictado á cuantos se refugiaban en Francia, huyendo de la espantosa hoguera que ardía en el campo carlista. Echeverria preveia el trágico próximo desenlace que tendrian las cosas, cuyo resultado inevitable para ellos, seria á buen librár, l aemigracion; y aquel eclesiástico, deseaba sin duda entrár en Francia provisto de fondos, sabiendo lo que esto vale en el estrangero para vivir con comodidad, y son siempre el mejor pasaporte y las mejores simpatías. Capitan de Vandidos en el boquete de Vera, solo trató de molestar á las infelices familias, que despavoridas se trasladaban al limitrofe Reyno por aquel punto. Por su órden fueron despojados casi todos los fugitivos............ La respectable Señora de Maturana, consiguió libertar á sus hijas, arrodillándose ante aquel clerigo, y pídiendo clemencia para una viuda desamparada é infeliz. Moreno (de odiosa momoria) fué la única victima notable que pereció allí. La conducta vandálica del cura Echeverria, relajó de tal modo la disciplina del 5º Batallon Navarro, que él mismo y sus compañeros de iniquidad, estubieron en riesgo de sér sacrificados por la ferocidad de los soldados. Guibelalde y Basilio Garcia, puestos en Capilla, los sacaron al campo para sér fusilados, pero milagrosamente salvaron sus vidas. La corte del Pretendiente y todos los carlistas de suposicion, noticiosos de los peligros que ofrecia el boquete de Vera, cambiaron de rumbo, y trepando las encrespadas montañas del Pirineo, entraron en Francia por los Alduides.

Frustrado por tanto mi plan, hice sugerir á Echeverria uno muy atrevido. Hicele creér, é igualmente á Lanz, que los que rodeaban á D. Cárlos, todos eran agentes secretos de Maroto, é ivan á entregarle al Duque de la Victoria. El Cura y sus satélites agradecieron mucho al supuesto Echegaray tan importante descubrimiento, y se prepararon á libertar al Pretendiente del peligro que corría, y del cautiverio en que le tenian los creidos Marotistas. Celebraron pues Junta, y acordaron marchár á Lecumberri, para asesinar á cuantos circundaban á D. Cárlos. Partió una columna mandada por Echeverria y Basilio, compuesta de ocho compañias, pero habiendo tenido aviso oportuno los Consegeros del Pretendiente, de aquella nueva tormenta y de la espedicion esterminadora, se aprestaron á rechazarla con la fuerza. Villarreal al frente de dos Batallones Alaveses, les salió al encuentro, y estubieron frente á frente á riesgo de trabar un combate; pero el Cura que vió descubierto su maquiavelismo, mandó retirar sus tropas y volvió á su Canton de Vera.

Los crímenes perpetrados aquí en los mismos partidarios y compañeros de rebelion, fueron atroces é inauditos, desacreditando la bandera y persona del Pretendiente, más que todos los acontecimientos sangrientos ocurridos en los seis años de muerte y devastacion. Los Carlistas maltratados y saqueados en Vera, que llegaron á Francia en la mayór miseria, maldecian la causa que habian abrazado, su suerte, al Pretendiente y los secuaces que todavia conservaban las armas en la mano. Los periodicos Franceses é Yngleses, que hicieron una pintura verdadera de tanto horrór, representaron á los Carlistas como á una cuadrilla de asesinos y ladrones, y á sus sostenedores en el estrangero como fautores y cómplices de tanta maldad. Pero en Vera quedó vengado el partido liberal por los mismos corifeos del obscurantismo. Allí espiró el verdugo de Málaga, el asesino de los mártires de la Pátria Torrijos, Lopez Pinto, Florez, Calderon y demás ilustres vicitmas que aquel condujo al Cadalso. ¡Justo castigo de la Providencia!

Durante mi permanencia en Francia en 1837, segun he manifestado al principio de esta Memoria, fui incomodado por la Policia, hasta el punto de haberme obligado á salir de aquel Reyno; en mi segunda espedicion de este año, sucedió todo lo contrario, pués el Subprefecto me trató con la mayór atencion, permitiendome residir tranquilamente en Bayona.

COSTE QUE HA TENIDO LA EMPRESA

Al léer esta Memoria se creerá que la empresa confiada á mi cuidado costó millones de reales al Gobierno, como han creido los periódicos de Europa, asegurando que Maroto y sus compañeros fueron comprados por el Oro que recibieran en premio de la por ellos llamada traicion. Para que en todo tiempo pueda constár lo realmente gastado en la operación, tengo formalizada por menór la competente cuenta, que ofrece el resultado siguiente:

Reales de vellon.

Há durado la empres diez meses y he invertido........ 55.054.

Mis dietas en los 10 meses á razon de dos mil

reales al més....................................................... 20.000

Para mi regreso á Madrid....................................... 2.500

Total general de lo gastado........................... 77.554.

Dinero recibido

Entregó en varias partidas el Cónsul de

Bayona, á virtud de real órden comunicada por el

Ministro de Hacienda don Pio Pita............................ 50.400.

Me remitió en Agosto D. Pio Pita como particular....... 60.000.

Total de lo recibido...................................... 110.400.

Resumen general

Total recibido............................ 110.400

Total gastado............................ 77.554

Existencias que quedaron en fines

De Septiembre 1839.................. 32.816 reales de vellon.

El Gobierno por medio del Señor Ministro Pita remitió al Cónsul al principio de la comision diez mil duros, y de Real órden se le previno, que aquella cantidad estaba esclusivamente destinda para los gastos que pudieran ocurrirme, y á otros dos Comisionados en el desempeño de nuestro cargo.

En el més de Enero necesité enviar la conquista al Campo enemigo y pedí 600 francos al Cónsul, quien me puso alguna dificultad, alegando le estaba prevenido que las entregas las hiciese para gastos importantes; y habiendole manifestado, que el que tenia pendiente era de tál naturaleza, pero nó podia revelarlo, por fin me facilitó dicha cantidad.

Habiendo yó hecho presente al Ministro D. Pio Pita, que la Real órden se suponia era ambigua, y embarazaba el curso de mi comision, el 3 de Marzo dió otra orden al Cónsul para que me aprontase de una véz cuarenta mil reales, y al avisarmelo á mí, me añadia. "Sin que sea óbice para todo lo demás que V. necesite, pués más lo digo para quitarle la vergüenza de pedir, que por tasarle sus gastos." En sus cartas me advirtió repetidas veces, que si urgia el caso ó me veía sin medios, librase á la vista contra él lo necesario; y esta oferta me la hizo, tanto siendo Ministro como después.

Aunque comprometido en empresas tan arduas, siempre economicé cuanto pude los gastos, tampoco olvidé nunca la máxima de pagar bien á los confidentes, con lo que logré estar en todo caso exácta y fielmente servido. Ni uno solo, aun de los mismos Carlistas, me há hecho traicion.

A mitad de Agosto, me veía yá en grandes apuros por falta de medios, y en lo más activo é interesante de mis operaciones. Creyendo debia existir una gran parte de los fondos que el Gobierno habia remesado esclusivamente para la empresa confiada á mi celo, pasé á decirle al Cónsul que necesitaría dinero, y sin él iva á sufrir perjuicios de consideracion el servicio. Me contestó que solo contaba tres mil francos existentes pro haber sido preciso pagár libranzas del Ministerio y del Embajador en París; y que teniendo pedidos mas fondos, nó se le habian enviado. Que por otra parte se hallaba sin una Real orden, que le autorizase para hacerme entregas, pués acaso nó se le abonarian en cuenta las yá verificadas.

Mis disposiciones nó podian detenerse sin graves perjuicios al estado, ni las operaciones en que estaba comprometido, sufrian la menor dilacion. Urgia pagár á los confidentes, y cubrir otros varios gastos en la linea: debia prevenirme para los crecidos que creia fundadamente ivan á ocasionar los trabajos principiados en Andoain, y que habrian de seguir aun con más fuerza para lográr el fin deseado. Considerándolo todo y las tantas veces repetidas ofertas hechas por D. Pio Pita, libré á su cargo en el citado Agosto mil duros, que pagó puntualmente. Al mismo tiempo adelantándose él á mis necesidades, me remitió dos letras, importantes diez mil francos, pagaderas en París, que fueron aceptadas y satisfechas; añadiéndome que no dejára de hacér cualquier servicio importante por falta de recursos, pués podia librar en su contra cualquiera cantidad indispensable. De este modo salí de compromisos y ahogos, y pude llevar adelante mi plan, y con él los grandes resultados que se han visto.

Antes de concluir, és de mi obligacion hablár de las personas que me han ayudado á la empresa con sus esfuerzos, patriotismo y fidelidad.

D. Eustasio de Amilibia, digno Gefe politico de la Provincia de Guipuzcoa, como natural y propietario de ella, auxilió de una manera activa y provechosa á mis encargados de la linea con sus luces, influencia y muchas relaciones en el país. Por su posicion de autoridad, venció todos los obstáculos que se les presentaron, estando siempre dispuesto y solícito á cooperar a favor de la empresa como su interventór en aquella linea. Le considero muy acreedó á que el Gobierno haga presente á S. M. el señalado mérito contraido por tan distinguido Gefe, con obgeto de que sea reconocido y premiado, ó reciba un testimonio de aprecio de S.M.

D. Lorenzo de Alzate, Secretario del Ayuntamiento Constitucional de San Sebstian, y uno de los dos encargados de la direccion de las operaciones en la linea de Hernani, há contraido los méritos que aparecen de su citada Memoria y cuanto digo en esta mia. Es primo mio, nada pide, y queda satisfecho con habér contriubido á tan señalada empresa por su Pátria, por la Reyna y la Libertad.

D. Domingo de Orbegozo, el otro comisionado de la direccion de la linea, há obrado muy eficaz y activamente, según manifiestan esta Memoria y la certificacion del Gefe politico de la Provincia. Encargado por mí de los trabajos más arriesgados, hasta dentro del mismo campo Carlista, con grave esposicion de su vida; los desempeñó todos con el mayor celo, acierto, desinterés y fidelidad. Las muchas y considerables anticipaciones hechas por esta infatigable patriota al Gobierno de S. M. en el subministro de hospitales, y que por las urgencias del Erario no se le han podido reintegrar, le tienen cási arruinado. Es sugeto de capacidad, muy adicto á la causa de la Reyna y á la Constitucion. Considero justo que S. M. le coloque en un destino proporcionado al relevante mérito contraido y los anteriormente acreditados, segun su hoja de servicios que presento como último documento.

D. José Zabala, teniente que fué del 21 Batallon de Guipuzcoa y uno de los individuos comprendidos en el convenio de Vergara, és quien mandaba en el més de Mayo la compañía que en Tolosa se comprometió con los comisionados de la linea en el plan para prendér al Pretendiente. Después del malogrado proyecto, constantemente estubo en relaciones con aquellos, y en su sentido trabajó para fomentár el cambio moral á favor de la Paz y contra el Pretendiente. En Agosto fué el principal promovedor de los acontecimientos de Andoain, y quien últimamente impulsó á los Sargentos á aquél acto final que dejó burladas las esperanzas de Don Cárlos y de sus secuaces. Todo debe constár de mi correspondencia con el Señór D. Pio Pita, y por estos servicios juzgo á D. José Zabala acreedor á que el Gobierno le premie.

Doña Francisca Gonzalez de Falcon, del comercio de Bayona, me há hecho muchos y muy señalados servicios en la primera y segunda época. Esta Señora me proporcionó la conquista y el principal confidente que há servido con tanta utilidad á la empresa; ofreciendome además en mis apuros el dinero que necesitase, por crecida que fuese la cantidad.

La correspondencia que seguí con D. Pio Pita Pizarro desde fines de Diciembre de 1838 hasta principios de Octubre del corriente año, fué tán constante y copiosa, que pasan de 160 las Cartas que le escribí. Al empezár Julio, estando yó resuelto á dár el gran golpe, y deseando tener á S. E. al corriente de todos los lances de importancia, que me persuadia habian de ocurrir en el Campo Carlista, con el desenlace de mis planes, mis comunicaciones fueron cási diarias; y las cartas numeradas desde 1º de dicho més al 6 de Octubre, alcanzan hasta él 64 con muchas copias y papeles sueltos que le dirigí.

En Diciembre último al comisionarme S. M. á Bayona, el estado de guerra en los cuatro Provincias Vascongadas, nó era nada lisongero, y al retirarme de mi comision en principios de Octubre, han quedado yá pacificadas. Si la lectura y exámen de esta Memoria, justifican, como creo que hé contribuido en mucha ó gran parte al logor de la pacificacion de mi Pátria, quedo complacido con haberla hecho este bien, y prestado este servicio á mi Reyna.

Madrid, 18 de Noviembre de 1839.

Excelentisimo señor,

EUGENIO DE AVIRANETA

1. El Simancas que mi confidente entregó en Tolosa el 5 de Agosto.

2. Yturbe, Urbistondo, Simon de la Torre y otros Gefes, manifesaron á Maroto que ni ellos ni las divisiones estaban en animo de combatir; y si él nó quería celebrar el convenio con Espartero, ellos á nombre de sus tropas lo harian por sí y ante sí.

3. Mientras todos los caudillos del egercito carlista estaban vestidos simplemente de Zamarras, ó malas Levitas y chaquetas, D. Carlos se presentó en la revista de Elorrio de grande uniforme y con todas las insignias de Réy. Este paso teatrál, causó muy mal efecto en los soldados y la oficialidad, por que insultaba su miseria. Después de una larga y praprada arenga, en la que hablándoles de los Cántabros y Romanos, de Anibal y Cesar, preguntó en alta vóz á las tropas, si le reconocian por su Soberano, y no contestando nadie, D. Cárlos se incomodó, como se había incomodado por que mezclasen con los vivas al Rey, los vivas á Maroto; y estando Yturbe á su lado, le dijo, qué era aquella novedad ó silencio de los soldados? le respondió: "Señor, nó entienden el Castellano." Entonces D. Carlos repuso, pués diles en Vascuence. Yturbe les preguntó en alta voz ¿Paquia naidezute mutillac? ¿Quereis la Paz, muchachos? Todos respondieron estrepitosamente Baijauna, siSeñor. D. Carlos comprendió esta burla ingeniosa, gritó traicion y que estaba vendido: volvió la brida de su caballo, apretó de espuelas y echó á correr para Vergara, alborotándolo odo y nó paró hasta Navarra. La Gaceta de Languedoc del 16 de septiembre dijo, que no estrañaba la conducta de Yturbe, por que estaba de acuerdo con su hermano de S. Sebastian, y con los que desde aquella Ciudad habian minado el campo carlista.

4. El Centinela de los Pirineos del 7 de Septiembre refirió este acontecimiento en los términos siguientes. "En el suceso de Andoain, los Oficiales exortaban á los soldados á que los siguiesen á Navarra á reunirse con D. Cárlos, y se sirvieron de todos los medios de seduccion para comprometerlos, pero los Chapelchuris se negaron aviertamente. Uno de ellos, un Cabo, abanzó á donde estaban los Oficiales y les dijo. "Yá nó sois nuestros Gefes y desde hóy nó os reconocemos por tales. Si teneis interes en continuar la guerra, nosotros tenemos interes en terminarla. No pedimos más que Paz y trabajo; volveremos á empuñar con gusto la Pala y el Arado. Yó sóy el que desde este momento manda estas tropas, retiraos." Los Oficiales nó tubieron mas remedio que retirarse y ocultarse, porque les era imposible luchár por más tiempo, sin esponerse a sér victimas de sus propios soldados. 


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