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Atzo Atzokoa

Título de serie :       Fiestas de la Tradición del Pueblo Vasco
Editor :        Imprenta de la Provincia, San Sebastián
Año de publicación :    1905
Descripción :   21 p., [1] h. de lám. ; 26 cm
Nota de autor (es) :    por Serapio Múgica
Nota :  Uno de los ejemp. procedente de Eusko Ikaskuntza
Materia :       Bidasoa (Río) - Descripción
Clasificación : 908(282.246 Bidasoa)
Copia : 12720 F. RESERVA : C-237 F-8

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“FIESTAS DE LA TRADICIÓN DEL PUEBLO VASCO”

CONFERENCIA
POR
D. SERAPIO MÚGICA.

 

RÍA BIDASOA

CONFERENCIA
DADA EL DÍA 30 DE SEPTIEMBRE DE 1904
EN EL
SALÓN DE ACTOS DEL INSTITUTO DE SAN SEBASTIÁN,
CON OCASIÓN DE LAS
“FIESTAS DE LA TRADICIÓN DEL PUEBLO VASCO,”
CELEBRADAS BAJO LOS AUSPICIOS DE LA
Excma. Diputación de Guipúzcoa

POR
D. SERAPIO MÚGICA,
INSPECTOR DE LOS ARCHIVOS MUNICIPALES DE GUIPÚZCOA,
ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Y
OFICIAL DE LA ACADEMIA EN FRANCIA

 

SAN SEBASTIÁN
Imprenta de la Provincia
1905

 

“FIESTAS DE LA TRADICIÓN DEL PUEBLO VASCO”

RÍA BIDASOA

Excmo. Sr.:

Señoras: Señores:

Siguiendo impulsos vivísimos de mi corazón, debo, ante todo, saludar reverentemente á la Excma. Diputación provincial de Guipúzcoa y felicitarla con la mayor efusión de ánimo, por la atención especial que se digna prestar á los asuntos históricos de la Provincia, que son los que aquí nos congregan y han dado margen á estas conferencias.

Cumplido este deber, que estimaba indispensable, necesito justificar mi presencia en este sitio, manifestandoos que he venido obedeciendo á un cariñoso requerimiento del Presidente de la Diputación provincial, que ha tenido, sin duda, la delicadeza de posponer los pocos merecimientos que poseo para encumbrarme á este sitio, á mi gran voluntad y afán sincero de servir á esta venturosa tierra de que descendemos.

El amor á mi país y el respeto que merecen de mí, sus dignísimos representantes, han podido sacarme por primera vez en mi vida, á un concurso público, del retiro á que me llanam mis gustos y aficiones. A falta de otras dotes, he aportado una gran dosis de buena voluntad para cumplir con mi cometido. Si ésta no basta á llenar vuestras aspiraciones, que son las mías, no culpeis al conferenciante, que viene aquí en cumplimiento de un deber, confiado en vuestra benevolencia y no en sus propios merecimientos.

El asunto que he elegido para mi conferencia, es el que se refiere al río Bidasoa, (1) como límite jurisdiccional entre nuestra Nación y Francia; asunto que ha sido debatido repetidas veces, no sólo por plumas de Abogados eminentes y por medio de notas diplomáticas de políticos expertos, sino también con picas y lanzas, arcabuces y cañones manejados por soldados aguerridos, poniendo más de una vez en grave peligro la paz internacional.

Aunque el litigio está fallado, de acuerdo entre ambas partes contendientes, y parece que no debe dar lugar á nuevos debates, como asunto histórico, es importante y digno de que le dediqueis un rato de atención.

* * *

¿Qué raza fué la primera que puso su planta en las frondosas orillas del Bidasoa? ¿A qué tribu, familia ó casta pertenecían los primeros hombres que vadearon la ría? ¿Quién fué el primero que apagó la sed con sus aguas? ¿Quién el primero que gustó sus pescados? ¿En qué lengua se le impuso su primer nombre?

Preguntas son éstas á que no es posible contestar por ahora, á pesar de lo mucho que se inquiere é investiga por arrancar del olvido, secretos que ha sepultado el tiempo.

No hay escritos, no hay monumentos, no hay vestigios de ningún género, que puedan servirnos de guía para subir camino tan difícil y largo.

Lo que parece indudable y puede tenerse por científicamente incontrovertido, como ya lo digímos en otra ocasión, (2) es que la raza Basca ocupa desde remotísimas edades el solar á que vamos á contraer nuestro estudio. Lo demuestra de modo que no deja lugar á dudas, la toponiia de la región que nos ocupa.

Si observamos, en efecto, los nombres de los montes, pueblos y ríos que se hallan situados en ambas márgenes del Bidasoa y analizamos estas denominaciones, adquiriremos pronto la convicción de que gentes que hablaban la lengua euskara y no otras, fueron las que, en tiempos que no alcanzamos, impusieron á estos parajes, las designaciones con que en nuestros días se conocen todavía.

Oyarzun es uno de los pueblos de la frontera, cuyo nombre suena desde tiempos más remotos, y las palabras que entran en su composición son tan claras, que no dejan lugar á dudas, acerca de su procedencia euskara. Oyar, lo mismo que Ojar, significa “bosque.” La z expresa abundancia y Oyarz significaría “abundoso en bosques.” Un significa “luga,” y todo junto Oyarzun, vale tanto como “lugar abudante en bosques.”

Hay muchas caserías en el país, que llevan el nombre de Oyarbide ú Ojarbide, que significa “camino del bosque;” Oyarzabal, que significa “bosque ancho;” y Oyanguren, que vale tanto como “bosque del alto” ó “sobre el bosque.”

Behoybia llamaban antes al paso que actualmente se denomina Behobia. Era éste el vado obligado para los transeuntes que tenían que pasar de una á otra nación, por ser el más corto y franqueable del Bidasoa, y de tal modo utilizaban nuestros antepasados las ventajas naturales del terreno, á falta de otros elementos con que sustituir aquéllas, y solía ser generalmente tan acertada la elección, que aun hoy mismo, á pesar de los grandes elementos de que disponemos, se han considerado tan buenas las condiciones que reune este paso, como lo prueba el hecho de haber tendido en el mismo lugar el puente internacional de la carretera general que une á Madrid con París.

Behoybia vale tanto como Beko-ibia, que significa “el vado de abajo.” Hoy, los naturales de ambas orillas, llaman Pausua, á lo que sus antepasados llamaban ibia “vado,” designación que si bien confirma el significado del nombre primitivo, es de sentir que lo hayan sustituído por otro extraño á su lengua.

La villa de Irún está situada á la orilla del Bidasoa, como todos lo saben. Estudios comparativos de la lengua euskara, hechos en estos últimos tiempos, han demostrado que Ir significa “agua,” lo mismo que Ur. Luego Ir-un vale tanto como Ur-un, ó sea “lugar de agua.” Si alguna duda quedase sobre el particular, el aditamento de Iranzu y Uranzu, que indistintamente agregaban al nombre de Irún, en tiempos pasados, vendría á corroborar nuestra opinión de que tanto monta decir Ur como Ir.

Ondarribia es el primer nombre con que hace su aparición en la historia, la actual Fuenterrabía. Ondar-ibia, sin quitar ni poner letra, significa “vado de arena ó del arena;” y lo es en efecto, porque en bajamar se vadea perfectamente la parte de ría que se interpone entre nuestra ciudad y Hendaya.

Fuenterrabía es palabra adulterada.

Jaizkibel se denomina el monte que une á Pasajes de San Juan con Fuenterrabía. Se deriva este nombre de Aitz, denominación con que los naturales designan á la peña de Arando, que es la que se halla á la entrada del canal de Pasajes y da comienzo á este monte, y gibel que significa detrás.

Todo junto, Aitz-gibel ó sea “detrás de la peña-“

Si de la frontera española pasamos á la francesa, encontraremos los mismos vestigios de la lengua Basca, y pruebas indudables de que la propia raza habitó en ambas orillas del Bidasoa.

Larun se llama uno de los montes más eminentes de la frontera vecina. Lar significa “pasto,” y un “lugar,” como ya se ha dicho y todo junto Larun, “lugar de pastos.”

Bayona, es, sin duda, el pueblo más antiguo de la frontera francesa, cuyo nombre se descompone así Ibai-ona ó sea “río bueno”.

Zubiburu, se llamaba antes el pueblo inmediato á San Juan de Luz, que hoy se sincopa llamándole Ziburu. Significa “cabezo de puente,” “sobre el puente.”

Sin detenernos á analizar los nombres de Urruya, Urtubi, Biarriz, Hendaya y otros, que llevan los pueblos y lugares de la frontera de Francia, se vé al primer golpe de vista su oriundez Bascongada.

Si del estudio de la toponimia pasamos al de la historia, veremos confirmada la opinión de que una misma raza ocupó los lugares á que se circunscribe nuestro trabajo.

Fundándose en una cita de Estrabón, se cree, en efeco, que la nación ó colonia que bajo el nombre de Iberia, se conocía con anterioridad á la venida de los romanos, (3) abarcaba toda nuestra Península y parte de la actual Francia, hasta el río Ródano. Por lo tanto el río Bidasoa, en aquellos apartados tiempos, podría ser la linea divisoria de dos tribus, de dos pueblos que pertenecían á un mismo tronco y se hallaban situados en las dos orillas, pero no constituía el límite de dos naciones distintas, sino que estaba enclavada dentro de la nación Iberia.

Más tarde, los romanos invadieron las tierras que se hallaban á la otra parte de la ría y debieron hacer asiento en ellas, extendiéndos también por esta parte del Bidasoa, á juzgar por los vestigios que aquí se encuentran. Tenemos, en efecto, que en el pueblo de San Juan de Luz y en las ruinas de la ermita de Santa Ana de Hendaya, se han hallado varias monedas romanas, que, gracias á la bondad de su propietario D. Juan Barnechea, de Irún, que ha tenido á bien a preentarlas en esta Exposición, podemos examinarlas. (4)

Así bien, en los juncales y prado de Beraun, que está sobre la iglesia parroquial de Irún, se descubrieron en 1790 algunas piedras y ladrillos de extraordinario alor y varias medallas romanas de oro y cobre, de las cuales se ocupó extensamente el Diccionario Geográfico de la Academia, á principios del siglo pasado.

La lápida de Andre-arriaga, que se halla en la carretera de Irún á Oyárzun, bajo la cual se hallaron armas de cobre, objetos de barro y algunas monedas de plata con la efigie de Augusto, es otro de los testimonios de la existencia de los romanos en esta comarca.

Más ninguno de estos vestigios y restos romanos, puede compararse por su importancia, ni por lo que revelan sobre la permanencia de considerable número de gentes en aquellas épocas en el trozo comprendido entre la ría de Pasajes y la desembocadura del Bidasoa, con los asombrosos trabajos que se encuentran en lasminas situadas bajo la Peña de Aya, en el lugar denominado Ardi-iturri. Un viajero francés, el Ingeniero Mr. Thalacker, que visitó aquellas galerías en 1804, hizo de ellas una descripción interesantísima y dio cuenta de los objetos de barro y moneda romana que halló en ellas. Según dicho Ingeniero, 600 hombres, trabajando diariamente durante él espacio de 200 años, no hubieran podido hacer todas esas excavaciones, y si como se cree eran romanos los que realizaron esos trabajos, puede calcularse el largo tiempo que permanecieron entre nosotros, dedicados al comercio y al laboreo de las minas, los hombres de aquella nación.

Con anterioridad á la venida de los romanos, los habitantes de estas montañas, eran conocidos con el nombre genérico de cántabros, que equivalía al de montañeses. Pero á medida que iba pasando el tiempo y los geógrafos iban conociendo el país por medio del trato y comunicación más frecuente, los escritores fueron particularizando las regiones que ocupaban las distintas razas y describieron con más exactitud la situación de sus ciudades, ríos, montes, etc. Entonces aparece con el nombre de Aquitania, y más tarde con el de Guiena, la región francesa contigua á la nuestra, comprendida entre el río Garona y los Pirineos, y en la misma época empiezan también á distinguirse las tres regiones y gentes que ocupaban la actual provincia de Guipúzcoa, con las denominaciones de Vascones, Várdulos o Caristos.

Veamos pues que parte de nuestra actual provincia, ocupaba cda una de estas tribus ó gentes.

Vasconia. Según opina Gorosábel, (5) cuyos j uicios siempre nos inspiran gran confianza, la parte habitada por los Vascones, comprendía desde la costa de Fuenterrabía, corriendo por la cumbre de los Pirineos, hasta Jaca inclusive. De aquí bajaba hacia el Occidente, hasta las corrientes del río Ebro, pasando por Calahorra, el Moncayo y comarcas de Tarazona. De modo que constituía la Vasconia, una pequeña parte de la costa Cantábrica, todo el antiguo reino de Navarra, una parte del de Aragón y algo de la Rioja hasta el Ebro y sus corrientes.

Vardulia. Los Várdulos ocupaban la parte de costa comprendida entre el canal de Pasajes y el río Deva, y entre Hernani y Legazpia, abarcando también las hermandades de Axparrena, San Millán, Salvatierra, Ubarrundia é Iruraiz, que hoy son de Alaba.

Caristos. La región ocupada por estas gentes, abrazaba desde Motrico, Oñate, hasta el Ebro, ó sea la parte occidental de la actual Guipúzcoa, la oriental de Vizcaya y la llanada y territorio principal de Alaba.

Los límites adjudicados en esta relación á los tres pueblos indicados, en lo que se refiere á la parte que pertenece á Guipúzcoa, tienen en su abono, no sólo la división antigua del mismo terirotiro en lo espiritual, sino también las diferencias de lenguaje que existen todavía, á pesar de los siglos transcurridos, entre los habitantes de los distintos lugares que hemos señalado, como comprendidos en las tres regiones citadas.

Se ve, en efecto, que desde tiempos remotísimos, los pueblos comprendidos entre el Bidasoa y el canal de Pasajes, que hemos considerado como la antigua Vasconia, pertenecían al Obispado de Baona: los de la Vardulia á Pamplona y los de los Caristos al de Calahorra.

Como dice muy atinadamente Gorosábel, (6) parece más que probable que, cuando por primera vez se hizo la división de Obispados, se aplicasen á ellos por completo los pueblos de cada distrito civil entonces conocido, sin separarlos del uno para aplicarlos al otro.

La diferencia de lenguaje entre los tres pueblos indicados, es otra de las pruebas que viene á corroborar la opinión precedentemente sustentada, de que eran estos en el territorio Guipuzcoano, los límties de las tres regiones de Vascones, Várdulos y Caristos. No hace falta aducir pruebas á ninguno que conozca nuestra milenaria lengua Bascongada, para que aprecie la distancia que existe entre el Bascuence de la comarca de Fuenterrabía é Irún y el de San Sebastián, como también entre el Bascuence de la región de la antigua Vardulia y el de Vergara y el valle de Léniz.

A este propósito, el eminente filólogo, mi amigo D. Arturo Campión, ha hecho notar con mucho acierto, que desde San Sebastián para la frontera, las formas verbales del Bascuence, no son del dialecto Guipuzcoano, sino del Labortano y del alto-navarro; es decir, que lingüísticamente, no pertenece esta parte á Guipúzcoa, identificada en sentir de los geógrafos, con la antigua Vardulia.

Hemos dicho ya, que antes de la venida de los romanos, toda la Península y una parte de Francia, hasta el río Ródano, constitiuía un solo pueblo ó nación llamado Iberia, pero no así desde la dominación romana en que los montes Pirineos aparecen como límite de dos naciones distintas, denominadas Hispania y las Galias, según puede comprobarse con textos de Estrabón, Plinio y oros geógrafos contemporáneos.

No sabemos cuando se llevó á cabo esta nueva división internacional, que separó la suerte de gentes de una misma raza y un mismo origen, como eran las que habitaban en las dos orillas del Bidasoa, haciéndoles pertenecer á dos naciones distintas, pero es de presumir que desde aquel momento el río Bidasoa, sería algo más que la líena divisoria de dos tribus.

Tampoco se sabe cuándo se realizó la fusión de los tres pueblos denominados Vascones, Várdulos y Caristos para constituir una nueva organización civil bajo el nombre de Guipúzcoa. Este nombre Ipuzcoa, no aparece hasta el siglo X, pero no se comprendía por entonces bajo esta denominación, lo que hoy constituye esta Provincia, sino solamente la parte que hemos asginado á Vardúlia, con exclusión de la Vasconia y región de los Caristos, ó sea el mismo territorio, que muchos años después se siguió llamando todavía, en lo eclesiástico, arciprestazgo de Guipúzcoa. Es más: todavía mucho más tarde, cuando en 1200 se verificó la unión del territorio Guipuzcoano á la corona de Castilla, no debe entenderse que fuese la Guipúzcoa actual la que se unió, aunque así parece desprenderse de lo que afirman los historiadores que tratan de ese asunto, y así se cree por la generalidad de las gentes. Conviene dar alguna explicación para aclarar este extremo.

No conocemos los términos del pacto que nuestros antepasados celebraron con D. Alfonso VIII. El documento que se extendió con tal motivo, si es que se extendió alguno, y no fué un concierto verbal el que se verificó, no ha podido encontrarse, á pesar de reiteradas pesquisas que se han verificado para ello. Pero sean cuales fuesen los términos en que ese documento estaba concebido, no cabe duda de que Guipúzcoa aun no estaba constituída como hoy lo está, y como lo estuvo desde fines del siglo XIV, después de la famosa Junta general de Guetaria, presidida por el Corregidor Gonzalo Moro. Sin que tengamos datos para declarar si los descendientes de los antiguos Vascones, formaban ó no un solo cuerpo con los hijos de la antigua Vardúlia, los tenemos para afirmar rotundamente, que los que habitaban la región de los Caristos, gozaban de cierta separación ó autonomía. Sabemos, en efecto, que Oñate estuvo sometida á su señor, que lo era el de la casa de Guevara, y no ingresó, ni intentó ingresar en la hermandad Guipuzcoana, hasta mucho tiempo después.

Lo mismo podemos decir del Valle Real de Leniz, que, de hecho, no perteneció á Guipúzcoa hasta el año de 1458.

Por tanto, al decir que Guipúzcoa se unió á Castilla en 1200, no debe entenderse que se unió un Cuerpo de Provincia, regido por una sola Autoridad. Es un error suponer, por ejemplo, que una representación equivalente á las modernas Diputaciones que conciertan con el Poder central, celebró entonces un pacto con el Monarca castellano. Este pacto hubo de verificarse entre el Rey y las Autoridades que regían á las diversas tribus ó gentes que poblaban á la sazón el territorio que hoy forma la Provincia de Guipúzcoa, todo el cual se unió indudablemente en aquella ocasión á don Alfonso VIII, según se deduce de la relación de un testigo tan autorizado como el Arzobispo de Toledo D. Rodrigo de Rada, quien asegura que se entregaron al Rey el castillo de Feloaga, situado entre Oyárzun y el Bidasoa, ees decir, en tierra de Vascones; y el de Achorroz, que se hallaba en Leniz, ó sea en la zona que habitaron los antiguos Caristos, así como el de Ataun y otros que estaban en término de Vardúlia.

De la fusión de una parte de los tres pueblos indicados de Vascones, Várdulos y Caristos, se constituyó la provincia de Guipúzcoa que hoy conocemos, como podrá verse mejor por el mapa que acompaña á esta conferencia.

Con lo expuesto basta para tener una idea de la forma en que estaba constituída esta parte de la orilla del Bidasoa, cuando se unió al Monarca de Castilla, y conviene ahora recordar algunos antecedentes, que aclaran y explican la situación de las gentes que por aquellos tiempos habitaban al otro lado del Bidasoa.

Gueina, conocida en tiempos remotos con el nombre de Aquitania, era la región contigua al mar Atlántico, comprendida entre el río Garona y los montes Pirineos. Domináronla, sucesivamente, los Romanos, Godos, Francos y Duques propios independientes, y siéndolo tal Guillermo X, por su muerte ocurrida el año 1137, se tramitió la posesión á su hija Leonor, quien casó al año siguiente con el Rey de Francia Luis XVIII, pero por haberse declarado nulo el enlace por un concilio celebrado en 1152, casó con el Duque de Normandía, heredero del trono de Inglaterra, que después lo ocupó con el nombre de Enrique II, de la dinastía de los Plantagenets. Así el Ducado de Guiena se trasmitió á la Real casa de Inglaterra, siguiendo unida á ella hasta 1451.

Durante este largo período, la Casa Real de Castilla se enlazó ya con la de Inglaterra, ya con la de Francia, y según se ligase con la una ó con la otra, así se inclinaba en las guerras, unas veces á favor de la primera, y otras veces contra ella y á favor de la última.

En 1160 D. Alfonso VIII de Castilla, contrajo matrimonio con doña Leonor, hija de Enrique II de Inglaterra y de otra doña Leonor, Duquesa de Guiena. Al casarse doña Leonor con D. Alfonso aportó en dote el ducado de Gascuña, que formaba gran parte de la Guiena, adquisición cuya importancia aumentaba para el Monarca castellano, por hallarse aquel territorio confinante con Guipúzcoa, que D. Alfonso deseaba agregar á sus dominios.

Es indudable que á consecuencia de este matrimonio, el señorío del Ducado de Gascuña, pasó de derecho al Rey de Castilla por su mujer, por más que, según parece, no se hubiera realizado su entrega, ni se hubiera dado á D. Alfonso posesión de él.

Lo que se sabe es que Juan Sin Tierra, después de su advenimiento al trono de Inglaterra, ocurrido en 1199, se apoderó del Ducado de Guiena; que el Rey de Francia le declaró la guerra por no haber obtenido antes; como señor feudal, la investidura del mismo; y que en su consecuencia fué expulsado del territorio francés y se retiró á Inglaterra en 1204. Don Alfonso entró, en el año ya citado de 1204, con tropas en Guiena, por la parte de Guipúzcoa, á causa, sin duda, de las hostilidades entre Juan Sin Tierra y el Monarca francés y se apoderó de varios pueblos. El año siguiente de 1205, entro de nuevo en Francia el Rey de Castilla y contendió con Juan I de Inglaterra. Después de esta conquista, D. Alfonso conservó, á no dudarlo, durante sus días, la posesión del referido Ducado. Por tanto, como ya para entonces había logrado que se uniese el territorio guipuzcoano á sus dominios, el Rey de Castilla venía á ser señor de ambas márgenes del Bidasoa.

Sintetizando las noticias expuestas y otras que tenemos á la vista, resulta: 1.º, que por el casamiento con D.ª Leonor adquirió Alfonso VIII el año 1160 derecho al dominio de la Gascuña, aunque no consta que lo realizára, ni ue se le hiciese su entrega; 2.º, que en 1200 se unió Guipúzcoa á Castilla, regida á la sazón por aquel Monarca; 3.º, que el 16 de Agosto de 1202, el propio Alfonso VIII confirmó á San Sebastián el fuero que le otorgó Sancho el Sabio de Navarra; 4.º que el 18 de Abril de 1203 concedió el mismo fuero á Fuenterrabía; 5.º que el año de 1204 entró el Monarca de Castilla con tropas en Guiena por la parte de Guipúzcoa; y 6.º, que en 1205 hizo una nueva entrada en aquel territorio, y llevó á cabo su conquista.

En la carta-puebla, que, como ya hemos hecho notar, dió á Fuenterrabía en 1203, declaró que los términos de este Municipio se extenderían desde el río de Oyárzun hasta el de Bidasoa, que el original latino denomina de Fuenterrabía: Dono etiam vobis et concedo istos términos subscriptos: videlicet de ribo de Oyarzun usque ad ribum de Fonterrabia.

Suponiendo que á la sazón no fuera de Guipúzcoa la totalidad del río, ocurre preguntar lo siguiente: ¿podía D. Alfonso en aquel tiempo conceder á Fuenterrabía el derecho al dominio de todo el Bidasoa? Dado que estuviera en su mano el hacerlo ¿los términos en que está concebida la carta-puebla, autorizan á creer que fuera ese su pensamiento?

He aquí dos puntos que deben resolverse examinando serenamente la mencionada carta-puebla, pero que nosotros no nos atrevemos á dirimir, porque no nos juzgamos con suficientes datos para ello. No se sabe, del texto de la carta, si se ha de considerar incluído dentro de la jurisdicción de Fuenterrabía todo el río, ó hay que fijar, por el contrario, el limite en la mitad de su corriente.

La historia se ha encargado de ir interpretando esta cláusula, según la fuerza ó el poder de que disponían las partes contendientes, como se verá por los sucesos que vamos á relatar sumariamente.

El Príncipe D. Gastón, Conde de Fox, Capitán General del Rey Carlos VII de Francia, entró con 6.000 combatientes en Labort el 27 de Mayo de 1450, y conquistó la Guiena, arrojando en1451 á los ingleses, que dominaron por espacio de trescientos años esta parte del territorio francés, según se ha indicado ya anteriormente.

Conviene ahora, para aclarar ciertos puntos y facilitar la comprensión de otros, una pequeña digresión. El haberse hallado monedas romanas en la ermita de Santa Ana, de Hendaya, parece indicio de que en las remotas épocas en que asentaron en España las huestes del pueblo-rey, hubo población en aquella parte de la frontera, como hay motivo para creer que la hubiese también al lado acá del Bidasoa. Así nos lo inducen á pensar los restos de monumentos y monedas hallados en Irún y sus cercanías, y la existencia de la ciudad de Easo ú Olearso, que mencionan los antiguos geógrafos, y que sin duda estuvo situada en la zona de Guipúzcoa, que perteneció á los Vascones, muy probablemente entre Oyárzun y Fuenterrabía, y de ninguna manera en San Sebastián, como el vulgo, con evidente error, viene sosteniendo, cuando llama Bella Easo á la capital de Guipúzcoa. Creemos, sin embargo, que mientras duró la dominación inglesa en la Guiena, la orilla derecha del Bidasoa, estuvo completamente despoblada, y poblada, en cambio, la orilla izquierda. Nos fundamos para ello en los siguientes hechos, comprobados por la Historia. Sea ó no cierto que Fuenterrabía fué fundada por los romanos, como unos opinan, ó por los Reyes Godos Recaredo y Suintila, como suponen otros, es positivo que se cita Ondarribia en la carta puebla que el Rey D. Sancho el Sabio de Navarra otorgó á San Sebastián en 1180. Veinte y tres años más tarde, ó sea en el de 1203, se expidió por Alfonso VIII de Castilla la carta-puebla de Fuenterrabía, y en 1290 el escudo del Municipio, según una copia que hemos logrado del archivo nacional de París, ostentaba un castillo por un lado, y una lancha con cuatro marineros que arponean una ballena por el otro, lo cual es prueba de que ya en época tan lejana era plaza fuerte con castillo, y de que sus habitantes se dedicaban a la pesca.

Por el contrario, en la zona que se extiende por la otra orilla del Bidasoa, Martín, señor de Urtubia, obuvo del Rey de Inglaterra, por despacho dado en Westminster á 4 de Mayo de 1341, (6) autorización para construir en Urtubia sobre el camino de España, un castillo de piedra con murallas y fosos “porque no existía otro á tres leguas de aquel lugar, y á fin de proteger esta parte de la frontera contra los ataques del enemigo.”

Es decir, que en toda aquella comarca, no había á la sazón otro castillo más que el de Bayona, que existía, indudablemente, desde fecha anterior.

Se sabe igualmente que todavía en 1448, no había ni en Hendaya más que dos casas: que erna las de Iturriaga y Echeverri, según aparece en las declaraciones prestadas por dos testigos franceses en un expediente á que luego nos referiremos.

En estas condiciones, y hallándose Fuenterrabía habitada por gente marinera, y despoblada la otra orilla, no cabe duda de que los Ondarrabienses serían los únicos que disfrutarían de los beneficios de la ría, y de que lo harían sin contradicción ninguna.

Cuando ya los ingleses fueron arrojados de la Guiena, Francia al entrar en posesión de territorios que por espacio de siglos estuvieron en otras manos, quiso poseerlos hasta sus límites extremos, y desde entonces arranca la aspiración de los franceses á que el límite se fijase en la mitad de la corriente, y la oposición tenaz de los vecinos de Fuenterrabía, que se consideraban dueños del Bidasoa hasta donde alcanzaban las mayores mareas, así en la concha como en la ría.

Este anhelo de los franceses, no tardó en manifestarse al exterior. Siendo Alcalde de Fuenterrabía D. Miguel Ruiz de Montaot, vino un Capitán como emisario de parte de Francia, y pidió una entrevista á los Ondarrabienses con objeto de tratar de este asunto. El mencionado Alcalde y otros cinco hombres honrados de la villa, fueron los que en representación suya, acudieron á San juan de Luz para verse con el citado Capitán y los señores de Urtubia, que eran los señores de toda aquella tierra. Expusieron éstos que querían tener parte en el puerto, mar y río, á lo cual contestaron Montaot y sus compañeros, “que nunca Dios tal quisiese, porque era de la Corona Real de Castilla dende ab initio mundi acá todo el dicho puerto, mar, concha, figuer y ría, todo cuanto en creciente la dicha mar alcanzaba y el agua del Bidasoa mojaba y por tal era tenido y reputado y conocido comunmente en todo el tiempo que los ingleses poseyeron la tierra de Labort, y que de ninguna manera dieran lugar á ello, aunque perdieran mil vidas si las tuvieran.”

No se aquietaron con esto los franceses, sino que viéndose victoriosos de los ingleses, y con gente armada en la frontera y en estado de guerra, quisieron llevar adelante su empeño, y obtener por la fuerza lo que no se había querido concederles e grado. Con este motivo, estallaron grandes luchas y contiendas, con muerte de más de 200 hombres de una y otra parte, ó sea de los de Fuenterrabía y de los de Urtubia.

Por aquellos días, ó sea el 7 de Marzo de 1457, estuvo en Fuenterrabía el Rey D. Enrique IV de Castilla, y es de suponer que se le indicaria cual era la causa de las desavenencias que existían entre los súbditos suyos de esta parte y los franceses.

No hay duda de que estos últimos, se encontraban en situación muy desventajosa con respecto á los de Fuenterrabía, puesto que los Ondarribienses podían guarecerse en una plaza fuerte, mientras ellos se hallaban á campo raso, aunque tenían el castillo de Urtubia á la espalda. Para remediar esas desventajas, al amparo de los soldados que les dejó el Rey en la frontera, empezaron á construir un castillo en Hendaya, en sitio a donde llegaban las grandes mareas.

Como era consiguiente, comprendiendo los de Fuenterrabía el daño que esa fortaleza les podía causar, opusieron la mayor resistencia á la construcción de la misma, pero no por eso cejaron los franceses en su empeño, sino que proseguían la obra, protegidos por los soldados de su Rey. En su vista, los Ondarribienses, acudieron á su Monarca, yéste, con fecha 28 de Septiembre de 1458, despachó una Real provisión cuyo tenor literal es como sigue:

“Provisión del Sr. Rey Don Enrique.=Don Enrique por la gracia de Dios Rey de Castilla de León &. A vos Juan Hurtado de Mendoza mi prestamero mayor de Vizcaya, á mi Corregidor de la Provincia de Guipúzcoa, é á todos los Consejos, Alcalsdes, Prebostes, Regidores, Caballeros, Escuderos, Oficiales é hommes buenos de todas las Villas é Lugares de la dicha provincia de Guipúzcoa, é de la villa de Fuenterrabía, é á cada uno de vos á quien esta mi carta fuere mostrada, salud é gracia. Sepades que yo soy informado que non embargante que yo por mis cartas envie rogar é requerir al muy alto é esclarecido Principe Rey de Francia mi muy caro é muy amado primo hermano, é aliado, é al su Maire de Bayona que cesasen de facer la torre é edifico que tenía, comenzada en la ribera del río que es cerca de la dicha Villa de Fuenterrabia, por cuanto era comenzado é fecho en perjuicio mio por la dicha ribera é rio ser de mi señorio, é pertenecer á mi, é á la mi Corona Real, que ahora de pcoo acá á escuso pro su mandado han fecho é acabado la dicha torre, é han puesto gente en ella de la cual han fehco é cada dia facen mal y daño á la dicha Villa de Fuenterrabia, é vecinos é moradores de ella é que algunos de la tierra de Urtubia que es del dicho Reyno de Francia han entrado é entran en esa dicha Provincia, é andan por algunas partes de ella en asechanzas hechando celadas por ferir é matar á los de la dicha Villa de Fuenterrabia é por que con la ayuda de Dios en lo principal de la dicha torre yo entiendo proveer según cumple á mi servicio, é á honor de la Corona real de mis Reynos por que lo que á mi, é á los dichos mis Reynos pertenece non sea perturbada, mandé dar esta mi carta en la dicha razón; por la cual tengo por bien é es mi merced que si de aquí adelante los dichos Franceses, asi de la tierra de Ortobia ó algunos de ellos, ó otro cualquier quisieren entrar en esa dicha Provincia para librar é ver sus faciendas primeramente lo notifiquen cada vez que así ovieron de entrar, al Alcalde del lugar más cercano por ante escribano público, asegurando el que asi quisiere entrar al Sr. Alcalde, que non fará non tratará mal ni daño á los de la dicha villa de Fuenterrabia, ni sera en Consejo de ello llevando cédula del tal Alcalde para los de la dicha Provincia, noticándoles su entrada é como diese seguridad que nonf aria nin trataria mal nin daño á los de la dicha Villa de Fuenterrabia, porque todos lo dejen andar libre é seguramente la cual dicha cédula mandó á cualquier Alcalde ante quien fuere notificada la tal entrada que luego recibiendo la dicha seguridad (lo deje andar libremente) é si alguna persona ó personas de la dicha tierra de Urtubia ó de los que han sido contra la dicha Villa de Fuenterrabia en ayuda de los dichos Franceses, de aquí adelante entrare en esa dicha Provincia, ó en su término sin facer la diligencia susodicha, é sacar el dicho álvala; es mi mercede é mandado á cualquier que los fallare, los pueda matar é maten sin pena alguna que yo por la presente les doy licencia para ello por que vos mando á todos é á cada uno de vos en vuestros lugares é jurisdicciones que por que lo susodicho mejor sea guardado é cumplido, é venga á noticia de los de la dicha tierra de Ortobia, por que cada é cuando quisieren entrar primeramente fagan las dichas diligencias é de ello no puedan pretender ignorancia vos las dichas mis justicias fagades pregonar pro las plazas é mercados de esas dichas Villas é lugares esta mi carta público por que venga á noticia de todos, é ello no puedan pretender ignorancia, é fecho el dicho pregon si los de la tierra de Ortobia, ó otro cualquier del dicho Reyno de Francia, ó otras cualquier personas de los que han seido en facer mal é daño á los de la dicha Villa en esa Provincia que en su tierra entraren sin facer la diligencia é llevar la dicha cédula de seguro, que sin pena alguna los puedan matar é maten quien quisiere é los fallare que por ello vos las dichas nuestras justicias á los que lo ficieren, é contra los que tales fueren no fagades desaguisado alguno que yo por la presente mando asi é les do licencia é facultad para ello, é los unos nin los otros non fagades ende al por alguna manera so pena de la mi merced, é de diez mil maravedises á cada unod e vos por quien firmare de lo ansi facer é cumplir para la mi cámara, é de más mando al ome que vos esta mi carta mostrare que vos emplaze que parescades ante mi en la mi corte do quier que yo sea del dia que vos emplazare fasta quince dias primeros seguientes so la dicha pena á cada uno. So la cual mando á cualquier escribano publico que para esto fuere llamado que de ende al que vos las mostrare testimonio signado con su signo, por que yo sepa como cumplides mi mandado. Dada en la ciudad de Uveda, veinte y ocho días del mes de Septiembre añod el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil é cuatrocientos é cincuenta é ocho años.-Yo el Rey.-Yo Alvar Gomez de Ciudad Real, Secretario de nuestro Señor el Rey, la fice escribir por su mandado. Registrada.-Chanciller.”

En virtud de la disposición precedente, Don Juan Hurtado de Mendoza, prestamero mayor de Vizcaya y Corregidor de Guipúzcoa, cumplió el mandato del Rey, y dio á entender á los Franceses, á lo spocos días, cuan mala porfía habían emprendido, porque juntando hasta mil Guipuzcoanos, y poniéndolos en la torre llamada Guardia-Gaña, cerca de Irún, y en otros lugares que le parecieron á propósito para el caso, descalabró de tal manera á los primeros agresores, que se vieron obligados ellos y los demás á procurar la paz.

Poco después se reunieron Comisarios de las dos partes, y acordaron unánimes que todo cuanto el ríoy brazo de mar alcanzaban á cubrir desde Endarlaza al Higuer, era del Rey de Castilla. La sentencia dictada en aquella ocasión, y escrita en lengua gascona, desapareció en el incendio de Fuenterrabía de 1498.

No por eso cesaron las hostilidades de los habitantes de ambas orillas del Bidasoa, y donde se encontraban un francés y un español de esta parte de la frontera, se suscitaba fácilmente la cuestión se presentaba á veces con el carácter cómico y pintoresco que revistió en 1504, la desavenencia que estalló entre un capitán de Fuenterrabía llamado Juan de Sorbelo y el señor de Buniort. Disputaban ambos sobre quien tenía derecho á la posesión del Bidasoa. Ssotenía el de Buniort, que pertenecía el río á su Rey hasta la mitad. Replicóle el capitán Sorbelo, que si quería sostener esa opinión, él combatiría con el de Buniort. Oyólo Adame de Inurriso, y se adelantó para declarar, que por ser gentil hombre el de Buniort, no le tocaba combatir con Sorbelo, pero que allí estaba él para hacer sus veces. Aceptado el reto por el de Fuenterrabía, señalaron la mitad de la ribera para llevar á cabo el desafío. Y aquí cedemos la palabra al documento de donde tomamos estas noticias, para que refiera los sucesos con toda sus chistosa originalidad. “Estando Inurriso ese día en San Juan de Luz, tomó un jubon nuevo é lo vistió; asi bien tomó una porquera en la cabeza, de la cual puso un paño blanco á manera de pendón y dio al testigo Marticho de Iturriso su jubón viejo paa que lo trajese á Hendaya, y al llegar á este lugar el de Inurriso, desnudó su jubó nuevo y tomó el viejo por ser más largo y se fué con su porquera en la mano, un machete en la cinta y una pabecina en la otra mano, sobre los arenales en bajamar.”

De Bayona, Urruya y otros lugares habia acudido mucha gente á presenciar aquella lucha. Avanzó el de Inurriso en el arenal y avisó al capitán Sorbelo que allí esperaba. El Ondarribiense contestó que estaba enfermo de la cabeza, y que por ello se dejara el combate para otro día. No por eso desistió el arrogante Francés, sino que colocándose frente á Fuenterrabía, llamaba á grandes voces á Sorbelo, y allí estuvo aguardándole hasta que el agua le llegó á los sobacos. Tres días consecutivos vino el de Inurriso á repetir el desafío, sin conseguir que el capitán Sorbelo acudiese á la cita.

Este es uno de tantos episodios como se promovieron á consecuencia de las divisiones nacidas del empeño de dominar el Bidasoa. Sucedió también el año 1509 otro hecho, que vamos á relatar:

Un clérigo de Hendaya, llamado Echeberri, traía un caballo comprado en Castilla, que le quitaron al pasar por Navarra. A los pocos días el citado clérigo, en unión de varios parientes, apresó á su vez una gabarra con veinte fardos de lana, que bajaba por Navarra, á Fuenterrabía. Los vecinos de esta población, alborotados con este hecho, pidieron que se devolvieran los fardos á sus dueños respectivos, y como no fué atendida su petición, cometieron varias represálias, que fueron contestadas con otras por los franceses.

Adquirió el asunto grandes proporciones, y menudeaban las contiendas y los apresamientos, porque se buscaban los unos á los otros para causarse todo el daño posible. Los de Fuenterrabía bajaron la artillería al puntal, y comenzaron á disparar contra la torre y casas de Hendaya, no sin que respondiesen los franceses con las piezas que habían traído al efecto.

Los Reyes de España y Francia nombraron Comisarios encargados de dirimir estas cuestiones. Las resolvieron los Comisarios designados, después de laboriosas negociaciones, y la sentencia que dictaron, fué aprobada por ambos Monarcas en Julio y Agosto de 1510. En esa sentencia, se especificaban los derechos que e concedían á cada una de las partes en litigio, y al autorizar á los de Hendaya para tener puerto, para pasar y andar con gabarras, tirolas y otras naves, se declaraba que podrían hacerlo en embarcaciones sin quilla. No cayeron, por de pronto, los interesados, en la cuenta de lo que eso significaba, creyendo que quería decir sin timón, lo cual no importaba mucho para navegar por la ría, pero al comprender que esa limitación les obligaba á usar embarcaciones chatas ó planas, recurrieron al Rey de España por medio del Embajador que éste tenía en París. Su gestión no obtuvo éxito ninguno, pues, advetido el Monarca de lo que pretendían los franceses, no tuvo por conveniente acceder á ello.

No es posible, sin que esta conferencia adquiera proporciones exageradas, dar cuenta de los fundamentos en que descansan las manifestaciones de los numerosos testigos que declararon en la información que se abrió por los Comisarios, y menos todavía, reseñar la multitud de veces que se repitieron estas contiendas con motivo de la jurisdicción y dominio del río Bidasoa.

Consignaremos, sin embargo, para que nuestros oyentes puedan encauzar sus opiniones: 1.º que Fuenterrabía, y no otro pueblo alguno, cobraba en la Lonja los derechos de todas las mercaderías que entraban y salían en el puerto; 2.º, que los vecinos de Fuenterrabía ponián los lemanes y valizaje en el puerto y entrada; 3.º, que desde tiempo inmemorial, tenía Fuenterrabía la nasa pesquera que atravesaba de parte á parte toda la ría, descansando en la orilla de Francia; 4.º, que la justicia ordinaria de Guipúzcoa era la que entendía en los delitos que se cometían en la ría; 5.º, que la Provincia tenía el monopolio de las barcas de Behobia para el paso de gentes; y 6.º, que la entrevista de los Reyes Enrique IV de Castilla y Luis XI de Francia, en 1463, se celebró en la orilla derecha, como terreno neutral.

A pesar de estas y otras pruebas que parecían favorecer el derecho de España, se vino á establecer pro fin, que la línea divisoria de las dos naciones, era el centro de la ría. Así se declaró en el tratado de límites que los representantes de las Coronas española y francesa, firmaron en Bayona á 2 de Diciembre de 1858. Se abonaron unos miles de reales á Fuenterrabía, en concepto de indemnización de las nasas salmoneras, y sin más ventajas se cedió un derecho que tenaz y valientemente defendieron para España, durante cientos de años, los hijos de esta frontera de Guipúzcoa, y muy especialmente los animosos Ondarribienses, aun á costa de grandes sacrificios de haciendas y de vidas.

Lejos de nuestro ánimo al hacer esta indicación, resucitar contiendas entre los moradores de ambas orillas del Bidasoa, hijos todos de la misma raza, y llamados por lo tanto á considerarse y amarse como hermanos. Solo hemos tratado de estudiar el asunto bajo el aspecto histórico, sin invadir el terreno de la actualidad palpitante. Por lo demás, si de nosotros dependiese, nunca estimaríamos doloroso el sacrificio de medio río, si con él se conseguía la paz entre los que llevan la misma sangre y hablan la misma lengua y se glorian de llamarse Euskaldunas, como hijos de nuestra amada Euskal-erria, que se extiende por una y otra margen del Bidasoa.

He dicho.

Serapio Múgica

(1) Creemos que esta palabra debiera escribirse con V y no con B, atendiendo á su etimología.
(2) “Monografía histórica de la villa de Irún.”
(3) La España Sagrada del P. Risco. Tomo XXXII.
(4) El conferenciante las exhibió en este acto.
(5) “Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa.” Tomo I, pág. 190 y siguientes.
(6) Chateau d’Urtubie por Mr. J. Jaurgain



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