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Atzo Atzokoa

Autores:   Guipuzcoano, Un
Titulos:   Respuesta de un guipuzcoano al artículo de fondo publicado por el Eco del Comercio en su número 1126 de 30 de mayo de 1837 sobre el sentido de la proclama dirijida por el Exmo. Señor general en gefe Conde de Luchana a los habitantes de..
Materias:  España - Historia - Guerra carlista, 1833 - 1840 / Euskadi - Historia - 1833 - 1840
Editores:  Imprenta de Ignacio Ramón Baroja, San Sebastián, 1837
 
Localizacion: Sign.Topografica         Situacion        Devolucion
Sign.Topografica: C-78 F-2
Situacion: No prestable

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RESPUESTA
DE
UN GUIPUZCOANO
AL
ARTICULO DE FONDO PUBLICADO
POR EL
ECO DEL COMERCIO
EN SU NUMERO 1126 DE 30 DE MAYO DE 1837
SOBRE EL
SENTIDO DE LA PROCLAMA DIRIJIDA
POR EL
EXMO. SEÑOR GENERAL EN GEFE
CONDE DE LUCHANA
A LOS HABITANTES DE LAS PROVINCIAS VASCONGADAS Y NAVARRA,
EN EL CUARTEL GENERAL DE HERNANI EN 19 DEL MISMO MES.
 
 

EN SAN SEBASTIAN,
En la imprenta de IGNACIO RAMON BAROJA.
1837.
 
 
 

En el número 1126 del Eco de Comercio de 30 de Mayo último se dice, que han llamado la atencion pública y producido cierta alarma en los ánimos, las proclamas, que el General en Gefe del Ejército del Norte dió en el cuartel general de Hernani en 19 del mismo mes, y contrayéndose á la que se dirijió por S. E. á los habitantes de las Provincias Vascongadas y Navarra, procuran analizar los redactores á su manera, el verdadero sentido de la seguridad que contiene de la conservacion de sus fueros, y de no haberse pensado jamas en despojarles de ellos, concluyendo, que el General en Gefe no ofrece en dicha proclama otros fueros á las Provinicas exentas, que el régimen, las instituciones y las leyes que han de ser comunes al resto de la Monarquia. Bien se vé, que esta conclusion no pasa de una opinion personal de los redactores del artículo, y aunque se esfuerzan en presentarla con todos los caracteres de una interpretacion natural y genúina, no es de creer, que sus autores la dén mas importancia, que la que tenga en sí, ecsaminada imparcialente por las mas sencillas reglas de lógica, sobre los mismos argumentos en que la apoyan. A este ecsamen deben sin embargo preceder algunas cortas observaciones.

Desde el momento de la insurreccion de las Provincias del orte se creyó por muchos, que el orijen del alzamiento de ellas contra el Gobierno legítimo debia buscarse en el temor que sus habitantes concibieron, de perder sus fueros, en el sistema de reformas que se anunció aun antes de la muerte del último Monarca. Otros han sostenido, que la insurreccion Carlista en las mismas es el producto de los dos principios políticos encontrados, que luchan en la Europa, dominado en el País por el fanatismo, con todas las pasiones reaccionarias, que quedaron mal satisfechas en el año 1823 y que para nada figuran los fueros en las convulsiones que agitan á las Provincias del Norte, y que conmueven en sus fundamentos el órden social en otras varias de la Península. Entre estas dos opiniones estremas hay otra, que parece mas razonable y mas verosimil, es á saber, que el primer movimiento que recibió la rebelion, fué independiente del temor de perder los Fueors, que ni aun estaban amenazados á la muerte de Fernando VII ni al advenimiento de su excelsa hija al Trono, pero que despues de recibir su impulso funesto de las clases interesadas en la continuacion de los abusos del régimen absoluto, no ha djeado de ecsaltar la imaginacion de los ilusos, la idea de un cambio completo de las instituciones forales, por otras que manifestaban la tendencia mas marcada á la nivelacion; idea que lejos de ser sofocada en su principio, ha cundido por la esperiencia de los sucesos posteriores, y que arraigada ya en todos los espíritus, ha producido la tenaz resistencia de las masas seducidas, á todos los esfuerzos que hace la Nacion, para pacificar no solo las provincias esentas, sino aun las que se han rebelado sin necesidad, ni aun pretesto de conservar fueros, que no han conocido. De este modo es como se esplcia la importante preferencia que debe darse á la pacificacion de las Provincias del Norte, porque hallándose concentrado en ellas el gérmen de la insurreccion con todos los elementos de la cuestion Europea de principos, y de su complicacion con los constitutivos de su organizacion peculiar, solamente puede esperarse el suspirado término de la guerra civil, cuando ya no ecsista el foco que alimenta la rebelion, y que amenaza estender su influencia esterminadora á las interiores de la Monarquía.

El autor ó autores del Eco del Comercio sin detenerse, á apreciar el valor de estas observaciones, solo fijan su atencion en el modo de atenuar la impresion, que hayan odido causar en algunos ánimos, las palabras de reconciliacion, que el General en Gefe ha dirijido á los habitantes de las Provincias Vascongadas y Navarra en su alocucion de 19 de Mayo y por conseguir su intento, no reparan, en que los medios sean menos lógicos que sofisticos, ni cuidan de prevenir las consecuencias, que su violenta interpretacion puede producir en política. Asi es que despues de confesar, que al leer aquellas palabras creyeron ver, como todos los demas "que el Conde de Luchana como General en Gefe y con autorizacion del Gobierno ofrecia á los habitantes de las Provincias Vascongadas y Navarra la conservacion de sus antiguos Fueros, tales como los gozaron hasta el tiempo de su alzamiento, añaden que continuando la lectura de la proclama, salieron de la admiracion ó mas bien perplejidad, en que les habian puesto las palabras marcadas." Los redactores; que así hablan, reconocen, cual fué el sentido en que se vea, si este sentido era mucho mas fundado y natural, que el que representa  despues la interpretacion del Eco, es necesario fijarnos en la inteligencia del pasage que se examina. "Estos mismos (dice la proclama, hablando de los fautores y promovedores de la rebelion) que no se cansan de engañaros, os dicen, que peleais en defensa de vuestros fueros, pero no los creais. Como General en Gefe del ejército de la Reina y en nombre de su Gobierno os aseguro, que estos fueros que habeis temido perder, os serán conservados y que jamas se ha pensado en despojaros de ellos." Segun el testo literal de este pasage es claro, que á los habitantes de estas Provincias se les seduce con la idea de que pelean en defensa de sus fueros, es decir, de los que poseen de hecho y de derecho, y queriendo el General en Gefe, convencerlos del engaño que encierra esta suposicion, les asegura como General de la Reina y en nombre de su Gobierno, que no solamente les serán conservados estos fueros, "que han temido perder," sino que jamas se ha pensado en despojarlos de ellos. Si la idea de la conservacion de lo que se goza, no supusiera, que lo que se ofrece conservar, es aquello mismo que ya se posee, la seguridad de no haberse pensado jamas en el despojo de aquel goce, probaría la confirmacion de la prosesion que ya se tiene. Estas inducciones rigurosamente lógicas establecieron el sentido que atribuye el Eco á las palabras marcadas en el concepto general, y por grandes que sean los esfuerzos que haga para deducir del siguiente periodo, que el General en Gefe solamente ofrece á las Provincias del Norte el mismo régimen, las mismas instituciones y las mismas leyes, que han de ser comunes á toda la Monarquía, creemos, que no habrá ningun hombre reflexivo, que adopte su opinion. El periodo que pone el Eco en tortura, para arrancarle un sentido meramente arbitrario, clama mas de lo que pudiera yo hacer contra su violenta interpretacion. Dice pues: Y "¿cómo podría suceder tal error bajo un régimen de instituciones, como el que rige á la Nacion Española, fundado en leyes tan libres como las que os han hecho felices por tanto tiempo?" Segun el Eco, este periodo esplcia, que los habitantes de las Provincias insurreccionadas podian temer la pérdida de sus fueros en castigo de su rebelion, como sucedió á los Catalanes y Aragoneses en las dos épocas que cita, y que el General en Gefe les asegura, que en lugar del régimen escepcional á que fueron sometidos los Catalanes, los Vascongados y Navarros lo serán al régimen de instituciones, fundando en leyes tan libres como las que los han hecho felices por tanto tiempo. La proclama no ofrece á las Provincias del Norte el regimen y las instituciones, que son comunes al resto de la Monarquía; las ofrece "conservar sus Fueros", de que "jamas se ha pensado despojarles" y la seguridad de su conservacion recae sobre leyes preecsistentes, que tanto tiempo han labrado su felicidad, no sobre leyes posteriores, que por libres que sean, pueden no admitir la concurrencia simultanea de los Fueros. No se disputa sobre el mayor ó menor grado de libertad de unas y otras leyes, pero aun concediendo ventajas en esta parte á las generales de la Nacion, no por esto se deduciria, que para las Provincias Vascongadas fuese mejor ser regidas por estas, por que las mejores leyes en práctica siempre serán, las que mas se adapten á las costumbres, á las opiniones, á los afectos y hasta á las debilidades y preocupaciones de los hombres.

No se encontrará la mas remota reminiscencia de castigo contra la rebelion en la proclama del General en Gefe; solo se hace una acertada alusion de desgracias, para cuando hubiese de continuar la guerra, por desecharse la mano de reconciliacion que tiende, estando armada de poder para el esterminio de los rebeldes. Ni ¿como era posible, que los generosos sentimientos, en que rebosa, admitiesen semejante anomalia, capaz por sí sola de producir efectos diametrlamente opuestos, á los que se propone su filantrópico autor? Ni este, ni ninguno que ecsamine con ojos filosóficos é imparciales vé en la lucha, que despedaza las provincias, mas que la horrible ceguedad de sus incautos habitantes, empeñados en sostener por el influjo de las mas bárbara combinacion del fanatismo político y religioso, abusos que detestan sus Fueros, buenos usos y costumbres, y de que se resienten la pureza de la relijion y la escelente moral que heredaron de sus projenitores. Separando estos ilusos, que solo deben inspirar sentimientos de comiseracion, por ser victimas de su ignorancia y de la seduccion de sus gefes, es preciso reconocer en las filas de la lealtad la mayoria de los propietarios, todos los hombres mas distinguidos por su talento y educacion, por su fortuna mercantil, por el ejercicio de alguna industria y por su representacion en el pais. Y no se crea, que la lealtad de todas estas notabilidades sea una lealtad cómoda y esteril, que vegeta en las conveniencias de una vida regalada, contentándose con ser pasivos espectadores de las calamidades públicas, hasta que llegue le término suspirado de una pacificacion, para cuyo logro nada contribuyen por su parte; es una lealtad acrisolada en la desgracia, purificada y confirmada por la resignacion, con que sufre la pérdida de sus bienes, capitales y obvenciones de sus profesioens y oficios: ni la proscripcion que les condena á buscar asilo en puntos guarnecidos, ni las dolorosas privaciones que son inseparables de la estrechez y miseria á que se ven reducidos, ni el sacrificio de todas las consideraciones qeu gozaron, han alterado su firme resolcuion e sostener el trono legítimo de ISABEL II y las libertades patrias, en cuya defensa se emplean del modo que sea compatible con su respectiva disposicion personal. Y ¿tambien ha de envolverse á estos en el castigo, que dice el Eco, temen los rebeldes, para cuando se complete el triunfo de las armas de la REINA, ó se confundirá su suerte con la de los sublevados, sometiendo á unos y á otros al régimen, instituciones y leyes del resto de la Monarquía? Pero la proclama del General en Gefe sale al encuentro y dice, que bajo un régimen de instituciones, como el que rige á la nacion española fundado en leyes tan libres como las que nos han hecho felices por tanto tiempo, no cabe el error de privarnos de los Fueros. Este periodo esplica claramente, cuan distante estaba el General en Gefe de pensar, que á sus palabras de reconciliación se pudiera dar nunca la interpretacion, que las atribuye el Eco del Comercio. Si la civilizacion del siglo repugna, como dcien sus rredactores, la realizacion de los temores que supone abrigarán los sublevados; si ya generalmente se condena aquel abuso de la victoria ¿Como no repara en abogar po rla adopcion de un abuso, que si bien contraido á solos los rebeldes nada tendria de vituperable, es cuando menos injusto aplicado á los leales? Con que Aragon, Cataluña, Valencia, la Mancha, Estremadura y alguna que otra Provincia de las Andalucias en que mas o menos germina la insurreccion, gozarán de lrégimen, instituciones y leyes libres que la Nacion ha establecido, mientras ellas pugnaban por derrocar el Trono de ISABEL y perpetuar el gobierno absoluto, que era su único patrimonio antes de la insurrecion, y los habitantes de las del Norte, leales y rebeldes han de perder indistintamente sus fueros, que por tanto tiempo los han hecho felices? ¿Hay en semejante plan de unidad la menor apariencia de equidad, ó puede llevarse á ejecucion, sin hollar todas las reglas de la justicia distributiva? Mal conocen los redactores del Eco á las Provincias del Norte, si creen, que las personas sensatas del pais están lejos de apetecer los Fueros, mirando al interes futuro de ellos. El interes futuro estará mejor asegurado por leyes que por tanto tiempo han hecho la felicidad de sus habitantes, que por instituciones que ni aun siquiera se han ensayado. No se confunda la resignacion, que muestran las personas sensatas, con su falta de afeccion á los Fueros. Acostumbrados á todos los golpes del mas crudo infortunio, sacrificarían á la paz todo lo que afianza su felicidad individual, pero no sin hacer presente, que la Nacion es la que mas pierde, en privar á las Provincias, de los Fueros que han labrado hasta ahora su prosperidad, y ¡ojala que una triste y amarga esperiencia no llegue á probar, que el prurito de posponer ventajas positivas á las vanas ilusiones de una teoria, transformó en un espantoso desierto los paises mas laboriosos y morigerados de la Monarquía, que tantos y tan señalados servicios han prestado á la Nacion en las circunstancias mas críticas, y para cuya continuacion seria necesario su régimen foral que en pocos años les repondria de sus quebrantos, terminada la guerra civil! Quien así opina no es un magnae, de los que segun cree el Eco, solo ganarian en la conservacion de los Fueros, por tener vinculado el mando del pais. Pertenece á la clase media, sin haber dejado por eso de participar del mando Provincial, cuyo acceso es de derecho para todos los vecinos concejantes, siendo su número el de algunos millares, entre quienes recae lo que llama el Eco la ventaja del mando y que realmente no es sino una honrosa carga, de servir gratuitamente á su pais. Las ventajas del régimen foral son comunes á todas las clases y todas ellas perderian muchísimo, dejando de ser regidas por los fueros. Un régimen que constituye la felicidad de las Provincias del Norte, no puede menos de atraer ventajas á la Nacion, que hallaria en ellas ayuda y cooperacion para sus necesidades, mientras reine en ellas la prosperidad y ventua, que les asegura su organizacion especial, pero si por peligrosos ensayos de teorias inaplicables á los hábitos, usos y costumbres seculares de sus habitantes, se ciegan los manantiales y recursos que hallan en su constitucion forla, entonces refluiria su miseria y su desolacion sobre el Estado, que postergase las lecciones de la esperiencia á las ilusiones de una nivelacion impracticable, impolítica é injusta. Un Gobierno paternal y un Congreso de sabios representantes de la Nacion no pueden perder de vista, que los fueros de estas Provincias constituyen una propiedad de las mismas, adquirida y conservada religiosamente desde un tiempo inmemorial, y que confirmada por mas de seis siglos conforme á las condiciones de su union á la corona de Castilla, han asegurado no solamente su propia felicidad, sino que han contribuido al engrandecimiento y á la prosperidad de la Monarquia en las épocas de su mayor gloria y poder. Fundados en la mas perfecta conformidad con los intereses de los pueblos, inspiran á estos una íntima conviccion de hallarse ligado su bienestar á su conservacion, sin que por ello se consideren desprendidos de los intereses que les son comunes con la Nacion, á quien bajo formas administrativas, que envidian las mas civilizadas de Europa, han contribuido para las necesidades del Estado con sacrificios y sumas superiores á otras provinicas del Reino. Pobres por naturaleza, el sistema tutelar que les rige, les ha colocado en posicion de cooperar al auxilio y defensa del Reino, en términos que no podrian hacerlo, si se les uniformase al general de la Monarquía. No podrian dar este resultado los fueros, si la administracion peculiar de las provincias esentas fuese enteramente incompatible con la general del Reino, pero si bien examinada la realidad de esta asercion, se viera, que era susceptible de reglas mas fijas y mas subsistentes, para establecer una perfecta armonía entre sí, no serian los Vascongados y los Navarros, los que se negarian, á regularizar los auxilios que en todos tiempos han prestado y desean prestar á la Nacion. Ni la unidad de la ley, ni el sistema de nivelacion pueden asegurarse prácticamente, con el rigor que pretenden, los que solo tratan de sacrificar á vanas é insulsas teorias la felicidad de las Naciones. No hay ni puede haber otra identidad, ni otra nivelacion prácticas, que la proporcion de las cargas con los productos, y es el colmo del delirio empezar por oponer obstáculos á la prosperidad de algunas Provincias, para igualarlas en los servicios, con otras que atentidas todas las circunstnacias entran en la carrera de mejoras en materia de administracion, mientras retrogradan aquellas en todos los ramos, que preparan, fomentan y consolidan la prosperidad de los pueblos. Todas estas consideraciones y otras muchas que se omiten por evitar difusion, han debido decidir al Gobierno y al General en Gefe, para asegurar á las Provincias Vascongadas y Navarra la conservacion de sus fueros, y que jamas se ha pensado en dspojarlas de ellos. Mejor instruidos que los redactores del Eco, del mecanismo admirable de la administracion que establecen, no ha podido arredrarles para una declaracion tan necesaria, como justa y acertada, esa ecsajerada alarma de los ánimos que pretende calmar, sublevando con una interpretacion tan intempestiva como arbitraria los intereses mas vitales de las Provinicas y poniendo en cuestion hasta la buena fé y la honradez proverbial castellanas. Por que es preciso convenir, en que si la insurreccion se alimenta en las Provincias del Norte por el temor de perder los fueros, los redactores del Eco la fomentan por su parte, atizando el fuego de la discordia civil por medio de una confirmacion de aquel temor, acompañada de esplicaciones que llevan en sí la humillante idea de una concesion, que destruye las esperanzas de los leales, y provoca la tenacidad de los obcecados. ¿Y han meditado los redactores del Eco sobre las consecuencias que prepara este modo impolítico de desmentir las seguridades, que dá el General en Gefe en nombre del Gobierno, acerca de los futuros destinos de unas provincias á cuyos habitantes se quiere atraer, disipando los temores, que los fautores de la rebelion y la marcha de los negocios públicos habian radicado en sus ánimos? Será lícito, á los que ejercen la augusta mision de mejorar el espíritu público, desvanecer las esperanzas, que en punto tan importante mantienen los leales sobre razones de conveniencia general y fundamentos de justicia irresistibles? No es ademas un ultrage sangriento al buen sentido de estos, no menos que á las generosas inspiraciones del Gobierno y la buena fé del General en Gefe, alterar la literal inteligencia de las promesas mas esplícitas y solemnes, y presentarlas bajo el punto de vista odioso de una decepcion, que desacreditaria todos sus actos subcesivos? Afortunadamente son tan claras y terminantes estas promesas, que la interpretacion del Eco no podria producir efecto alguno en los hombres sensatos, pero ¿cual no será el daño que cause en los incautos, cuya limitada comprension sea atacada á la vez por su propia suspicacia y por la sofisteria de los que tienen interes en perpetuarles en el engaño y mantenerles en la rebelion? ¿Qué ventajas no sacarán estos seductores de la ignorancia de las masas, cuando aprovechándose de la interpretacion del Eco, las persuadan, que no se ha tratado sino de engañar sus esperanzas, con palabras que encierran un sentido derogatorio de los Fueros "que el General en Gefe no ha tenido otro objeto en su proclama, que anunciarles la substitucion por el régimen comun á la Nacion, sin que sus facultades se estiendan á otra cosa, ni el Gobierno mismo pudiese darle una autorizacion, que no tenía, para segregar á cuatro provincias del régimen constitucional establecido para toda la Nacion?" No seré yo. quien imite el Eco, en el abuso qu ehace de las ventajas de su posicion, para arrojar entre los rebeldes esta nueva tea de la discordia. Sé que el General en Gefe no se escederá de sus facultades; sé, que el Gobierno al revestirle de las que tenga, tampoco habrá usurpado, las que son privativas del Congreso constituyente, pero tan como estoy, de que todos obran en la esfera de sus atribuciones, lo estoy tambien, de que el Conde de Luchana no ha dirijido á las Provincias Vascongadas y á la Navarra una proclama de sentido doble, y mientras mi conviccion en esta parte esté apoyada, como lo está, en su providad y generosos sentimientos, deberé suponer, que el Gobierno obra también revestido de las facultades necesarias, ó que tiene la seguridad de no ser contrariado por el Congreso en las medidas, que haya creido indispensables para poner término á la guerra civil. "Si lo que se trata de hacer es conforme á justicia y útil para la Nacion, los representantes deben votarlo." Así y en estos precisos términos se esplicaba el Eco, no hace mucho tiempo, con ocasion de sostener una medida legislativa, que otros escritores calificaban de infractora de la Constitucion reformada. "La doctrina que se oponga á aquella, (añadia) es mezquina y funesta, y no debe tner entrada en el cuerpo legislativo." Yo no reclamo mas que el ecsámen, de si es conforme á justicia y útil para la Nacion, la derogacion de los Fueros, y si de este ecsámen resulta la injusticia y la inutilidad d esu abolicion, entonces los representantes de la Nacion deben votar por su conservacion, segun la doctrina del Eco. No ha tenido lugar este ecsámen, luego sin él no debe precipitarse la substitucion que propone. Bien merecen un ecsámen imparcial y detenido unas instituciones, cuyo origen se pierde en la obscuridad de los tiempos, y que respetadas por el poder absoluto, á pesar de funestas é inveteradas preocupaciones, han echado profundas é indestructibles raices en el corazon de los pueblos, que han tenido la felicidad de gozarlas. Quien aconsejase su derogacion, negándose aferradamente á investigar los fundamentos de justicia y de conveniencia pública, en que se apoyan, predicaria sin duda la escelencia del vandalismo, que se complace en destruir por ódio á la civilizacion y á la cultura, cuanto el genio de las ciencias y de las artes ha creado de mas admirable entre los hombres. Cuando leemos en la historia, que la asoladora segur de los bárbaros del Norte se cebaba con preferencia contra los monumentos mas magestuosos, contra las obras mas preciosas de pintura y escultura, contra las bibliotecas que encerraban los descubrimientos mas útiles de los sabios, un grito de indignacion y de horror interrumpe nuestras lecciones, para llorar los males y calamidades que en todos tiempos nos han causado la ignorancia y la barbarie, y esta dolorosa impresion solo es comparable á la que siente mi alma, al ver, que el verdadero modelo de un Gobierno popular y el mejor sistema administrativo de la Europa sea perseguido hasta el esterminio por un ciego impulso, que con insultante desden huye del ecsamen del influjo que tienen en la prosperidad general del Reino. Pero felizmente de esta siniestra prevencion solamente participan, los que sin conocimiento de causa, sin estudiar el caracter y la índole de los habitantes de las Provincias, los que sin nociones fijas de la admirable estructura de las instituciones forales, profesan doctrinas retrógradas, bajo la apariencia falaz de su mentido amor á los verdaderos progresos. Es de muy poco peso la opinion y voto de tales publicistas, comparado con el de los hombres reflexivos, que nacidos y educados en las provincias interiores del Reino, han depuesto sus preocupaciones en esta parte, despues de un estudio profundo del íntimo enlace que tienen los Fueros con las libertades primitivas del hombre social, y convencidos de que por populares, por económicos, por sostenedores del órden y de la libertad no se conocen instituciones, que los aventajen en el mundo, han acabado por acatarlos y venerarlos como un tipo de administracion provincial, que reune todas las condiciones indispensables, para asegurar á sus administrados, el goce de todos los objetos sociales. Así es que confian los habitantes de estas Provincias, en que las Córtes y el Gobierno de una Nacion que ha proclamado tantas veces la libertad de sus instituciones, no podrán menos de reconocer que la justicia y la conveniencia pública bien entendida recomiendan altamente la conservacion del sistema foral, que todos confiesan haber hecho por muchos siglos su felicidad, cooperando á la grandeza, prosperidad y esplendor del Estado. Es tiempo ya de que cese la continua ansiedad que aqueja los ánimos perturbados por la oscilación que se advierte, entre las promesas de los que mandan y los ataques de los que se han encargado de desacreditarlas. Nada sufren los hombres con mayor impaciencia que la incertidumbre de sus destinos futuros. Un mal ya realizado, por lo mismo que es un mal, inspira tal vez la esperanza de un remedio, pero la desgracia que se teme, mantiene los espíritus en una perplejidad que enerva su accion y los inutiliza, reduciéndoles á un estado de marasmo habitual. Esta situacion se agrava cada día; cunde el desalliento en los ánimos con la misma rapidez que corre el fluido eléctrico en la materia preparada para comunicarlo á los cuerpos afines, y es preciso, urgentísimo, que las Córtes y el Gobierno acudan á desvanecer estos recelos, conciliando la afeccion de los habitantes de las provincias á sus instituciones forales con los cálculos mejor combinados de una política, que desconcierte los planes de sus adversarios; planes de aniquilamiento que provocarian nuevos males, sobre los ya insoportables que sufre la Nacion; planes tanto mas odiosos, cuanto se quieren realizar por espíritu de reaccion, por solo el empeño de destruir todo lo bueno, por impulso de pasiones mezquinas y en holocausto á preocupaciones absurdas, que rechazan la luz y el desengaño, que resisten la idea de todo ecsamen y que ufanas de haer llegado á su parecer el momento mas oportuno, de sobreponerse á la verdad, á la razon y á la justicia, se esfuerzan en consumar un sacrificio meditado ha largo tiempo. Acusan á los partidarios de los fueros de un espíritu retrógrado en materia de instituciones políticas y procuran desacreditar sus principios gubernativos, calificándolos por opustos á los progresos sociales que ecsije la civilizacion del siglo, pero semejante ataque ni aun merece el honor de ser repelido. Los fueristas nacieron libres y su amor á la libertad es inseparable de su ecsistencia, como que transmitido de una en otra generacion forma ya una necesidad natural, que no solo les impele á conservarla para sí mismos, sino á propagarla por todas partes, unida con el amor al órdeny con el respeto á las leyes. Sus enemigos aun son muy bisoños en el goce de la libertad, para pretender dictar reglas de gobierno, á los que tienen resuelto el difícil probelma, de que puede un pueblo ser libre, á pesar de estar unido á un gobierno absoluto. Jamas arrastraron estos las viles cadenas de la esclavitud, ni tascaron el saludable freno del órden y de la legalidad, y tan enemigos del despotismo como de la anarquia han sabido gozar por siglo sde las dulzuras de la libertad, sin esperimentar las amarguras de la licencia. Son por esto los primeros, en congratularse con todos los españoles, ahora que el triunfo de la justicia y de la razon, no menos que las luces del siglo les aseguran esta sabia Constitucion, que acaba de aceptar y jurar la inmortal CRISTINA á presencia de su escelsa é inocente Hija la REINA ISABEL y de los dignos representantes de la Nacion. Este monumento de gloria nacional, que todos miraremos en lo sucesivo como un símbolo de union y concordia, será tambien la más sólida garanti de los derechos, cuya conservacion se ha prometido tan solemnemente á las Provincias Vascongadas y Navarra. Tal es nuestra conviccion fundada en la justicia y sabiduria de las Cortes y del Gobierno.
 


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