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Atzo Atzokoa

Autores:   Echegaray Corta, Carmelo de
Titulos:   El maiz : conferencia de D. Carmelo de Echegaray, leída por su autor el día 14 de septiembre de 1904 en el Salón de Actos del Instituto de Guipúzcoa
Materias:  Maíz - Cultivo - Gipuzkoa - Historia
Editores:  Imprenta de la Provincia, San Sebastián, 1905

Localizacion              Sign.Topografica         Situacion        Devolucion
FONDO DE RESERVA          C-123 F-3                No prestable

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EL MAÍZ

CONFERENCIA

DE

D. CARMELO DE ECHEGARAY

LEÍDA POR SU AUTOR EL DÍA 14 DE SEPTIEMBRE DE 1904

EN EL

SALÓN DE ACTOS DEL INSTITUTO DE GUIPÚZCOA
 
 
 
 

SAN SEBASTIÁN

Imprenta de la Povincia

1905
 
 

EL MAÍZ

¿Cuándo se introdujo en

Guipúzcoa, y qué modifica-

Ciones se produjeron, como

Consecuencia de su introduc-

Ción, en las costumbres popu-

Lares?

Excmo. Sr.:

Señoras:

Señores:

Nunca con más razón que hoy pude encomendarme á vuestra benevolencia, que me es absolutamente necesaria, por lo mismo que las palabras que voy á tener el honor de dirigiros, no son palabras de agrónomo, no son palabras de técnico: son palabras de un aficionado á inquirir antiguallas, de un modesto revolvedro de papeles viejos, que anota cuidadosamente cuanto ellos le dicen acerca del vivir de las generaciones que á través de los siglos han venido morando, aunque no sea más que por los sudores con que la regaron nuestros ascendientes, y por el empeño que pusieron en cultivarla cada día con mayor esmero.

Si la historia ha de ser, como decía Luis Vives, pintura é imagen de las cosas pasadas, (1) no puede prescindir de cuanto no fue indiferente para labrar la prosperidad ó la desgracia de las generaciones que duremen el sueño de la tumba. ¿Y quién osará negar la influencia clarísima que la mayor ó menos facilidad de encontrar medios de subsistencia ha ejercido siempre en el bienestar de un pueblo? La historia de la alimentación humana, por más que los historiadores llamados clásicos la hayan desdeñado, por juzgarla indigna de figurar en las tablillas de Clío, ha de esculpirse en ellas con tanto relieve cuando menos como ciertos aparatosos sucesos que para determinados narradores constituían la única materia merecedora de mención especial en el gran libro de los tiempos. Macaulay comenta irónicamente, á este propósito, en uno de sus deliciosos Ensayos la minuciosa prolijidad con que se refieren las conspiraciones y las escaramuzas, mientras se halla rodeado de impenetrable misterio el progreso de las invenciones y descubrimientos más útiles á la humanidad. Esta es la causa de que los bienhechores del género humano se vean privados de disfrutar de la gloria que por derecho les corresponde. "Y en tanto que así sucede, -dice el insigne crítico- todos los niños saben de memoria las fechas y las aventuras de una prolongada serie de reyes bárbaros; por lo que es indudable que puede estudiarse con más provecho la historia de las naciones, en el sentido que damos á esta palabra, en aquellos libros que no aspiran á pasar por narradores de ella, que no en los que ostentan este título." (2) Enrique Heine expresó bellamente la misma verdad, cuando afirmó que la humanidad se parece al árbol que olvida al jardinero que lo plantó y le cuidó con esmero, y perpetúa el recuerdo de quien, con un instrumento cortante, le hirió sin piedad el tronco, para dejar en él grabado su nombre. (3)

Los historiadores modernos, más justos en esa parte, propenden á rectificar esta conducta, y por eso van ensachando cada vez más los confines de la historia, é incluyendo en ella multitud de aspectos de la vida social que pasaron inadvertidos á los secuaces de la manera clásica. No sólo se inquiere el origen y desenvolvimiento de las guerras, sino el desarrollo de las artes de la paz, las vicisitudes y progresos de la agricultura y la procedencia y emigración de las plantas. Una de las que más deben interesarnos á los euskaldunes es el maíz, que constituye la base principal de la alimentación del labrador vascongado, y ha facilitado extraordinariamente la vida rural, al aumentar los productos que en este país puede obtener de la tierra quien la cultiva con empeño.

¿De dónde vino el maíz? ¿Cuándo se introdujo en el país euskaro? ¿Quién lo trajo? Diversas son las opiniones emitidas por agrónomos y botánicos respecto al origen de esta planta, sobre la cual se ha escrito no poco.

Afirmaba en 1532 el alemán Block que el maíz se había importado en Alemania desde la Arabia Feliz; Fuchs aseguró que procede de Turquía, y por eso le llamo "trigo turco de Asia: frumentum turcicum asiaticum." Reymier, (4) por el contario, tenía por indudable que debíamos á la América tan preciosa planta, mientras Michaud, (5) Daru, (6) Sismondi (7) y Grelgoy (8) sostenían que el maíz se conocía en el Viejo Mundo, antes del descubrimiento inmortal de Colón. Fúndanse, para ello, en una carta latina que Molinari publicó en su Storia d’Incisa, (9) y de la cual se desprende que en el año de 1204, en una de aquellas épocas en que, por virtud del movimiento originado por las Cruzadas, los pueblos de Europa se confundían con los de Oriente, el Marqués de Montferrat, compañero de armas de Bonifacio III, trajo del Asia Menor (Anatolia), una especie de grano blanco y amarillo, que repartió entre sus feudos del barrio Incisa, en el alto Montferrat. Al repartírselo, les advirtió que se llamaba mcliga. Esta palabra latina se encuentra también en una crónica antigua, publicada por Muratori en 1727, y Crescencio, padre de la agricultura italiana, en su Tratado de economía rústica, escrito más de un siglo antes del descubrimiento del Nuevo Mundo, declara que en Italia se cultivaban dos especies de milica, una de color encarnado y la otra blanca.

Pero sea todo esto lo que fuere, lo cierto y positivo es que uno de los primeros alimentos que tuvieron los europeos cuando llegaron á Santo Domingo fue el maíz, que los mismos naturales del país les ofrecían. También lo encontraron durante el curso de sus navegaciones en las Antillas, y lo hallaron en Méjico y en el Perú: en todas partes formaba el principal alimento de aquellos pueblos. Esta planta, cuyo porte es tan bello y majestuoso, constituía entre los Incas el adorno de los jardines de sus palacios; de sus frutos se servían las vírgenes escogidas para preparar con sus manos el pan de los sacrificios: con ella se componía una bebida fermentada para los días consagrados á la alegría pública: servía de moneda en el comercio, á fin de procurarse cada cual las cosas necesarias á la vida, y por último, hasta se celebraban fiestas anuales en la época de la cosecha del maíz para honrar esa planta que á tantos y tan útiles usos se prestaba. (10)

Respecto al país vasco, parece indudable que aquí no se conoció el maíz hasta que se trajo de América, y sustituyó al pan de mijo de que antes se hacía gran consumo y se conocía con el nombre de borona, según se deduce de las siguientes palabras que se leen en el clásico tratado Agricultura general, de Gabriel Alonso de Herrera, cuya primera edición es de 1513: "otra semilla hay que en las montañas hacia Vizcaya llaman borona; es de la propiedad del panizo; lo que se dijo aquí del panizo, se entiende della." (11) Todavía se siguió sembrando mijo en nuestra tierra durante toda aquella centuria, y aún posteriormente. En papeles de Fuenterrabía que se remontan al año de 1530 se habla de borona de mijo, y de pan de mijo en otros de Villafranca de Guipúzcoa, algo posteriores, que llevan la fecha de 1546. En un contrato de arrendamiento de una casería de Garín, perteneciente á la jurisdicción municipal de Beasain, hecho en 1577, se menciona el mijo, el trigo y la avena, pero no el maíz. La renta que Amador de Hacharren señaló á la casería de Mejoría de Villafranca (Guipúzcoa) en 1579, era de 10 fanegas de trigo, 3 de mijo y 3 de avena y 2 capones. Y después de fijar en el contrato la forma en que propietario y colono habían de distribuirse el producto de las ovejas, puercos, yeguas y vacas y de las manzanas y castañas, se impone á Hacharren la obligación de dar anualmente al inquilino una fanega de mijo "para ayuda de criar a los puercos". En el mismo pueblo de Villafranca y en 1614 se daba á los presos de la cárcel pan de mijo, cebolla y castañas. Cinco años más tarde, ó sea en 23 de Octubre de 1619, el Ayuntamiento de Fuenterrabía hace constar en acta que los molineros exigen derechos más subidos por la molienda del maíz que por la del trigo y la del mijo. Por Ordenanza acordada en la misma localidad el año siguiente de 1620, se dispone que los molineros "cobren un celemín de trigo en grano por cada fanega que muelan: celemín y medio por el maíz y el mijo." (12)

De todas estas noticias se desprende que, conforme hemos indicado más arriba, durante todo el siglo XVI fue general el consumo de pan de mijo en el país euskaro y en las comarcas limítrofes. Así se deduce también de lo que, á fines de aquella centua dice Escalígero, quien, después de afirmar que en el Limousin se come pan de castaña, y que en Burdeos se come pan de trigo, pondera el pan que elaboran los gacones, y añade: "Salid de Burdeos hacia el Bearne: todo el pan es de mijo." (13)

Es de suponer que el empleo del maíz como alimento del hombre tropezará aquí en un principio con los obstáculos que opone siempre la costumbre inveterada, como sucedió doscientos años más tarde con el uso de la patata, que no obstante, que no obstante los meritísimos esfuerzos de Parmentier, necesitó no pocos años para que fuese admitida por altos y bajos, como artículo de primera necesidad, indispensable en todas las mesas. También el maíz tuvo seguramente que sufrir un período de prueba bastante largo; pero una vez que empezaron á conocerse las ventajas de la nueva planta importada de América, debió de popularizarse en tales términos, que hasta se apropió el nombre vasco que antes, sin duda, se aplicaba al mijo, artoa. (14) Aún quedan, sin embargo, rastros del nombre alienígena, mejor dicho, del nombre que daban los indios de Haití, y que ha conservado en varias lenguas modernas. Así, en Navara, hay localidades que, aún en vascuence, le llaman maiza: así, la deshoja se denomina en esas mismas localidades maiza-churiqueta, y este es el título de uno de los más animados capítulos de la preciosa novela que mi querido amigo D. Arturo Campión publicó hace seis años con el rótulo de Blancos y Negros: (15) así en San Sebastián se designa con el apelativo de maizatastoa la caña de maíz. Síncopa de esta última palabra es, sin disputa, la voz mallastoa, vocablo que para significar el mismo objeto, emplean los habitantes de varios pueblos de la costa de Guipúzcoa y de Vizcaya. En algunos de ellos, en Lequeitio y Eibar, por ejemplo, le llaman, con frase híbrida y redundante, artomailastoa.

El insigne Padre Larramendi, en su amena y gallarda Corografía de Guipúzcoa, no tan leída como debiera serlo, atribuye á Gonzalo Percaiztegui, natural de Hernani, la importación del maíz. No me ha sido posible hasta la fecha averiguar la época en que vivió Percaiztegui, ni encontrar algunos datos biógraficos relacionados con su persona, ni comprobar, con otros testimonios, el hecho referido por el ilustre autor del Diccionario trilingüe, que lo relata como cosa sabida. Hé aquí los términos en que se expresa, de los cuales parece deducirse que primeramente se trajo el maíz á Guipúzcoa, y que de allí se extendió luego á las regiones colindantes: "El maíz es más útil en Guipúzcoa: trájose desde Indias la primera vez á esta provincia, y lo trajo Gonzalo Percaiztegui, natural de Hernani, y se comunicó después á otras provincias." (16) No sabemos si este Gonzalo sería deudo de Alvaro Percaiztegui, qu een 1589 era alcalde de hermandad del partido de Hernani, y como comisionado de la Provincia practicó diligencias para quitar las alhóndigas de Andoain, Urnieta y Alegría, según aparece de un expediente que existe en el Archivo provincial de Tolosa. (17) De todos modos, su nombre no debe quedar envuelto en el silencio y en el olvido absoluto y desdeñoso en que ha permanecido: si no fue de lso que fascinan y subyugan con la resonante grandeza de sus hechos; si no fue caudillo audaz, ni glorioso dominador del Océano, ni descubridor de lejanas y maravillosas tierras, ni artista que lográra escribir su nombre con fulgores inextinguibles en el libro en que figuran los que osaron escalar el templo de la inmortalidad, y penetrar en él con la frente muy alta, fue un hombre útil á sus paisanos, merecedor de que éstos le recuerden con el cariño y la gratitud que debe acompañar siempre á la evocación de la memoria de quienes han legado á los por venir algún invento provechoso, algo que les hace más fácil y llevadera la vida. Gonzalo Percaiztegui, en suma, es, en su modesta esfera, de aquellos bienhechores de la humanidad con quienes, en sentir de Macaulay, ha sido hasta época reciente tan injusta la historia.

Para que pueda apreciarse toda la trascendencia de los beneficios que recibió el pueblo vascongado con la introducción del maíz, conviene fijarse en la grande escasez de granos que en los siglos pasados hubo siempre en la Euskal-erria. Los testimonios que lo comprueban son múltiples y de procedencia diversa. El autor del Poema de Fernán González, uno de los monumentos primitivos de la poesía castellana, como que, en sentir de una persona tan docta y que tan á conciencia lo ha estudiado como Conrado Marden, (18) debió escribirse "en el año 1250 ó muy poco después," se hizo eco de la opinión generalizada que atribuía esa esterilidad á la tierra vasca, cuando elogiando á los capitanes que se distinguieron en la batalla de Hacinas, se expresa sí:

Fue dado por cabdiello don Lope el vizcaino

bien rico de mançanas, pobre de pan e vino.

Cerca de cuatro siglos más tarde vino á repetir el mismo concepto el maestro Tirso de Molina en una admirable crónica dramática que el pueblo vasco debe recordar con especial cariño, por los elogios que en ella se tributan á las libertades seculares con que vino gobernándose en la sucesión de los tiempos, y al árbol de Guernica, que las simboliza. Me refiero á La prudencia en la mujer, en cuya primera escena se dice á don Diego López de Haro:

vos, caballero pobre, cuyo estado

caatro silvestres son, toscos y rudos,

montes de hierro para el vil arado,

hidalgos como Adán, como él desnudos;

adonde en vez de Baco sazonado,

manzanos llenos de groseros ñudos,

dan mosto insulso.......

No dice tampoco otra cosa aquel magnífico Embajador veneciano Micer Andrés Navagiero, grande amgio de toda cultura, que visitó nuestro país en los días del Emperador Carlos V, y dejó consignada sus impresiones de sagaz observador en una Relación de viaje que se lee con singular deleite. Navagiero afirma que no se produce vino en este país, y poco trigo. (19) Y añade que por eso se traía de otras comarcas, por mar ó por tierra, el que hacía falta. (20) Se importaba ese artículo alimenticio tan necesario, de Castilla y de Navarra, no sin que hubiese que vencer los obstáculos originados por la prohibición de extraer frutos, que regía, de ordinario, bajo severas penas en el reino de Sancho el Fuerte y de Carlos el Noble. Una de las causas que obligaron á Navarra á prescindir en determinadas circunstancias de esta prohibición, fue la necesidad que á su vez tenía, de hallarse en comunicación inmediata con los puertos marítimos de Guipúzcoa, para introducir por ellos los géneros de que había menester. De esta suerte, se establecía un cambio de servicios, y se permitía, por ejemplo, en 1488 la libre saca de bastimentos para Guipúzcoa. Mas, á pesar de ello, Guipúzcoa se veía precisada á buscar más trigo en otras partes, á fin de cubrir el déficit que se notaba en su producción. De aquí nacieron las numerosas concordias que se ajustaron entre guipuzcoanos y labortanos, para que libremente pudiesen los últimos, aún en tiempo de guerra entre España y Francia, conducir á Guipúzcoa los artículos alimenticios que hicieran falta á sus moradores. La primera de ests concordias es de 1468. Si bien no pudo entonces Guipúzcoa obtener facultad real de D. Enrique IV de Castilla para celebrarla, porque aducía el Monarca que estando en guerra con Francia, no le era posible otorgar la licencia que se le pedía, sin consultar previamente sobre el particular con su aliado el Rey de Inglaterra, lo cierto es que permitió á los hijos de esta provincia que trajeran pan para su sustento, que era, después de todo, lo que se pretendía. (21) Verificáronse nuevas concordias entre guipuzcoanos y labortanos en 1536, 1537 y 1543 , en 1557 y 1558, y un siglo más tarde, otra mucho más notable que fue ajustada en 1652, y aprobada en Madrid por Felipe IV el 22 de Julio de 1653. La única condición que se exigía para este libre tráfico en tiempo de guerra, era que en cada caso se obtuviera el oportuno pasaporte del Capitán general respectivo, y que en manera alguna se introdujera "ningún género de mercaderías de contrabando." Entre los "bastimentos" que, según esta concordia podían introducirse libremente, se mencionan el "trigo, avena, habas, centeno, maíz, garbanzos y arbejas, vinos, bacalao, grasas, rabas, sala......" (22) De esta enumeración se deduce que todavía en aquella sazón no se había extendido aún suficientemente el cultivo del maíz en Guipúzcoa, para que la producción anual de este artículo bastase al consumo de sus habitantes. Lo mismo ocurría en tiempos anteriores con el mijo, pues el año de 1489 ordenaron y mandaron los Reyes Católicos que, en atención á que no podrucía "el territorio de la Provincia de Guipúzcoa los frutos de que necesita para la provisión y abasto de todos los de ella," se consintiera venir libre y seguramente "á qualesquier personas...... con sus naos é fustas é bestias cargadas de pan, trigo, cevada, centeno, é avena ó mijo, ó vino ó carne, tocinos ó carneros, ó ovejas é cabrones, é vacas, é bueyes, é pasas, é figos, é sal, aceyte é salmones, é pescado cecial é atunes que vengan para mantenimiento de la dicha Provincia." (23) La concordia de 1652 se renovó en 1667,en 1675, en 1684, en 1689 y 1690 y en 1692, es decir, siempre que se rompían las hostilidades entre Francia y España, ó cuando, aunque no llegára á declararse la guerra entre ambas potencias, se interrumpían las relaciones de amistad que entre ellas había. En 1678 se amplió todavía más la libertad de que disfrutaba Guipúzcoa en casos de guerra, y no se limitó á la importación de bastimentos del Labourd, sino que se extendió hasta poder introducirlos del "Ducado de Bretaña, con pasaportes del Capitán General, y en embarcaciones de Franceses, gobernadas y navegadas por ellos." La razón que hubo para ello fue que "la Provincia de Guipúzcoa..... por la esterilidad de granos que se padece en aquel distrito, necesita de los extraños para el sustendo de sus habitadores." (24)

A pesar de todas estas precauciones, y del empeño con que se procuraba evitar que pudiera producirse el hambre, por falta de alimentos, la situación llegó en ocasiones á ser verderamente crítica y angustiosa. Tal ocurrió, por ejemplo, á fines del siglo XVI. La Provincia empleó en 1594 todos los medios utilizables para la importación del trigo que hacían falta, pero los buques que llegaban á la costa, cargados de este artículo, los cogía la escuadra del general Pedro Zubiaur. Fuenterrabía pidió en 1595 al Capitán General que la proveyera de ese grano, y el Capitán Genral contestó que no lo tenía. Se recurrio entonces al arbitrio de mandar una zabra al mar con gente armada, á fin de traer, de grado ó por fuerza, alguna embarcación que viniera con trigo, cebada, centeno ó mijo. Se enviaron también emisarios con el mismo objeto á Francia y á Soria. Los particulares salían con caballerías en busca de géneros alimenticios para sí y sus familias; pero cuando pasaban de retorno por los pueblos de tránsito, algunos de éstos, invocando los privilegios de que estaban en posesión, les quitaban la mitad de la carga que llevaban. Continuaba la escasez á principios del año de 1596, y el Capitán General, autorizado al efecto por el Rey, otorgó la facultad oportuna para que se trajesen 8.200 fanegas de trigo de Navarra. Pamplona, por su parte, ofreció 200 cargas de aceite y 4.000 carneros. San Sebastián importó 4.000 fanegas de trigo, á 25 reales una. El estado de penuria en la actual capital de Guipúzcoa alcanzó todavía mayor gravedad, por el aislamiento en que la dejaron, como medida de previsión para evitar la propagación de la peste que la asoló en 1597 y 1598. Este último año, los representantes de Tolosa, Villafranca y Berástegui, se vieron en el caso de tener que ir á Aragón á proveerse de trigo, porque el virrey de Navarra, don Juan de Cardona, los recibió ásperamente, y no les quiso conceder licenciapara que lo extrajeran de aquel reino, por hallarse resentido con la Junta particular de Guipúzcoa que no aceptó la proposición hecha por San Sebastián para que la Capitanía General de esta Provincia se confiriese á la misma persona que desempeñará el Virreinato de Navarra (25) ¡Hasta motivos como estos, tan fútiles y personales, venían á hacer más difícil la situación de los guipuzcoanos que padecían una aguda crisis, por la escasez de las cosechas, y la dificultad de importar de otras comarcas los artículos alimenticios que les hacían falta"

Sin que notáran los estragos de una epidemia que traía, como consecuencia inmediata, la incomunicación con las regiones colindanes, se advertían en Guipúzcoa los efectos de la escasez de granos. Por si no fueran bastantes, para ponerlo bien de resalto, las numerosas concordias que hemos citado anteriormente, celebradas con los labortanos, hay en la segunda mitad del siglo XVI un acuerdo del Ayuntamiento de Zumaya que revela el ansia con que se esperaba la llegada de trigo. Por ese acuerdo, que es sumamente curioso y significativo, se prohibía á todo vecino de aquella villa que se acercase á todo buque que trajese trigo ó cebera hasta tercero día de entrar en puerto; porque la precipitación con que acudía la gene en busca de aquel cereal, hacía que los tripulantes, viendo tan imperiosa necesidad, prcurasen aprovecharse de ella, elevando, al efecto, el precio de la mercancía. (26) No serían tampoco otras las razones que impulsaban á Felipe II á permitir, por una provisión de 18 de Febrero de 1576, á los extranjeros que trajesen "trigo ú otras ciberas" á Lequeitio, "que pudiesen llevar el retorno en metálico por término de ocho meses," no obstante el régimen económico que imperaba á la sazón, y la prohibición que existía de sacar dinero de España. (27)

Se comprende fácilmente que se llegára, aún sin necesidad de guerras y epidemias, á esas crisis angustiosas producidas por la falta de subsistencias, si se tiene en cuenta, por una parte, cuánta menor extensión que hoy ocupaban en Guipúzcoa las tierras laborables, y se atiende, por otra, á la gran densidad de población que había aún en aquellos tiempos. Navagiero se asombraba de que no hubiese en Guipúzcoa bosque desierto ni áspera montaña que no estuviese lleno de gente. (28) El licenciado Andrés de Poza, á fines del siglo XVI, decía que los vizcainos, en su tierra, se hallaban algo angostos y apretados. (29) Claro está que esa densidad de población y esa angostura en que las gentes vivían, son relativas, puesto que el número de habitantes era infinitamente menor que en la actualidad. Pero con todo y eso, la dificultad de atender á la subsistencia de los moradores de la Euskal-erria, con los frutos de la propia tierra, tenía que ser forzosamente grande, cuando bosques espesos cubrían la casi totalidad de la superficie del suelo, (30) según se deduce del hecho de haber cogido cachorros de oso en la primera mitad del siglo XVI, á las mismas puertas de Villafranca de Guipúzcoa. (31)

El descubrimiento del Continente Americano contribuyó poderosamente á poner remedio á ese mal, no sólo porque promovió una importantísima corriente de emigración que empezó con las primeras expediciones que fueron al Nuevo Mundo y no se ha extinguido todavía, si no porque dio á conocer el maíz, y al transportarlo al país vascongado, dio lugar á que se cambiasen los procedimientos que aquí se seguían para el cultivo de la tierra, y á que se estableciese una rotación de cosechas que alejaba de la Euskal-erria el espectro pavoroso del hambre.

Se puede conjeturar, con grandes probabilidades de acierto, que el siglo XVII vió esta difusión del cultivo del maíz, y este aumento de la riqueza agrícola de Guipúzcoa y de Vizcaya, porque en Alava no se adoptó y generalizó ese cultivo hasta muy entrado el siglo XVIII, si hemos de dar crédito á un testigo de tanto valer como el presbítero don Antonio de San Martín y Burgos, primer Director principal que fue del Real Seminario Patriótico Vascongado. (32) No se necesita hacer grandes esfuerzos de imaginación para comprender todas las ventajas que esa nueva planta hubo de producir á la población rural dispersa en nuestras montañas. Las necesidades de los moradores se satisficieron cada vez más holgadamente, y por más que durante el expresado siglo XVII fue preciso recurrir en varias ocasiones á la importación de granos del Labourd, aún en casos de guerra, según lo demuestran las diversas concordias de que hemos hecho mención más arriba, es indudable que las condiciones del vivir material mejoraban en la Euskal-erria y que se obtenían mayores rendimientos del suelo. Ya no se observa en las relaciones de viaje de los extranjeros que pasaban por aquí, aquella eterna nota de la esterilidad de la tierra vasca. ¡Hasta ahí quien, como el Embajador ruso Pedro Ivanovitch Potemkin que atravesó por Guipúzcoa en 1668 (33) pondera el trigo y los frutos que en el país euskaro se producen!

Lo que el cultivo del maíz influyó en esta transformación del suelo guipuzcoano, fácilmente se adivina. Gracias á ese cultivo se roturaron muchos terrenos antes baldíos, se convirtieron grandes trozos de bosque en campos de pan llevar, y se sanearon las marimas formadas en las desembocaduras de los ríos, convirtiéndose en ricas y espléndidas vegas aluviales que parecen hechas para regalo de los ojos y deleite de la fantasía: es decir, que hasta se modificó el paisaje, y se hizo menos agreste y bravío, menos majestuoso y fascinador acaso, pero más apacible seguramente, y si se me permite la expresión, más humano. El maíz desterró por completo cultivos más ingratos como el del mijo, el de la avena y el de la cebada, de que queda huella, no sólo en contratos de arrendamiento como el de una casería de Garín y otra de Villafranca, recordados en esta misma conferencia, si no en voces de procedencia neta é indudablemente vascongada: v. gr. el nombre euskaro de Junio, que se denomina Garagar-illa, mes de la cebada, los no escasos Garagarzas, que denotan la abundancia que había de este grano en los lugares que ostentan esa designación, y los diversos apellidos que se derivan de la radical olo, avena. Oloarte entre ellos, inmortalizado por Fray Luis de León, que dedicó á un don Diego de Oloarte aquella incomparable oda suya en que cantó lo que decían á su grande espíritu las maravillas de la Noche serena.

Y de tal modo fue aficionándose el labrador vascongado al cultivo del maíz, y á sustentarse con pan hecho con el fruto de la nueva plnata, que nos cuenta el Padre Larramendi que "es grano que proviene con abundancia," y que de su harina se hacen "panes grandes y pequeños y tortas delgadas que calientes sond e buen gusto, y también los panes más gruesos, y en acostumbrándose muchas gentes quieren más pan de maíz que de trigo." (34) Y añade el ilustre escritor: "Y los hombres de monte, como carboneros, leñadores y otros, no quieren pan de trigo, sino de maíz, que es alimento recio y fuerte, y aguantan con él su trabajo, lo que no puden con el pan de trigo. Y así llevan harina al monte, y en sus chaolas, que son chozas, la amasan, hacen sus artopillac, tortas subcinericias, que cuecen bajo la ceniza ó en parrillas redondas, y con esto y la haba cocida, que es también alimento fuerte, resisten á todos los temporales de aguaceros, hielos, nieves y huracanes. El maíz es también el pan común de la gente pobre y labradora." (35) A fines del siglo XVIII, los valles de Guipúzcoa estaban perfectamente cultivados, y producían, sobre todo, maíz, que hasta en la falda de las montañas se veía, aunque en menor cantidad y abundancia que en las vegas. Lo declaran dos testigos de mayor excepción, como el insigne polígrafo asturiano don Gaspar Melchor de Jove Llanos, (36) que visitó el país vascongado en 1791, y el profesor alemán Enrique Federico Link, que pasó por el solar euskaron en 1797, yendo á Portugal con el Conde de Hoffmannsegg, que se proponía estudiar la fauna y la flora lusitana. (37) Y otro viajero, muy leído en su tiempo, más ciertamente de lo que en justicia merece, fijaba á principios del siglo XIX, en 5.200 fanegas la cosecha anual de trigo en Tolosa, y en 7.30 la de maíz. (38)

Dijimos antes que el cultivo de esta planta transformó el paisaje vasco, haciéndolo menos bravío, más apacible y más humano. La misma influencia suavizadora ejerció también en las costumbres, no sólo por virtud de aquella misteriosa concordancia que existe entre el hombre y el paisaje, sino porque robusteció los vínculos del hogar y de la familia, desde el momento en que aumentó los rendimientos que se obtenían de la tierra, y favoreció considerablemente el desarrollo de la agricultura, que crea las poblaciones estables y engendra hábitos de moralidad y de ahorro. (39). Apenas acertamos á concebir la existencia de criminales de profesión que no sean vagabundos.

¿Influyeron en la disminución del número de guipuzcoanos que se dedicaba á la vida de mar estas mayores facilidades que fue encontrando la agricultura para su prosperidad y desarrollo? A mi juicio, no cabe negarlo. El campesino que, labrando la heredad próxima á la casa en que vino á la luz del mundo, podía encontrar medios suficientes para sustentarse frugalmente, no se sentiría muy tentado á arrostrar las inclemencias del Océano, ni á afrontar sus peligros, como los desafiaba impávido cuando se veía forzado á ello por la dura ely de la necesidad que le arrojaba lejos de su casa en busca de "conducho para amatar la gana del comer," según frase de uno de los ascendientes del famoso caballero de Muñatones Lope García de Salazar, autor del Libro de las Bienandanzas é fórtunas. (40)

La proscripción absoluta del cultivo del mijo es una de las pruebas más palpables y manifiestas de la decisión con que el labrador vascongado adoptó el del maíz, á pesar del apego que muestra siempre el agricultor á lo que aprendió de sus mayores. Cuando tan resueltamente rompió con la tradición y la rutina, dio testimonio clarísimo de que se hallaba plenamente persuadido de los beneficios de la nueva plnata que, sobre ocupar poco tiempo la tierra, si se comara con el que há menester el trigo, le suministraba en verde nutrición para el ganado vacuno, y le facilitaba también hoja seca para los jergones sobre que él y los suyos irían á reposar por la noche: todo esto sin contar con que le proporcionaba, ante todo y sobre todo, el pan sano y substancioso que constituía su principal medio de alimentación, y en ocasiones hasta su regalo. Un escritor popular, de los que más á maravilla han sabido hacerse eco del sentir general de los guipuzcoanos, y mostrarlo al exterior en páginas henchidas de noble y candoroso entusiasmo, el vascófilo zaldiviano don Juan Ignacio de Iztueta, celebra la excelencias del maíz con aquella no represada exuberancia de estilo que constituye una de sus notas peculiares y características. Sus palabras, por lo mismo que se trata de un autor popular, en la más genuina aceptación del vocablo, tienen poco de meramente personales: son como la condensación, como la forma literaria de lo que flotaba en el ambiente, de lo que Iztueta percibía y escuchaba en torno suyo. Por eso las reproducimos, porque vienen á ser para nosotros la interpretación escrita y fiel de lo que el vulgo de los labradores gupuzcoanos pensaba á propósito del maíz á mediados del siglo XIX, y confirman y robustecen nuestra opinión, pobre y desvalida de suyo. A juicio de aquel modesto y simpático escritor, la población rural de Guipúzcoa atiende mucho más al cultivo del maíz que al del trigo, porque es el maíz su alimento primero y principal, fuerte, substancioso y saludable. Para esta Provincia –añade- es sumamente necesario el maíz, sobre todo para pastores, carboneros y demás gente del campo que tiene que pasar en el monte sus días. "Por eso se ve en ocasiones que lo prefieren al trigo; porque saben por experienci que la torta de maíz es más á propósito que el pan duro de trigo para comerla sola. De ahí que los guipuzcoanos se esfuercen en proseguir con todo empeño el cultivo del maíz. Y en verdad, ¿dónde encontrarán alimento ninguno que pueda equiparársele, ni por la relativa rapidez con que se produce, ni por la abundancia, ni por lo fortificante, ni por lo sano, ni por lo sabroso y suave? (41)

El maíz es, además, tutor de la habichuela que crece á su amparo. Es lo que el olmo á la vid, para valernos de una imagen vulgarizada por poetas de otras tierras. ¿Por qué los de la nuestra, en sus efusiones líricas, ó en sus narraciones en verso, no evocan esotra imagen, más apropiada á nuestro suelo, más concreta, por tanto, y más expresiva? La habichuela por su parte, planta mejorante, según nos dice la agronomía novísima, en vez de empobrecer la tierra en que arraiga, la nutre de elementos que la fertilizan, á propósito para aumentar el rendimiento de cereales.

¡Qué asunto para un poeta! ¡Qué lindo apólogo pudiera escribirse para hacer resaltar que hasta las humildes, las despreciadas habichuelas, que se esconden entre los maizales, majestuosamente mecidos en los meses de verano por la brisa matutina, que derrama las perlas de rocío que cuajó la noche en sus hojas largas, saben apreciar los beneficios que se las dispensan y mostrar, de esa manera tan delicda y tan bella, la singular excelencia de la virtud del agradecimiento! ¡Yo también, señoras y señores, he de procurar comenzar á practicarla, manifestándoos mi gratitud cordial por la indulgencia con que habeis escuchado estas mal hilvanadas observaciones!

He dicho.

Carmelo de Echegaray

1. Hé aquí las palabras del inmortal polígrafo valenciano: "Nec aliter deberent narrari bella quam latrocinia, breviter, nude, nulla laude addita, sed detestatione ptius... Historia est... velut pictura et imago atque speculum rerum praeteritarum. (De ratione dicendi; liber tertius.)
2. Véase el Ensayo sobre La Grecia, escrito en 1834 con motivo de la aparición de la Historia de Grecia, de Mitford.
3. ENRIQUE HEINE. De la Alemania.
4. Feuille d’Agriculture du canton de Vaud, tomo VII.
5. Histoire des Croisades. París, 1817, tomo III.
6. Histoire de la République de Venise. París. 1819, t. I.
7. Biographie universelle, t. XXIX, pág. 543.
8. Annales de l’Agriculture française, bajo la dirección de M. Tessier, serie 3.ª, t. III.
9. Storia d’Incisa e del gia celebre suo Marche. Asti, 1819, t. I.
10. Prescott, en su justamente ponderada Historia de la conquista del Perú, dice á este propósito: "En las partes del país en que ya no sepodía cultivar el plátano, se encontraba el maíz, la gran base alimenticia en la dos grandes divisiones del Norte y del Sur del continente americano; y que, después de su exportación al antiguo continente se extendió conél con rapidez tan asombrosa, que llegó á creerse que era indígena de esta parte del mundo." Y en nota que viene al pié de la página y se refiere á estas últimas palabras, añade: "El n ombre de blé de Turquie es prueba del error popular. Sin embargo, la rapidez con que se extendió por toda Europa y Asia, después del descubrimiento de América, basta para probar que no pudo ser indígena del antiguo continente y haber permanecido tanto tiempo deconocida allí." Estos textos se hallan copiados del Libro primero-Capítulo cuarto, cuyo sumario es el siguiente: Educación-Quipus-Astronomía-Agricultura-Acueductos-guano-Principales alimentos.
11. Obra de Agricultura, copilada de diversos autores, por Gabriel Alonso de Herrera, de mandado del muy ilustre y reverendísimo señor el cardenal de España, arzobispo de Toledo. Toledo-1513. El nombre de borona, según el Diccionario de la Real Academia Española, proviene del céltico bron ó bara, que significa pan. Una forma menos distante del céltico primitivo, parece la voz gallega broa, equivalente á la castellana borona.
12. Todos estos datos están sacados de los respectivos Archivos municipales.
13. Tomo esta cita de un estudio de H. Gélin, que se titula: L’Ethongarphie poitevine etacharentaise à l’Exposition de Niort-Véase LA TRADITION EN POITOU ET EN CHARENTES.... París-1897. Con posterioridad a la lectura de esta conferencia seha impreso una docta monografía acerca de Le paysan basque du Labourd à travers les äges. París-Septiembre 1905. En esa monografía, que forma parte de las dadas á luz por La Science sociale de París, y cuyo autor es el Doctor en Derecho Mr. Gabriel Olphe-Gaillard, se dice que en el Labourd no se cultivó por espacio de siglos más cereal que el mijo. Aquel terrible consejero, Pierre de l’Ancre, de execrable memoria para los vascos, declaraba también que el Labourd era estéril y no producía más que un poco de mijo. Véase su Tableau de l’inconstance des mauvais anges et demons.... París-MDCXIII.
14. ¿Será también anterior á la importación de esa gramínea el nombre taloa, con que se designa la torta de maíz delgada, que se cuece sobre una pala redonda de hierro, que se llama talo-burnia? Tal es mi opinión. Se designaría seguramente en tiempos antiguos con el mismo nombre la torta de mijo, y con el de talo-burni la pala que se empleaba para cocerla.
15. Blancos y Negros (Guerra en la paz). Por Arturo Campión. Pamplona-1898.
16. Corografía ó descripción general de la Muy Noble y Muy Leal Provincia de Guipúzcoa, por el R. P. Manuel de Larramendi, de la Compañía de Jesús... Barcelona-1882. Véase el capítulo que trata de La cosecha de frutos en Guipúzcoa y su cortedad.
17. Indice de los documentos y papeles del Archivo general de la M.N. y M.L. Provincia de de Guipúzcoa, existente en la iglesia parroquial de Santa María de la M.N., L. Y V. villa de Tolosa. San Sebastián 1887. (Sección segunda.... Industria y comercio de los frutos y productos del país, legajo número 9.)
18. Poema de Fernán Gonçalez, texto crítico con introducción, notas y glosario, por C. Carroll Marden, profesor adjunto de filología española en la Universidad de Johns Hopkins. Baltimore..... 1904.
19. Il viaggio fatto in Spagna, et in Francia, dal magnifico M. Andra Navagiero......... Venecia. 1563.
20. NAVAGIERO, loc. cit.
21. Veáse el texto íntegro de la Cédula Real de Enrique IV, en el Título XIX, Capítulo III del Fuero de Guipúzcoa. Tolosa. 1696.
22. FUERO DE GUIPÚZCOA. Título XIX. Capítulo IV.
23. FUERO DE GUIPÚZCOA. Título XIX. Capítulo II. En la sección primera, negociado número 10 del Archivo provincial de Guipúzcoa hay numerosos legajos que comprenden diferentes cédulas y provisiones reales y otros documentos concernientes á la libre introducción de trigo de Navarra, de Alava, de Rioja y de Castilla.
24. FUERO DE GUIPÚZCOA, Título XIX. Capítulo VI. Como ni en el Labourd ni la Bretaña eran países productores de trigo, se conoce que se importaba de ellos el que se había traído allá de las comarcas agrícolas en que se daba ese cereal en abundancia. Se utilizaban las ventajas del transporte marítimo, por la economía de los fletes, porque la conducción por tierra había de resultar enormemente cara. No era otro el motivo que favorecía el consumo de vino de Rivadavia en el puerto vizcaino de Lequeitio: costaba menos traer vino de Galicia, por mar, que traerlo de Rioja por tierra. (Véase el libro de D. Antonio Cavaniles Lequeitio en 1857. Madrid. 1858) Sobre este punto de las concordias celebradas entre guipuzcoanos y labortanos puede consultarse lo que dice don Pablo de Gorosábel en la Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa, tomo 3.º,p áginas 312-317. Tolosa, 1900. Acerca de la misma materia publicó Mr. F. Habasque un folleto que se intitula Les traités de bonne correspondance entre le Labourd la Biscaye et Guipuscoa. París. Impr. Nat. 1895.
25. Todos estos datos están tomados del Archivo municipal de Fuenterrabía.
26. Me ha comunicado noticia de este acuerdo mi entrañable amigo y compañero el Inspector de archivos municipales de Guipúzcoa don Serapio de Mujica, que lo leyó en uno de los antiguos libros de actas del Municipio zumayano.
27. Véase Lequeitio en 1857, por d. Antonio Cavanilles. Madrid, 1858
28. NAVAGIERO. Il viaggio fatto in Spagna..... Hé aquí sus propias palabras: "Tutto il paese é estremamente habitato, ne ni è si deserto bosco, ne si aspra montagna, cho non sia plena di gente, oltra i lochi che ni son tutto il paese in ogni parte è pien di case....."
29. De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de las Españas...... por el Licenciado Andrés de Poza. Capítulo XIV. Bilbao. 1901.
30. NAVAGIERO, en su Viaggio ya citado, dice á ese propósito: "passato questo passo comincia la Vipusqua, che è tuta nel Pireneo.... molto verde e piena di grandissima copia d’ogni sorte arbori."
31. Así aparece de una partida de las cuentas de la Alcaldía mayor de Areria, correspondiente á la primera mitada del siglo XVI, que he visto en el Archivo municipal de Ichaso. En ella se consigna la cantidad que se abonó, como premio, al cazador de los oseznos, calificados de hijos de oso por las cuentas de referencia.
32. El Labrador vascongado, ó antiguo agricultor español..... por don Antonio de San Martín y Burgos...... Madrid..... Año de MDCCXCI. A la página 67 y 68 de su interesante libro, dice el señor San Martín: "Desde el descubrimiento de la Nueva-España se introdujo en Vizcaya y Guipúzcoa la siembra del maíz, y en la mayor parte de Alava aún hace poco más de treinta años."
33. La Russie du XVII siècle dans ses rapports avec l’Europe occidentale. Recit du voyage de Pierre Potemkin envoyé en ambassade par le tsar Alexis Mikhaïlovitch à Philippe IV d’Espagne et à Louis XIV en 1668. Précédé d’un apreçu de l’état social et politique des trois pays à cette époque par le Prince Emmanuel Galitzin. Paris. Gide et J. Baudry, Editeurs..... 1855.- Journal détaillé de l’ambassade du Stolnik et Namestenik de Borvsk Pierre Ivanovitch Potemkin en Espagne, 1667-1668.
34. LARRAMENDI. Corografía ó descripción general de la Muy Noble y Muy Leal Provincia de Guipúzcoa.
35. LARRAMENDI, loc, cit.
36. En sus Diarios inéditos, cuyo conocimiento debo á la amabilidad de don Marcelino Menéndez y Pelayo, del entusiasta jovellanista gijonés don Julio Somoza. Aprovecho esta circunstancia para demostra á ambos públicamente mi gratitud sincera.
37. Véase la obra titulada Travels in Portugal and through France and Spain.... By Henry Frederick Link; Profesor at the University of Rostock, and member of various learned societies. Translated from the German by John Hinckley, Esq...... London. 1801.
38. Itinéraire descriptif de l’Espagne et tableau élémentaire des différentes branches de l’administration et de l’industrie de ce royaume, par Alexandre de Laborde.......... París. MDCCCVIII.
39. Dicho se está que no pretendo atribuir única y exclusivamente al cultivo del maíz todo este desenvolvimiento de la agricultura, sino que trato de señalar la influencia que ejerció en ese desarrollo, que fue muy honda.
40. Fue considerable, antes del siglo XVII, aún en los pueblos guipuzcoanos más alejados del Cantábrico, el número de marinos. Fue disminuyendo luego paulatinamente este número, á la vez que se desarrollaba la agricultura: hoy la gente de mar queda reducida, como es sabido, á los pueblos de la costa, salvas muy contadas excepciones. Antes era muy común que hubiese, no ya marineros, sino hasta Jefes y Generales de la Armada, en Azpeitia y en Elgueta. Un hijo de Villafranca formó parte de la célebre expedición de Magallanes.
41. IZTUETA. Guipuzcoaco provinziaren condaira edo historia. San Sebastián. 1847.



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