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Atzo Atzokoa

Autores:   Aranzadi, Estanislao
Titulos:   Reconstitución del pueblo euskaldun en la reconstitución de la lengua
Materias:  Nacionalismo - Euskadi - Estudios, ensayos, conferencias, etc. / Lengua vasca - Estudios, ensayos, conferencias, etc.
Editores:  Imprenta y Librería de José de Astuy, Bilbao, 1902

Localizacion              Sign.Topografica         Situacion        Devolucion
FONDO DE RESERVA          C-142 F-55               No prestable

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RECONSTITUCIÓN

DEL

PUEBLO EUSKALDUN

EN LA

RECONSTITUCIÓN DE LA LENGUA

POR

DON ESTANISLAO ARANZADI
 
 

CONFERENCIA LEÍDA POR SU AUTOR

EN EL

"CENTRO VASCO", DE BILBAO

EL DIA 28 DE FEBRERO DE 1902
 
 

IMPRENTA Y LIBRERÍA DE JOSÉ DE ASTUY

Tendería, número 19

BILBAO
 
 
 
 
 
 

SEÑORES

No he nacido poeta; no sé manejar los pinceles; el buril se caería de mis torpes manos. Me impresionan, como al que más, los actos de heroismo, la ventura propia y la desgracia ajena; pero nunca me he sentido con vocación bastante á exteriorizar los lirismos de mi fantasía.

Vasco de raza hasta la médula de mis huesos, ya que no de lengua, perdida en mí como en tantísimos otros de mi misma generación, hubiera vivido feliz enterrado en vida en el recinto estrecho de humilde caserío, sin ocurrírseme nunca traspasar sus límites, y, menos aún, esculpir en bronces, ni aún dejar impresas en la arena, las fases de la luna ó las fechas del regreso de la golondrina ó del cuclillo, únicos accidentes que en mis aficiones á la vida de la naturaleza hubieran podido impresionarme.

No espereis, por tanto, venga hoy á excitar vuestros sentimientos sin otro propósito que el de arrebataros á las regiones de la belleza ideal.

Y no es que al tratar el asunto, objeto de esta conferencia á que me habéis invitado, falten motivos para pedir á la epopeya revelación misteriosa de los hechos heróicos de nuestros padres por salvar su independencia, desconocidos en las mentidas fábulas de la historia de la humanidad, ni á la musa del sentimiento notas de desesperación al contemplar la extinción de nuestra raza. No; es que ni vosotros tenéis necesidad de lección tan elocuente, ni yo sería capaz de dar forma sensible á tan sublimes acentos.

El asunto de que vengo á hablaros es interesante, el más interesante de cuantos han sido objeto de meditación en este patriótico recinto; pero por eso mismo quisiera que en él sólo tomen parte la razón fría y la reflexión serena, sin qué para nada intervengan las exaltaciones de la mente, ni aún las naturales excitaciones del amor patrio, herido en sus más delicadas fibras.

Vengo sencillamente á demandar á vuestra ilustración más luces que las que yo tengo, para pensar serenamente si de tejas abajo, sin pretender milagros ni sobrenaturales violencias, se puede encontrar remedio al mal que lamentamos. Y para eso, ni he de pedir á vuestro corazón estériles lamentos, ni á vuestros ojos lágrimas que apaguen vuestros entusiasmos.
 
 

I

"El pueblo vasco es un pueblo que se va". "La lengua vasca es una lengua que se extingue".

Tal es la triste, desconsoladora, para nosotros desesperante, predicción de sociólgos propios y extraños.

Y á fe que apreciadas las cosas al primer golpe de vista, al menos, no les falta razón desgraciadamente.

En los últimos años, después de la primera guerra civil de España, se ha perdido la lengua sagrada de nuestros padres en más de las dos terceras partes de la navarra cispirenáica, y al paso que vamos no pasará la presente centuria sin que de ella no quede rastro alguno; y otro tanto, en más ó en menos puede decirse de las demás regiones euskaldunes, excepción hecha de las de allende el Bidasoa, en las que el euskera patrio no ha perdido desde remotos tiempos un palmo de terreno, mercede á la consideración que los Poderes centrales de la Nación vecina guardan para honra propia y mengua ajena al pueblo milenario.

En la culta nación francesa, en la que se sabe apreciar, cuanto más que un monumento muerto, de ayer acaso y que sin embargo se conserva con religioso respeto, dice á los recuerdos, al arte y á las glorias nacionales un monumento vivo, testigo presencial de las vicisitudes de los siglos, clave enigmática y oráculo de eterna consulta; no se infieren vejaciones al pueblo euskaldun por ser reducido, ni se le arroja como baldón de corazón ó delirios y fantasías de la exaltada mente. Antes prefiriera, cruzado de brazos y levantando los ojos al cielo, decir con la resignación propia en el dolor irremediable: "hágase Señor vuestra Santa Voluntad; y si ella es así, perezca en los abismos insondables de la eternidad el pueblo que ha visto nacer y hundirse en el polvo los pueblos y naciones que precedieron á los que hoy le rodean y envuelven.

Pero si no soy el primero en sufrir amargo desengaño, yo veo con claridad meridiana que las cosas por fortuna nuestra no son lo que á primera vista aparecen y que en nuestras manos está nuestra propia salvación; porque tal vez lo que parece estado agónico, es crisis saludable en el mal que lamentamos.

Notad, señores, que el pueblo euskaldun, hasta hoy, á pesar de la dilatada, interminable serie de siglos de su existencia, jamás ha dado muestra alguna de vida reflexiva. Pudiera decirse que ha vivido en una infancia eterna, en la que sin darse cuenta siquiera de su ser, los movimientos instintivos han sido el ejercicio de su única facultad.

En su invidualismo familiar característico, nota que con maravillosa intuición é inimitable elocuencia ha hecho resaltar en este mismo sitio mi ilustre amigo, el sabio euskarólogo don Arturo Campión, el euskaldun que ha vivido solo para sí y como si en el mundo no hubiera más seres que sus propios hijos; ya que aparte los ejercicios y esparcimientos del plenilunio en las edades remotas, y los de la Iglesia y la romería en las festividades de los tiempos actuales; ejercicios y esparcimientos de breves horas entre los habitantes de reducido valle, no les ha ocurrido pensar siquiera que al otro lado de las cumbres y collados que lo forman hay otros euskaldunes, ni con ellos han tenido más relaciones que las precisas para agruparse en los rarísimos casos de su larga historia, en que esto ha sido necesario para rechazar una invasión extranjera; ó lo que ha sido menos raro y más lamentable para formar banderines en que se han destrozado los unos á los otros.

Efecto y resultado de ese individualismo característico y fatal, sea para su fortuna, sea para su desgracia –punto que bien merece estudiarse detenidamente- el euskaldun hasta hoy sin la más rudimentaria instrucción ni educación alguna, y como es consiguiente sin historia ni literatura propias, egoista con el inconsciente egoismo del niño, no ha visto hermanos sino tal vez rivales en los euskaldunes de las otras regiones; rivalidad fomentada desgraciadamente por la fatalidad de haber pertenecido unos y otros á Estados Políticos distintos.

Hoy las cosas han variado radicalmente tal vez; hoy por fortuna nuestra sabemos todos los vascos de una y otra vertiente de Pirineo que somos hermanos; que reconocmos un mismo origen; que respetamos las mismas tradiciones; que llevamos la misma sangre en nuestras venas; y que nos es común ó debe serlo una misma lengua; la lengua que desde las más remotas edades se ha dejado oir hasta hoy en todos nuestros hogares.

Hoy el navarro y el guipuzcoano, el alavés y el vizcaino, el de aquende y el de allende el Bidasoa, todos afortunadamente hemos caído en la cuenta de que no puede haber fronteras políticas divisorias, aunque sean tan altas é inaccesibles como lo son los picos más altos de nuestras más altas montañas, que puedan separar lo que la naturaleza ha unido con vínculos que no están en las manos de los hombres destruír.

Hoy empezamos á conocer nuestra historia, y si aún apenas tenemos literatura propia, hemos llegado á comprender el valor inapreciable de nuestra prehistórica lengua, como medio tal vez de adquirir una ilustración superior en la ciencia; y como medio de relación con otros pueblos y razas; y sobre todo lo que más nos interesa, hemos aprendido, que buena ó mala, rudimentaria ó sabia, es la lengua que hablaron nuestros padres, y que los hijos no pueden ni deben consentir que en su vida familiar ni en la social de nuestro pueblo, hablen otra los que nos hayan de suceder.

Ayer, señores, no sabíamos lo que éramos: hoy tenemos conciencia de lo que somos. Ayer nuestro pueblo vivía la vida de la infancia: hoy ha entrado en el uso de la razón, y si es ley de la vida que los seres empleen en su desenvolvimiento y en su decadencia, espacios de tiempo proporcionados á los que gastan en su primer desarrollo; con la ley de la naturaleza en la mano debemos esperar que el pueblo euskaldun, que ha conseguido vivir y entrar en la edad de la reflexión después de una infancia eterna, lejos de haber llegado al término de sus días, está llamado á presenciar la ruina y extinción de los imperios y naciones que ocupan los mismos lugares que ocuparon los que en la larga serie de sucesiones ha visto desaparecer.

Ha podido morir el pueblo euskaldun sin darse cuenta de que vivía, como han muerto otros muchos, mientras ha vivido vida puramente animal, casi vegetativa. Pero desde el momento en que ha entrado en la vida reflexiva y en el uso de sus facultades, no tendríamos perdón de Dios ni de los hombres, de nuestros padres ni de nuestros hijos, los que por casualidad ó por los designios de la Providencia estamos presenciando este desenvolvimiento en el que nos toca ser actores, si dejáramos que se apagase en nuestras manos el último centelleo del fuego sagrado del hogar patrio.

No; Euskaria no debe morir, porque su vida está en manos de sus hijos.

No puede morir, porque ya no moriría de muerte inevitalbe; seríamos nosotros los que pudiendo dar la vida á nuestra madre y sabiendo lo que hacemos consintiéramos aleves que perezca exánime.
 
 

II

¿Y cómo hemos de realizar el milagro de conservar su vida? ¿Cómo haremos para que no acabe de desplomarse el por todas parte cuarteado edificio?

Esta, señores, para los seres reflexivos en una sencillísima cuestión de matemáticas, que á mí, incompetentísimo en ellas, me da una solución exacta.

Si fuerzas distintas en direcciones opuestas dan por resultante su diferencia, desde luego podremos conocer el resultado de nuestros esfuerzos si mirando de frente al adversario pesamos con tranquilidad de espíritu sus energías y procuramos contrarrestarlas separándolas.

La fuerza invasora es inmensa, casi infinita; no hay para qué cerrar los ojos; antes bien, es necesario, con necesidad absoluta á nuestros fines, aquilatarla y medirla, para una vez conocida, pesar y medir la fuerza reconstituyente con que podemos contar y deducir si la resultante nos es favorable ó adversa. Y pues es para esto necesario medir y pesar esas dos fuerzas, uien el moribundo ha pagado servicios que en tan terrible trance no le puede prestar. Consiguiéndose al fin con tan constante y tiránica opresión, que nuestros sencillísimos hermanos hoy, como ya ayer lo hicieron nuestros padres por motivos idénticos, procuren arrojar y de hecho hayan arrojado de sus hogares la lengua patria como embarazosa impedimenta para todo, como no sea para sufrir burlas, vejaciones y materiales pérdidas, de que se ven libres desde el momento en que la sustituyan por la lengua del opresor.

Y como si las fuerzas extrañas no fueran bastante, no falta dentro de casa quien en lugar de ser guardián celoso de la fortaleza que se le encomendó á su custodia, entrega sus llaves al enemigo por una falta incalificable de patriotismo ó por inexcusable falta de reflexión; y lo que ya no pena, sino vergüenza cuesta recordarlo, tampoco faltan hijos desnaturalizados que haciendo coro al inexorable delenda est Cartago, piden que con respeto ó sin él se mate y entierre la lengua, vida de la vida de nuestra raza.

Las fuerzas contrarias, no hay que negarlo, son poderosísimas; intentar contrarrestarlas parece una locura.

Pero aún hay más, mucho más, infinitamente más, Porque esas fuerzas materiales irresistibles vienen á juicio de lso que las ejercitan apoyadas si hemos de creerles en la fuerza aún más avasalladora de una idea noble, de una idea justa, de una idea santa.

Y vosotros, nobles hijos del pueblo más virtuoso de la tierra, que estaríais dispuestos, como lo estuvieron siempre vuestros padres, á no contar el número de vuestros enemigos sino después de muertos, ni á medir lo grave del peligro sino después de vencido, ni á dar á las fuerzas materiales más valor que el que tiene la decisión heróica de superarlas, habéis de bajar humildes y resignados la cabeza, si se os hace ver la conveniencia, mejor dicho, la necesidad de que desaparezca el euskera patrio.

El euskera debe desaparecer, dicen nuestros enemigos de fuera. El hombre, arguyen, tiene por morada el mundo; sus hermanos son los hombres de todas las razas; hablar de patria es suscitar una idea mezquina que rechaza la nobleza de nuestro ser. Al hombre que aspire á lo infinito en el espacio, y á lo eterno en el timepo, repugna la miserable condición de vivir arraigado en el terruño como las zarzas que rodean su vivienda, ó pegado á los peñascos como las lapas del mar á la roca en que han nacido. Abrid vuestras puertas, nobles euskaldunes, abrid paso á la civilización moderna: no hagáis caso de esos embaucadores que por explotaros quieren vivais aislados de los demás hombres. La idea de Patria como la idea de Dios se opone al progreso humano.

Dejadnos vivir, dicen nuestros enemgios de dentro. Nosotros tenemos que ponernos en relación con los demás hombres, sobre todo con los pueblos que nos circundan. Nuestros hijos han de llenar el servicio militar, y en él son tratados como parias porque no entienden la lengua en que se les habla y manda: y cumplido ó sin cumplir ese servicio han de ir á las Américas, campo abierto á nuestra laboriosidad y á la necesidad de adquirir para la vida lo que no puede darnos la estrechez de nuestro caserío y la esterilidad de sus menguadas tierras. Dejadnos vivir; dejadnos que aprendiendo el castellano podamos hablar la lengua que hablan aquellos con quienes hemos de tratar nuestros negocios.

Dejadles vivir –dice un tránsfuga aspirante á sabio con la persuasiva elocuencia del hermano que habla al sentimiento del hermano querido para mejor inspirarle una infamia;- dejadles vivir y no insistáis en defender lo que no tiene defensa y en dar vida á lo que a está muerto; vuestra propia cultura exige este sacrificio. Si habéis de adquirir desde las primeras letras las nociones más elementales, desterrad para siempre el euskera, lengua inculta, sin fuerzas expansivas, recluída entre peñascos. Tened en cuenta que en las regiones elevadas de la ciencia y del arte el euskera es un lenguaje completamente inservible; que por lo tosco y bajo sólo puede emplearse en la pedestre jerga del inculto baserri ó del rudo marino, por no prestarse á la más elemental concepción filosófica ni á la más rudimentaria manifestación del arte.

¿Lo véis, señores? ¿Véis cómo en efecto al eterna presión centralizadora de Gobiernos tiránicos, la irrupción constante de inmigraciones en masa y la incesante labor de tantos y tantos como en todo momento, sin tregua ni descanso, manejan sin errar un solo golpe la piqueta demoledora en nuestro hogar, abierto á todas las invasiones, son nada como fuerza á juicio de los opresores si se consideran las razones en que se funda la obra de destrucción?

Sentiría, señores, haber recargado el cuadro ponderando la fuerza de las fuerzas contrarias. Ya os he dicho y necesito repetirlo: no quisiera que en el estudio del estado social que tanto nos interesa conocer y en el análisis severo y frío que quiero hacer de la situación actual de nuestro pueblo, intervenga para nada la exaltación de la fantasía.

Si resulta negro y sombrío sobre toda ponderación el cuadro que acabo de bosquejar, no diréis que es un cuadro de mero capricho. Desgraciadamente, la realidad es más negra y más sombría, por trista y desconsolador que sea el confesarlo.

III
¿Qué haremos, pues, bajo el peso de tan inmensa opresión? ¿Morir?

¡Nunca!!!

Morir sin lucha es de pusilánime, y vosotros no podéis dar un mentís á vuestros progenitores, que nunca soñaron en engendrar una generación de cobardes.

¡Morir!!! ¿Por qué? ¿Por qué es necesaria una lucha titánica, mejor dicho, una lucha de pigmeos contra gigantes?

¿Y qué mérito tendría el triunfo sin la lucha para obtenerlo?

Morir no; es necesario luchar, pero luchar en la seguridad completa de vencer. Porque las fuerzas no son tan desiguales, y si lo son, la ventaja está de nuestra parte.

Notad, señores, que á vuelta de tanta prosa y castellana retórica, lo que á nuestro pueblo se exige como la cosa más natural del mundo,por amor que parece odio á la humanidad, es un suicidio que jamás se ha exigido á pueblo alguno de la tierra; y que lo que de nosotros pretende algún desgraciado que dice ser hermano nuestro, es un parricidio execrable, por la razón estupenda de que nuestra madre es fea y desmedrada.

¿Habéis oído nunca jamás en toda vuestra vida cosas semejantes?

Decid á los directores del socialismo español, en esto poco parecidos á los socialistas extranjeros, entusiastas defensores de los pueblos oprimidos,que antes que ellos os revelaran el misterio, en que tal vez no creen, de que todos los hombres descienden de un mismo hombre, y que nada de lo que es humano puede sernos indiferente, habíais aprendido vosotros, no en las teorías nebulosas de un poeta pagano, sino en las doctrinas elevadas, purísimas de Jesucristo, que, en efecto, todos los hombres somos hermanos y debemos amarnos los unos á los otros, sin distinción de griego ni romano.

Decideles que cumpliendo este precepto y siguiendo los impulsos de vuestro corazón, por más que otra cosa quieran suponer los que se propongan denigraros, no rechazáis el comercio con los demás hombres, ni os proponéis vivir aislados del resto de la humanidad; que ni los mares de vuestras costas son tan procelosos que no den en sus puertos fácil acceso á las embarcaciones de todos los pueblos del mundo, ni los puertos de vuestras montañas son tan inaccesibles que no pueda franquearlos la locomotora moderna.

Decidles, finalmente, que recibís con los brazos abiertos al castellano y al aragonés, al catalán y al valenciano si no traen otro propósito que el de llevar á sus países respectivos lo que del vuestro puede faltarles, y que no llamáis advenedizos y maketo al que viene á respetar vuestras tradiciones, como vosotros respetáis las suyas, sino al que trae propósitos de destruirlas.

Pero hacedles entender que ínterin el mundo no llegue á ser inmensa sábana sin pieza ni costura, estrafalario ideal de mente sugestionada por la estética especialísima de un Sahara monstruoso y uniforme, ó de los que quieren borrar todo relieve en el mundo, con la incendiaria tea del anarquista; mientras existan pueblos distintos con instituciones diferentes y en todos ellos sea artículo primero de sus constituciones respectivas: "América para los americanos; China para los chinos; Bélgica para los belgas;" vosotros los euskaldunes, levantareis enhiesta la bandera de la Patia. De la Patria por la que los hombres han sido héroes y los héroes han sido reverenciados como dioses. De la Patria, palabra que simboliza los más gratos recuerdos y las más dulces afecciones; que nos da la esperanza de vivir en nuestros hijos como vivimos en la memoria de nuestros padres, á los que debemos la casa en que habitamos, el terreno que cultivaos, la sepultura en la que oramos por su descanso eterno, las santas tradiciones que conservamos, la sangre que corre por nuestras venas y los apellidos que llevamos y nos distinguen de los hombres de las demás razas.

Hacedles entender, por fin, que el pueblo vasco procurará mantener siempre vivo el primero y más natural de todos los amores: el amor á la vida; la primera y más santa de todas las libertades: la libertad de vivir.

A nuestros enemigos de dentro, á esos de nuestros hermanos, que sacrificando á lo que entienden ser su propia conveniencia la existencia de su pueblo, se proponen inutilizar y destruir la obra inmortal de tantos siglos, en la que sus antepasados por conservar su independencia, sus tradiciones y su lengua sagrada, derramando torrentes de sangre generosa, supieron morir gloriosamente...... nada les digáis, es inútil hablar al sentimiento á quien del corazón ha hecho víscera de su egoismo. Pero preguntadles, con la sarcástica sonrisa del desdén que su conducta inspira, si ya que por lo visto se proponen conquistar el mundo, son tan rudos de inteligencia que no quepa en ella el conocimiento de dos idiomas, siéndoles necesario arrojar el suyo propio, que ningún trabajo les costó adquirir. Y á esos sabios, que con tanto saber ignoran, acaso, por qué caminos llegaron al Olimpo de su sabiduría, podéis suplicarles se dignen descender de las alturas inaccesibles á que han lelgado, para que os revelen á qué maravilloso influjo podrá deberse que el latín de los tiempos de Augusto sea más culto que el grosero de las doce tablas; y por qué arte de encantamiento los versos de Berceo, aunque "fer una prosa en romance paladino", no son tan paladinos como los romances de Zorrilla; ni la prosa castellana de los cartularios del siglo XII tan castiza y tan bella como la prosa de Pereda, ni tan apta á los fines propios del lenguaje como instrumento de expresión del pensamiento y del estado anímico del escritor.

Y si os dijeran que tales diferencias no encierran misterio alguno, sino que son natural efecto de la cultura progresiva del hombre, podéis dejarlos que vuelvan á elevarse en el vacío globo de su sapiencia hueca, porque ellos mismos os habrán dado la explicación de por qué los pescadors de vuestras costas no hablan el lenguaje retórico del hacendista parlamentarios, ni el sencillo baserri el conceptuoso del metafísico; y por quéla lengua euskara hablada hoy por el pueblo rudo, pero fiel depositario de nuestras tradiciones, podrá ser lengua de sabios el día en que éstos, en lugar de desterrarla, se sirvan de ella para sus grandes concepciones literarias y científicas; porque todo en este mundo es perfectible, menos el corazón de un hijo desnaturalizado y presuntuoso.

Preguntadles, también, si no sería interesante para la historia de la humanidad descorrer el velo que nos oculta los días genesíacos y las ideas prehistóricas, y abrir las puertas que separan tiempos de tiempos. Y si os contestan afirmativamente, aunque para el egoismo del calculador, siquiera se titule sabio, todo esto debe servir de poco, decidles si conocen muchas llaves, como el euskera patrio, para abrir esas misteriosas paertas, y cuál es la clave, de que hoy mismo están en países más cultos sirviéndose otros sabios, para descifrar etnográficas incógnitas.

Decidles, finalmente, que si la cultura intelectual tiene relación necesaria con la lengua castellana, ya que el estado de cultura nacional, en que se encuentra el pueblo español, no es para que nos tengan envidia los indígenas del Canadá. Y no es que con esto quiera decir que no sea fluida, flexible, y elegante y propia para las más altas concepciones la hermosa lengua castellana; lo que con esto quiero decir es que de premisas y afirmaciones como las que han dejado sentadas los detractores de la lengua de sus padres se pueden sacar las más extremadas consecuencias, tales como la de que las regiones euskaldunas no son de las más florecientes de España, sus ciudades de las más cultas y sus pueblos de los más adelantados, aunque en ellos, como sucede en Eibar y en Plencia, no haya logrado abrirse paso aún la lengua castellana.

¿Qué no es lengua sabia el euskera ni tiene fuerzas expansivas recluída como está en reducido territorio?
 
 

¿Pues qué? ¿Se ha abierto, acaso, concurso público y universal, paa que entre las lenguas infinitas habladas por las razas innumerables que aún pueblan la tierra queden solo las más sabias entre todas? ¿De dónde se saca tan extravagante teoría? ¿Cuál en concurso semejante obtendría la victoria?

La ley de la selección se cumplirá fatalmente por los esfuerzos propios de la Naturaleza, no por resolución de los sabios; pero entre tanto, se impondrá la necesidad en los pueblos de entenderse entre sí con los signos recibidos sin discusión posible y el instinto de conservar la existencia propia.

¿No es preventiva la ley de la vida la lucha por la existencia en cuya virtud los seres todos sin excepción alguna, desde el más rudimentario é invisible microbio hasta los más complicados organismos, se atacan encarnizadamente por hacer que se perpetuen sus especies respectivas? ¿A qué otra cosa se reducen sinó las guerras eternas que llenan las páginas de la historia de la humanidad? Y si todos los seres luchan por el instinto de la reproducción de sus especies más que por el de la propia conservación individual; ¿por qué hemos de ser nosotros excepción de regla en las leyes impuestas por la naturaleza, leyes á cuyo cumplimiento debemos nuestra existencia propia? ¿Quién sabe después de todo cuales pueden ser aún los destinos de este pueblo primitivo? Nuestro fue en remoto día extensa parte del antiguo continente y hoy nos vemos estrechados en reducido término pero vivimos aun.

¿Tanta seguridad tiene el pueblo castellano, que es de ayer, de subsistir eternamente?

No obstante las brillantísimas cualidades de su lengua como lengua difusiva y el haber sido de hecho la más difundida de las modernas, no pasarán cien años sin que como oficial, social y familiar, quede extinguida en los territorios inmensos del archipiélago filipino, de Cuba y de Puerto Rico, en los que una raza más potente impone la suya.

En las repúblicas sud americanas, torre de Babel en la que se dejan oir todas las lenguas, podrá ser dominada por la portuguesa, ó por la italiana que cuenta con una inmigración más extensa; si no es que abieto el itsmo de Panamá por el coloso del Norte haga éste en las orillas del Plata lo que está haciendo en Filipinas. Y en España mismo no sería yo el primero, si me ocurriera darme á ser profeta, que pudiera anunciar grandes peligros de anexiones, y aun sin serlo, ¿quién no ve que estamos amenazados para plazo no lejano tal vez un verdadero cataclismo?

Y es, que nada hay seguro en la tierra y el que el día de las mejores grandezas puede ser víspera de las mayores desventuras.

Ya lo veis, jóvenes vizcainos, nos interesa vivir hoy para que puedan vivir mañana nuestros hijos, y no es la fuerza de los argumentos empleados por nuestros adversarios lo que nos quita la vida. La razón, la justicia, el cumplimiento del deber, el común sentir de todas las gentes hoy como en todos los tiempos, exigen de nosotros lo que hacen todos los pueblos grandes y pequeños, poderosos y débiles, opresores y oprimidos; y lo que predicaran los sabios que buscan el progreso de la humanidad en la diversidad de sus razas que no obsta á la unidad de su origen desde que al fijarse en los libros santos la ruta seguida por los primeros hombres se dijo: Ab his divisae sunt insulae gentium in regionibus suis; unusquisque secundum linguam et familias suis in generationibus suis. "Por ellos se dividieron las islas en regiones, cada uno según su lengua y sus familias en sus propias generaciones" (1).

No, no es la fuerza de la razón lo que nos aplasta. Nos sofoca y asfixia la presión material de un gobierno centralizador empeñado en ahogar entre sus manos todas las iniciativas regionales por dirigirlas mejor, como ahoga entre sus manos el nido de pajarillos el muchacho incauto que se los arrebata á sus padres con el insensato propósito de cuidarlos mejor, si no lo hace con el cruel de matarlos por espíritu de destrucción.

Nos las habemos por tanto frente á frente de la presión material, sujeta á peso y medida y susceptible del más y del menos: no bajo el peso abrumador de una razón de equidad ó de justicia, ni siquiera de conveniencia.
 
 

IV

Y ya la cuestión varía infinitamente, porque ahora ya no nos hemos de pregunar si debemos acometer la empresa de la reconstitución de la Patria, sino la de si podremos hacerlo con esperanzas de éxito.

Y puesta la cuestión en este terreno, la contestación, cualquiera que sea el resultado, tiene que ser la de que ni podemos ni debemos dejar de cumplir un deber sagrado y menos en los momentos en que se extrema el afan de hacernos sucumbir.

Pero yo tengo la firme persuasión de que no con meras esperanzas, sino con la completa seguridad de triunfar en tiempo relativamente corto, podemos acometer la nobilísima empresa que los designios de la Providencia han puesto en nuestras manos, en las manos de los que existimos en este periodo evidente de transición.

Una sola cosa exisgía Napoleón el Grande para llevar con éxito la guerra á los confines del mundo: ya la conoceis. No calculaba bien en su modestia el gran capitán del pasado siglo, ó en sí mismo llevaba el complemento de su pensamiento propio.

No una, dos cosas son absolutamente indispensables para las grandes empresas: Dinero, que es lo que exigía este genio de la guerra, y una voluntad tan enérgica y poderosa como la suya; y si una de estas dos cosas fuera la única necesaria, no sería seguramente el dinero. ¿Nos falta á nosotros nobles euskaldunes, lo uno y lo otro?

Nos falta, sobre todo una voluntad enérgica, efectiva, que preste á nuestros propósitos toda su fuerza, no una voluntad simplemente afectiva, que solo subsiste mientras se siente estimulada y cuyos efectos pasan como los de un meteoro?

Pues entonces humillemos nuestras frentes en el polvo y resignémonos á morir.

Vergüenza da, señores, hablar de dinero en asuntos del corazón; pero hagámoslo, si fuerza es hacerlo.

¿Tenemos dinero? Sí. La Euskalerría atesora riquezas sin cuento en manos de hijos suyos favorecidos por la fortuna; y si esas riquezas no siempre se emplean en cosas útiles, ¿faltarán acaso, para reconstituir el hogar paterno?

No seguramente. No será necesario que extendamos nuestras manos suplicantes para que esos hermanos nuestros, favorecidos por la fortuna, abran sus tesoros á las necesidades de la Patria, á la primera y más extrema de todas las necesidades que es la necesidad de vivir. Pero si nuestros compatriotas de aquende y allende los mares cerrasen sus oidos á la voz del patriotismo, aún nos quedaría el recurso de mendigar de puerta en puerta, en tierras extrañas, seguros de hallar acogida á nuestra demanda. Así como nosotros nos hallamos dispuestos á prestar nuestro debil apoyo á todos los pueblos oprimidos.

¿Nos faltará voluntad, voluntad efectiva ejecutante, para llevar á cabo nuestra empersa?

Decía, señores, que da vergüenza hablar de dinero en asuntos de corazón; pero mucha mayor vergüenza causa poner en duda y en tela de juicio la voluntad de los hijos para salvar á su madre.

No; no nos faltará voluntad.

Y para que no desmayéis, sino antes bien toméis aliento en las vicisitudes porque podéis pasar en la patriótica empresa en que os habéis comprometido, he de deciros que cuando joven yo sentía y pensaba como vosotros pensáis y sentís ahora, era tenido por loco y por visionario en aquella sociedad educada en otros ideales.

Decidme ahora si podrá contarse hoy el número de visionarios contaminados con este género de locura. Y decidme si educados vosotros en los ideales erna, única de todos nuestros males; como debemos huir de los motivos que puedan producirlas.

3.º Debemos elegir como tema único de la evolución indicada un objetivo absolutamente desinteresado en sí, por todos admitido y que para nadie puede ser materia de desconfianza ni de discordia.

4.º En tales condiciones no hay otro tema de evolución reconstituyente que la lengua; reconstituida la lengua tendremos pueblo tal cual la naturaleza lo ha creado, como distinto de todos los demás: y este publo podrá ser y será mañana dueño de sus destinos.

5.º La mera conservación de la lengua patria es absolutamente imposible.

6.º La reconstitución de la lengua patria es relativamente fácil.
 
 

V

Permitidme señores, que dando por indiscutibles los tres primeros temas que acabo de enumerar, ya que ni parece necesaria su demostración ni sería fácil en los estrechos límites de esta conferencia, me detenga sólo en los tres últimos.

Reconstituída la lengua, he dicho tendremos pueblo tal cual la naturaleza lo ha creado, como distinto de todos los demás.

Tan cierto es esto, que hoy mismo en el periodo reconstituyente en el último siglo iniciado en todos los pueblos de Europa, así en los débiles como en los fuertes; todos, absolutamente todos han entendido y entienden que reconstituír la lengua es reconstituír la Patria. Así es que no sólo Escocia, Irlanda, Hungría, Polonia, y en general todos los pueblos oprimidos, ante el temor y peligro de su muerte han empleado todos sus esfuerzos en la reconstitución de sus idiomas respectivos, sino que pueblos tan poderosos como Alemania, antes supeditada al francés, lengua de la diplomacia; Rusia, que en los tiempos recientes de la Gran Catalina carecía de gramática y de diccionario, han dedicado preferentísimos estudios á sus literaturas y lenguas respectivas.

Sí; pueblo que no hable es pueblo muerto; porque el lenguaje, como antes he indicado y vosotros sabéis mejor que yo, es, no sólo expresión de la vida y símbolo de su existencia, sino valladar y frontera infranqueable al invasor. Por eso los pueblos conquistadores hoy en lugar de cargar de cadenas á los vencidos y condenarlos á esclavitud que no priva de la esperanza de recobrar la libertad, les imponen la lengua del vencedor, suavísimo procedimiento para exterminar al pueblo vencido y raerlo de la faz de la tierra.

Por eso las palabras: "El pueblo vasco es un pueblo que se va" "La lengua vasca es una lengua que se extingue", aunque contienen, al parecer, dos frases distintas, expresan una misma idea y por eso todos las pronuncia como sinónimas y como sinónimas las repiten juntas, bien persuadidos de que se habrá extinguido nuestro pueblo el día en que dejando de oirse su lengua nuestros apellidos reciban desinencias erdéricas y nuestra raza sin valladar que la aisle vaya á perderse en el piélago inmenso de las razas absorventes, ó en el más insondable aún de los pueblos sin nombre.

Pero he dicho en el tema V que la conservación del euskera es absolutamente imposible, y debo repetirlo: porque es preciso formarse juicio exacto de la realidad de las cosas para poder servirse de ellas. Y los que infructuosamente hemos andando un camino, estamos en el caso de advertirlo á los demás para prevenir un nuevo desengaño.

A la terminación de la última guerra civil, durante la que, dicho sea de paso, no faltaron conatos vehementes de ponerle término arrojando del campo carlista la impedimenta política con el grito de independencia, pudo verse ya que no era tan reducido el número de visionarios que pensaran en que la palabra patria no es un signo convencional al que se da la extensión que se le quiera dar.

Fueron ya muchos los navarros que como en nido de sus amores pensaron en la patria euskaldun y de la comunicación de sus afectos y pensamientos nació la Asociación Euskara de Navarra, que inició el movimiento reconstituyente en las demás regiones euskeldunes y que trascendió á nuestros paisanos de América.

Fui yo el encargado de redactar sus Estatutos y reclamo, por tanto, para mí el acto humilde de una confesión sincera.

Quisimos abarcarlo todo y la Asociación nació muerta. El entusiasmo cundió entonces en Pamplona como ahora en Bilbao. Eramos muchos; cientos de suscriptores llenaban sus libros. Llevamos al Ayuntamiento la mayoría de los concejales y á la Diputación, no solo alguno de sus miembros, sino nuestras propias ideas aceptadas como normas de gobierno por los mismos que nos habían combatido. Pamplona era nuestro y el porvenir parecía serlo también: y sin embargo, pocos años después de haber comenzado con tantos brios aquello desapareció como el humo y los asociados que, naturalmente, habían ido á la Asociación de los campos militantes, se volvieron á sus tiendas respectivas, excepción hecha de los que no teníamos más bandera que la bandera roja de Navarra.

¿Y sabéis por qué sucedió esto? Pues sencillamente porque queriendo abarcarlo todo, fijamos nuestra gestión en puntos demasiado vagos, tal vez, sin acertar con el único verdaderamente concreto.

La Asociación se dividió en Secciones de Historia, de Legislación, de Literatura patria. Lo que más nos preocupó, como era natural, fue la conservación del euskera; para lo que, entre otras disposiciones que se adoptaron, se establecieron Fiestas Euskaras ó se combinaron, mejor dicho, con las ya establecidas por el patricio insigne monsieur D’Abadie, que aún hoy mantiene su egregía viuda, á la que desde este lugar, si me lo permitís, envío respetuoso saludo, habiendo en alguna de esas fiestas compartido con nosotros sus entusiasmos el gran Iparraguirre; pedimos y obtuvimos de nuestra Diputación una parte de presupuesto para crear y mantener una cátedra de euskera, establecimos premios, etc., etc.

Resultado: Aun queda mucho, muchísimo de la extinguida Asociación; queda en toda la Euskalerria la propaganda creciente de las patrióticas doctrinas por ella vertidas; y de las ideas que ya expontáneamente han surgido en vosotros y las mantenéis con fé de mártires y entusiasmo de euskaldunes dignos de los tiempos legendarios; quedan las sentidísimas intencionadas leyendas de Iturralde y de Campión; los versos heróicos de Oloriz; las poesías euskéricas de Arrese, y flota aún en le aire el espíritu que le animó y que hizo que Navarra rechazara, como un solo hombre, el antiforal propósito de Gamazo, como rechazaría mañana con las mismas energías cualquier acto de violencia semejante.

Pero en cuanto á la conservación del euskera, su objetivo principal..... nada, absolutamente nada. Queda la gramática de Campión, monumento insigne levantado á la patria, labor de benedictinos que dará con el tiempo los frutos que son de esperar en trabajo de tanto mérito; pero el erdera desde entonces, con ser corto el tiempo transcurrido, ha hecho más progresos que en los tiempos anteriores.

Ya os lo he dicho; la conservación del euskera, la mera conservación, es imposible. Es necesario más; es necesario acometer de frente la empresa de su reconstitución, que no es lo mismo.

Tal vez os llame la atención, os choque, y hasta os haga dudar que puedan ser ciertas estas dos afirmaciones tan antitéticas y opuestas al parecer.

Fijáos bien; el erdera, como antes he dicho y vosotros sabéis, lo invade todo por momentos en irresistible progresión geométrica. En el día de ayer ha hecho más daño que en la semana anterior; en el año último más que antes en un siglo. No hay filoxera destructora que cause más estragos; porque la filoxera erdérica crece, se multiplica y se propaga prodigiosamente. Creedme. No obstante optimismos ilusorios, la verdad, la desnuda verdad que yo os debo y me debo á mí mismo, es que limitarse hoy á conservar el euskera sería como querer conservar el agua en un tonel sin fondo.

Afortunadamente si el euskera se va, sin que haya medio de contenerlo, su reconstitución está en nuestras manos, y la reconstitución claro es envuelve la conservación. Y si esto es así, aun dado caso que la mera conservación fuere posible no sería prudente ni patriótico contentarse con ella.

No sería prudente porque nadie se duerme tranquilo al borde del abismo, si se dá cuenta de su situación. Por eso sería altamente imprudente que nos contentáramos con contener por hoy la erderización de la Euskalerría, bien persuadidos de que en el momento en que cesare nuestra vigilancia, que con ser exquisita resultaría inútil, la erderización completaría su obra.

Sería antipatriótico porque nosotros no podemos darnos por satisfechos con que las cosas queden como están y con que queden castellanizados para siempre los ínfinitos pueblos robados al euskera.

No es pues conservando, tarea absolutamente imposible hoy y completamente ineficaz para mañana, como debemos proceder. Es penetrando avanzando, irrumpiendo, como en sentido opuesto y con antipatriótica intención se ha dicho; para obtener sin violencia y sin dificultad sensible el fin á que aspiramos.

He citado la filoxera como ejemplo de destrucción inevitable y debo citarla también como ejemplo práctico de segura reconstitución. Porque así como en el estado actual de la ciencia es imposible contener su propagación y la conservación del viñedo, que sólo por un procedimiento reconstituyente puede reponerse; así no siéndonos posible en el estado actual de las cosas que no esté en nuestras manos alterar, impedir la propagación del erdera, podemos no obstante acometer con éxito la fecunda empresa de la reconstitución absoluta del euskera patrio.
 
 

VI

¿Y cómo la hemos de llevar á efecto?

Como lo han hecho y están haciendo hoy mismo los pueblos antes citados en nuestra península el entusiasta pueblo catalán; que después de todo, nuestra situación no es tan excepcional que sea única.

En todas partes las causas y los efectos de la decadencia han sido los mismos; y los mismos por tanto los mediso de reconstitución.

En todas partes la decadencia de las lenguas ha principiado de arriba abajo, por el afán de las clases superiores de elevarse y distinguirse del vulgo, empleando un lengua más culto. Así si Alemania ha tenido necesidad de reparar averías en el idioma nacional y de expurgar de palabras exóticas su legislación, ha sido porque los literatos alemanes habían dado el mal ejemplo de mirar con desdén la lengua patria, como á los literatos alemanes habína dado, á su vez, el mal ejemplo los Reyes de Prusia, como Federico el Grande, que jamás se servía de otra lengua que de la francesa de su amigo Voltaire, y que tal vez no dominaba el alemán.

Por lo que á nosotros hace, no necesitamos grandes trabajos de investigación, ni de observación para caer en la cuenta de que la lengua patria se ha perdido también de arriba abajo, empezando por los Reyes de Navarra y Señores de Vizcaya, extraños á su propio país, siguiendo por los cortesanos, palaciegos, centros burocráticos y administrativos, magnates, literatos y concluyendo por los simples jaunchos ó propietarios, todos los cuales, menospreciándola y desdeñandose de hablarla, han conseguido que el pueblo también se avergüence de poseerla y ponga todo su afán en olvidarla.

Por eso, puesto que de arriba abajo ha principado la decadencia, de arriba abajo debe principiar la regeneración.

Y puesto que tampoco es por las clases inferiores, que siguen obrando instintivamente, sino por las clases superiores, por las que el pueblo euskaro ha salido de la infancia entrando en el período de la reflexión, á las clases superiores corresponde el alto, el insigne honor de ser directoras en este movimiento verdaderamente glorioso de la reconstitución de la Patria, como lo están siendo en todas partes.

Y ¿cuáles serán los procedimientos que las clases superiores deben adoptar para alcanzar el fin que con tanto anhelo perseguimos? ¿Deberán emprender desde luego la tarea, que no titubeo en calificar de ímproba, de aprender el euskera patrio sin maestros que se lo enseñen ó sometiéndose á una enseñanza imposible en ciertas edades y condiciones?

Nada menos. Milagros grandes con ese afán, que para este efecto ha sido afán perdido, ha hecho el patriotismo; pero no todos sabemos hacer milagros, ni sería prudente ni práctico exigirlos, ni aun después de exigidos y obtenidos se conseguiría tal vez otra cosa que trabajos de reflexión y de estudio, pero no el propagar el lenguaje por medio de la palabra hablada, que es la única fecundante.

Existe ya un Congreso de estudios superiores que podrá fijar el idioma literario (ya que el popular debe respetarse en todos sus dialectos), que prescribirá las reglas del bien decir, unificará la ortografía, completará el diccionario con las voces nuevas que los nuevos tiempos exigen y á que tan á maravilla se presta el euskera, que llevando al diccionario y agrupando en él con las voces del lenguaje vivo de la palabra hablada las infinitas del lenguaje mudo, que estereotipado se encuentra en ríos, fuentes, montes, caminos, cañadas y términos de la Euskalerría, aun en los ya erderizados campos de los valles del Ebro, Ega, Arga y Aragón; y que el suelo patrio, menos ingrato que el hombre á los recuerdos del pasado, conserva para que éste un día los recoja y utilice, como dicen que conservan la luz de los muetos los sepulcros de las edades primitivas.

Pero hoy no tratamos de eso que queda íntegro al Congreso de euskerólogos beneméritos, á los que la Patria agradecida recompensará sus fructuosísimos esfuerzos.

Para los fines que nosotros perseguimos y á que exclusivamente se refiere esta conferencia, no hay para qué exigir á nadie cosas más ó menos difíciles.

Se trata sencillamente de obtener la reconstitución del euskera por los medios suavísimos que presta la naturaleza; la naturaleza que nos da las cosas hechas, sin exigir de nuestra parte más trabajo que recogerlas.

Tened en cuenta que nosotros no perseguimos ni tenemos para qué perseguir la reconstitución de la Patria en las personas é individualidades, sino EN LA RAZA; y que para esto basta con que á los niños que están por nacer y á los que han nacido ya y aún se encuentran en la infancia, se les hable en la lengua sagrada de nuestros padres.

Se les hable he dicho, porque habéis de notar, y esto puede ser interesante lo tengáis en cuenta á los fines que perseguimos, que los niños no hablan la lengua que deben hablar, sino aquella en que se les habla á ellos mismos. Así es que en un medio absolutamente erdérico, tanto cuanto pueden serlo los boulevares de París ó la Puerta del Sol de Madrid se conseguirá indefectiblemente que el niño hable el euskera si su nodriza ó encargada de custodiarlo, no le habla otra lengua; después de lo cual y ya simultáneamente aprenderaá también sin esfuerzo alguno y sin darse cuenta de ello la lengua que se hable en la localidad en que se encuentre; con lo que y con que un mes cada año, hasta los nueve ó diez, se utilicen las ya consetudinarias estancias de verano en la Euskalerría, dejando un solo niño en cada uno de sus caseríos, el niño ganando mucho en salud y robustez adquiriría lo que un adulto no puede conseguir acaso en todos los días de su vida aunque estudie y aprenda todo cuanto hay que saber en la materia, para escribir ó hablar en un preparado discurso.

Este es después de todo el sistema moderno adoptado hoy en todas partes para la enseñanza de las lenguas exóticas por medio de institutrices; y ya veis si es fácil obtenerlas para nuestros hijos sin salir de nuestras mismas montañas.

Una dificultad grandísima hay sin embargo en este sistema, el más fácil, sencillo y cómodo para las familias acomodadas del país euskaro, que ha malogrado todos mis esfuerzos en mis incesanes primeras tentativas. Esa dificultad no está en el método que es infalible, ni en el niño que necesariamente y sin darse cuenta de ello, como tiene que suceder, aprende la lengua en que se le habla: la dificultad está en que en un medio erdérico se consiga que la niñera ó nodriza, institutriz, que al mes entederá y hablará el erdera por la facilidad sorprendente que tienen los jóvenes euskaldunes para aprender otras lenguas, no quieran hablar su lengua propia por el deseo de aprender la agena, y por la vergüenza ya infiltrada en el ánimo de nuestros campesinos que les causa hablar el euskera entre gentes que creen han de mirarles con desdén, si no se acomodan al lenguaje de los demás.

¡Tal es el estado anémico en que se encuentra nuestro pueblo! De modo que en resúmen, todo el trabajo queda reducido á un trabajo de vigilancia para que al niño no se le hable en otra lengua; y ay veis que esto no es levantar un arco sobre las cataratas del Niágara.

Vigilancia con la que se conseguiría el doble beneficio de que las nodrizas euskaldunes no hablen á los niños en el pésimo castellano que ellas poseen, como sucede en este mismo Bilbao con bien poca aprensión por cierto de los padres, que no advierten que sus hijos sobre no aprender el euskera, que de labios de sus nodrizas aprenderían sin trabajo alguno, adquieren un castellano defectuoso que dejará para siempre impresa la marca de fábrica de que procede, y difícilmente se podrá corregir y diversiones; y como el número iría aumentando en progresión geométrica, sin contar con la facilidad que en ello encontrarían para sí otras familias menos pudientes aunque no menos entusiastas, en veinte años cambiaría completamente la fisonomía de la población.

¿Qué dificultad existe para que esto suceda?

Ninguna absolutamente, si, rompiendo el hierro de nuestra apatía y dando impulsos á la regeneración tan felizmente iniciada, se crean organismos ó simples compromisos que produzcan un movimiento simultáneo, aunque no sea más que en los más entusiastas, para que los resultados sean tangibles en poco tiempo y estimulen á los demás en la prosecución de obras tan benemérita.

Esto mismo, exactamente esto mismo se ha hecho y se está haciendo en Escocia, en Irlanda, en Polonia, en Hungría; y sin salir de España en Cataluña, en Mallorca y en todas partes; porque ya os lo he dicho, en el periodo de reconstitución de las pequeñas y de las grandes nacionalidades en que hemos entrado, todos reconocen unánimes que reconstituír la lengua es reconstituír la Patria; como todos tienen que reconocer que pueblo que vive hoy es pueblo que puede vivir mañana; y que en los azares de la vida pueden ser mañana grandes los pueblos que hoy son débiles, como pueden desaparecer los que hoy hacen alardes de su fuerza.

Esto aun contando con que no ha de llegar jamás el día en que la virtud y la justicia se abran paso en la marcha progresiva de la humanidad, y ni los hombres ni los pueblos sean respetados por sus riquezas y por su poder, sin por su soluto para los estudios reflexivos, es de blanda cera para los conocimientos de asimilación, como son los las lenguas habladas.

Escuso, señores, ponderar ante vosotros, mucho más ilustrado que yo, lo robusto de esta base de educación en el niño para sus estudios y vida ulteriores, en la Ciencia, en el Arte, y sobre todo en el Comercio, hoy que tanto interés inspira el conocimiento de las lenguas en el cosmopolitismo real y efectivo, creado por la creciente facilidad de internacionales comunicaciones; cosmopolitismo que ningún pueblo tiene más interés en fomentar que el nuestro, que sin ser conquistador para sí, al menos, por lo mismo que es independiente, ha llevado la civilización á los paises más apartados del globo, siendo los primeros en cruzar los mares sus hijos, hoy desparramados por toda la superficie de la tierra.

Esta educación sería de resultados prodigiosos, si tenéis en cuenta que si los euskaldunes por conocer el castellano ó el francés están en condiciones de aprender con facilidad las interesantísimas lenguas neolatinas de tan innegable extensión en el mundo, por el conocimiento de su propia lengua están en situación de abrirse en Filología horizontes inconmensurables.

A esto precisamente es debido, sin duda, que por la pasmosa facilidad con que aprenden las lenguas de los pueblos á que el destino los arroja, nuestros frailes y nuestros marinos en todas partes sean siempre intérpretes natos de sus compañeros, como lo fue en manera muy especial el inolvidable Padre Lersundi.

Por esto innecesario parece decir á qué punto de ilustración y de cultura pudieran llegar nuestros jóvenes dedicados á las ciencias filológicas y etnográficas con tal base de conocimientos al salir de la edad infantil, conocimientos que se consolidarían en los estudios superiores, en los que no se les debiera abandonar.

Y si por los medios que acabo de indicar consiguiéramos que nuestras escuelas de párvulos y superiores prestasen á nuestros hijos una educación tan sólida y robusta, como no se adquiere mayor en los centros más cultos del mundo, no hay para qué decir que en tal caso las clases superiores de nuestros pueblos, aunque en su corazón no abrigaran un átomo de fuego del amor patrio, no se desdeñarían de entregarnos sus hijos para que se los educáramos.

Y excusado es decir que si el pueblo hoy, á impulsos de una lógica de hierro, tiende á matar el euskera para ponerse en contacto con los que le rodean y á la altura de las clases superiores, entonces, por la misma fuerza de atracción y de conveniencia, se esmeraría en conservar lo que hoy se afana en destruir.

Para fundar y sostener esas escuelas, una al menos que sirviera de ensayo y de modelo á las demás, y para crear, andando el tiempo, un centro de institutrices aptas á los fines indicados, pudieran ser precisos los medios materiales, el dinero que la Euskalerría atesora, ya que para la propagación del euskera en las familias acomodadas, que son las llamadas á poner por obra el plan de regeneración, no hace falta sacrificio alguno pecuniario.

¿No habrá en toda la Euskalerría en que se ha perdido el euskera, cien patriotas pudientes, que necesitando criados y domésticas, se presten á adquirirlos entre euskaldunes á los fines indicados? ¿No habrá cien familias que tengan el patriotismo necesario para, resueltamente y venciendo las dificultades inherentes á toda innovación, prestarse á este pequeñísimo sacrificio, si sacrificio puede llamarse?

Pues con esas cien familias esparcidas en los territorios castellanizados como Tudela y Laguardia por ejemplo, con las aun numerosas que residen en nuestras capitales y proceden de terreno en que no se ha perdido la lengua patria, y con las bien acomodadas que subsisten en el territorio euskérico, se constituirían tres núcleos poderosos que por sí solos ó auxiliados por las escuelas de párvulos que se crearan, darían por resultado la reconstitución de la lengua en la Euskalerría desde el Ebro al Pirineo antes de terminar el siglo en que hemos entrado; y un siglo es un instante en la vida de los pueblos, máxime si se trata de un pueblo como el nuestro que tantos y tantos siglos cuenta de existencia.

Esto sin contar con que los euskaldunes, esparcido pro todo el mundo hagan lo mismo en los lugares que ocupan; y de Cuba, el Plata y Filipinas vuelvan regenerados á los hogares de sus padres las colonias que éstos constituyeron lejos de la Patria querida.

A los modernos Panslavismo, Pangermanismo, Panceltismo, y á todas las grandes agrupaciones étnicas que, paralelas al socialismo envolvente, se inician en nuestros mismos días, como si se presintiera que el mundo va á entrar en nuevas luchas de razas contra razas, respondamos nosotros aprestándonos á los futuros acontecimientos, con la agrupación y cohesión de la nuestra, mucho más extensa, muchos más potente de lo que revela el limitado espacio á que ha quedado reducido nuestro antiguo solar.

Y sin tratar de introducir hoy perturbación alguna en los Estados políticos, démonos la mano todos los euskaldunes del mundo, levantando un altar en nuestros hogares á la lengua patria; y si nuestro pueblo está destinado á morir no morirá en la atonía en que hoy agoniza.

Si al otro lado del Bidasoa se conserva, es no tanto por la cariñosa protección que le dispensa el poder central cuanto porque las clases superiores, lejos de desdeñarse de hablarla, no sólo la emplean en sus relaciones familiares y sociales como lengua hablada y como lengua escrita, con preferencia al francés que muchos desconocen, sino que dándole la importancia que tiene la cultivan con esmero, reuniéndose al efecto Congresos como los de Bayona y San Juan de Luz, instituyéndose fiestas anuales como las creadas por el insigne literato Mr. D’Abbadie; haciéndola depositaria é intérprete de sus más íntimos afectos en los azares de la vida como Salaberri, y siendo por parte de los hombres más eminentes objeto de estudios tan profundos y concienzudos como los del Príncipe Bonaparte, que no obstante su elevada gerarquía no rehusó el ímprobo trabajo de recoger personalmente de boca de campesinos, carboneros y pastores de la Euskalerría de ambas vertientes del Pirineo las locuciones propias de los diferentes dialectos y subdialectos que en ella se hablan.

En todas partes es ley de la naturaleza que las clases superiores creen ó reconstituyan y el pueblo conserve, y que el pueblo acabe por abandonar lo que aquéllas abandonen.

Un poco de buena voluntad y de amor patrio; nada más se necesita para que nuestros elementos de reconstitución sean infinitamente mayores que los contrarios de descomposición, cuyas fuerzas no me diréis que he procurado ocultar ni atenuar siquiera.

Así habremos dado comienzo á la grande obra de la regeneración de la Patria, que nuestros hijos llevarán á término, sin peligro de que vuelva á perderse jamás, por lo mismo que será una regeneración reflexiva.

Y así el pueblo euskaldun, hoy de extensión reducida, pero grande por su nobleza sin igual, si nobleza son antigüedad y honor; grande por las virtudes y personales condiciones de sus hijos, respetados y queridos en todos los pueblos de la tierra á donde los lleva el destino; será un pueblo culto, ilustrado é instruído como no podrá haber otro que le supere.
 
 

Para organizar el movimiento necesario á tan nobles fines, dar uniformidad y cohesión á nuestras fuerzas, que aisladas se gastarían inútilmente; para que podamos contarnos los amantes de la Patria y unos de otros recibamos estímulos y ayuda en la obra santa, y para que en la forma de hacerlo busquemos la norma en nuestras instituciones propias, entiendo debe constituirse una Federación de euskaldunes para la reconstitución del euskera, cualquiera que sea el punto de la tierra en que habiten; que esa Federación se rija por un Consejo de ancianos no decrépitos de los siete estados de la Euskalerría, auxiliado por otros doce jóvenes; que este Consejo dé forma, organización y ejecución al pensamiento para recoger firmas de adheridos; y guarde y conserve en lugar seguro el gran libro de familias regeneradoras de la Patria euskeldun; nobiliario en el que por orden riguroso de adhesiones deberán inscribirse los nombres de los padres y madres de esas familias y de los hijos maores de veinte años y las cuotas de suscripción de los que por no tener familias ó por contar con medios de fortuna quieran contribuir con auxilios materiales á la reconstitución de la Patria.

Este Consejo pudiera, si la idea es aceptada, nombrarse en Fuenterrabía al reunirse el Congreso de euskerólogos que en el mes de Septiembre debe tener lugar en aquella ciudad invicta.

Permitidme ahora, antes de terminar y después de daros sentidas gracias por la atención que me habéis dispensado, que haciendo mías ciertas memorables palabras en ocasión más solemne, pero no con mayor oportunidad que ahora pronunciadas, me dirija á los vascos que hoy existen, así á los que tienen la dicha de vivir en el lugar querido como á los arrojados por el destino á lejanas tierras, para decir á todos:

Euskaldunes: Desde las cumbres de Altobizcar, Aizkorri y el Gorbea, cien generaciones nos contemplan; llevamos sobre nuestras cabezas el peso de los siglos y las tradiciones del pueblo más antiguo de la tierra. Este pueblo, al que debemos honor y vida, perece, y su vida está en nuestras manos. Cumplamos nuestro deber.

HE DICHO.

Se suplica se propague entre los euskaldunes la lectura de esta Conferencia.

Y á los fines y procedimientos que en la misma se indican, los que estén conforme con el pensamiento que le anima, puedan manifestar su adhesión dirigiéndose á este Centro en estos ó parecidos términos:
 
 

Prometo hacer cuanto pueda para que en mi familia y en las de mis parientes y amigos se reconstituya, si se hubiera perdido el euskera patrio, ó se conserve si aún subsiste en ellas.

Por la Junta Directiva del "Centro Vasco"

El Presidente

José Maria de Gorostiza
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

(1) Gén., cap. X, V. 5.º


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