Autor(es) : Salaverría Ipenza, Mariano Pí y Margall, Francisco
Título (s) : La salud de Euskeria : diálogos
Editor : Imprenta de J. Baroja e Hijo, San Sebastián
Año de publicación : 1898
Descripción : 68 p. ; 20 cm
Nota de autor (es) : por Mariano Salaverría e Ipenza ; con una carta de Francisco Pi y Margall
Nota : Indice
Materia : Fueros - Euskadi - Estudios, ensayos, conferencias, etc.
Clasificación : 34(466)(04)
Copia : 175139 F. RESERVA : C-98 F-12 No prestable
Copia : 193177 F. RESERVA : C-167 F-17 No prestable
LA
SALUD DE EUSKERIA
DIÁLOGOS
POR
MARIANO SALAVERRÍA É IPENZA
CON UNA CARTA
DE
D. FRANCISCO PI Y MARGALL
SAN SEBASTIAN
Imprenta de J. BAROJA É HIJO, Constitución, 2.
1893.
LA SALUD DE EUSKERIA
DIÁLOGOS
LA
SALUD DE EUSKERIA
DIÁLOGOS
POR
MARIANO SALAVERRÍA É IPENZA
CON UNA CARTA
DE
D. FRANCISCO PI Y MARGALL
SAN SEBASTIAN
Imprenta de J. BAROJA É HIJO, Constitución, 2.
1893.
Es propiedad del autor.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
Al
Sr. D. Francisco Pi y Margall
en testimonio de profundo reconocimiento á sus bondades y enseñanzas.
EL AUTOR
CARTA PRÓLOGO
Madrid 29 de Octubre de 1898.
SR. D. MARIANO SALAVERRÍA
Estimado amigo: Mucho celebro que se proponga V. coleccionar sus diálogos sobre La salud de Euskeria. Están bien pensados y escritos, y reunen excelentes condiciones para la difusión de nuestros principios por esas provincias bascas, que deberían ser las más federales, atendidos su historia y su amor á sus antiguos fueros.
Sin la federación, sin que sean autónomas las demás regiones de España, no es de esperar que esas provincias recobren sus perdidas libertades ni puedan gobernarse por sí mismas en todo lo que á su vida interior corresponda. No estamos ya en época de exensiones ni de privilegios.
Las ideas religiosas son, á lo que parece, lo que más aleja de nosotros á esos honrados é inteligentes bascos. Ha hecho V. bien en demostrarles que no puede bajo nuestro régimen padecer religión alguna. Todas, absolutamente todas podrán vivir en la federación libres é independientes. No pagará el Estado á los sacerdotes católicos; pero tampoco les ipondrá curas ni obispos, ni los privará de ninguno de los derechos de ciudadanos, ni les cerrará las puertas de las Cámaras, ni exigirá el pase regio para la publicación de las bulas de los Pontífices.
La unidad religiosa, ¿es ya posible? No existe hoy en parte alguna del mundo; no existió en España cuando más viva y ardiente era la fé en la doctrina de Cristo. Durante siglos vivieron aquí juntos cristianos, judíos y moros bajo la protección del Estado. Se permitía á todos la celebración de sus ritos; y cuando se les citaba ante los tribunales, se les consentía que cada uno jurase por su Dios y sus santos. Fórmulas diversas de juramento hay en Las Siete Partidas para las tres religiones.
No se es hombre cuando no se tiene libres el pensamiento y la conciencia. No puede religión ninguna pretender que se los esclavice. A todas debe bastar que se las deje vivir á la luz del día, de la limosna de sus fieles, bajo la salvaguardia de los poderes públicos, sin obstáculos para que difundan sus doctrinas y practiquen su culto.
Esto defiende V. con amplitud y lucidez en sus diálogos, y esto los hace interesantísimos. Se alegrará mucho de verlos pronto recogidos en un volúmen su affmo. s. s.
q. s. m. b.
F. Pi y Margall.
INTRODUCCIÓN
En nuestro país hay un gran trabajo que realizar: vulgarizar el fuero, ha dicho don Joaquín Jamar. Nosotros podríamos decir parodiándole: En el país basco hay un gran trabajo que hacer: vulgarizar el programa del partido republicano federal.
Hay entre el fuero y la federación una semejanza de origen. El fuero se templó al calor de la Reconquista por la exaltación de los pueblos en su espíritu de independencia amenazada por el anhelo de dominación de los árabes. La federación se forjó en el yunque de la historia maestar del sentimiento de libertad y régimen autonómico que animó en todas las épocas al pueblo español. En ese sentido, la federación viene á ser la hija de la historia concebida por el fuero. Este ha dado su sangre á la federación, la historia le ha dado su alma; aquél la robustez del cuerpo, la historia le ha dado su alma; aquél la robustez del cuerpo, la historia la educación del espíritu.
Mas el fuero solo, aislado, entregado á sus propias fuerzas, es la materia que obra por el instinto. Acompañado de la federación, es si se quiere el egoismo de la bestia que todo lo quiere para sí; pero refinado ese sentimiento por el espíritu de asociación de derechos y deberes entre individuos ó pueblos que pactan y se unen para un fin general y común.
Puede el hombre vivir apartado de todo centro de vida; peude habitar el interior de una selva, la intrincada montaña, la perdida isla en el dominio de los mares; pero el fuero no corresponde á un solo hombre, obliga y favorece á una colectividad, y ésta es forzoso que exista en comunicación con sus convecinos para entregarles lo que le sobra á cambio de lo que le falta.
De ahí que combatamos las ideas separatisas, no porque nuestra razón las rechace en absoluto, ni nuestro corazón deje de mirarlas con indulgente cariño, sino porque, para que tomen carne, forma en la realidad, serían precisos otros tiempos y otras circunstancias, circunstancias y tiempos que es cándido suponer se halle hoy Euskeria en condiciones de aprovecharlos.
Y si negamos la virtualidad del separatismo para luchar con probabilidades de triunfo contra la nacionalidad española, hemos de admitir y querer se afirmen y prosperen tendencias ó partidos que ofrezcan verdaderas garantías de respeto de las libertades forales.
No es seguramente el partido conservador, ni el fusionista, ni alguno de éstos se forme, ni los republicanos unitarios el partido que conviene abrazar á estas provincias. Las medias sombras prejudicarán siempre al pueblo que ha gozado de tanta claridad en otros días. Ese partido es uno de estos dos: el carlista ó el federal. El primero, más que nosotros, sus mismos halagos lo rechazan como perturbador á Euskeria. Porque no puede ser el partido de estas provincias el que sólo á ellas, y á algunas más promete la vuelta de sus venerandos fueros. ¿Qué harían si no entonces las provincias que no gozaron nunca de la autonomía? Tenemos la pretensión de creer que si Andalucía hubiese tenido libertades que defender en las Cortes de 1876, Sánchez Silva no hubiese tronado como tronó contra las libertades euskeras, llamándolas privilegio, porque no existían en las demás provincias de la nación española.
El partido que conviene abrazar á Euskeria es el que dice que todas las provincias son libres para regirse por sus fueros, si los tienen, ópor los que ellas mismas se crearen para su vida interior, si no los han tenido nunca; y este partido es el partido federal.
Los principales principios de ese partido expuestos quedan en los presentes DIÁLOGOS. Mediten sobre ellos los bascongados, desprendiéndose por un momento de parcialidades y preocupaciones suicidas para el pueblo que los vió nacer, y caigan en la cuenta de que antes de llorar como mujeres, debemos trabajar con ahinco porque luzca otra vez para siempre aquel sol de libertad que tanto calor diera á nuestra sangre en las pasadas épocas.
PARTE PRIMERA
EL CARLISMO Y LA FEDERACIÓN
PARTE PRIMERA
EL CARLISMO Y LA FEDERACIÓN
DIÁLOGO PRIMERO
UTOPIA Y REALIDAD
VÍCTOR
¡Hola, hola! ¿Ya no me conoces, Calixto?
CALIXTO
¡Ah!, ¿eres tú? Dispénsame, chico. Como hace tanto tiempo que no nos vemos, no extrañes que haya pasado por tu lado sin hacerte caso. Ya ves, veintidos años no son un día.
VÍCTOR
Verdad que veintidos años no son un día, pero ese tiempo no creo que sea bastante largo para borrar de tu corazón el afecto que en otras épocas me profesaste. No olvidaré jamás que en Choritokieta me salvaste la vida.
CALIXTO
Sí; es más que posible que habrías muerto si mi fusil no te hubiese librado entonces del coraje de aquellos dos soldados. ¡Qué buenos tiempos!
VÍCTOR
¡Malditos! ¡Remalditos, dirás!
CALIXTO
Qué, ¿ya no eres carlista?
VÍCTOR
No, no lo soy. Al pasar á Francia por no hacer la entrega de mis armas á los vencedores de tu rey, me embarqué para América. Allí he vivido quince años, recorriéndola de Norte á Sur. Los restantes los he pasado en Europa. En todas esas tierras he visto mucho y comparado más.
CALIXTO
También yo he procurado robustecer y aun aumentar los conocimientos que adquirí en el colegio antes de lanzarme á las aventuras de la guerra. El cultivo de las tierras que al morir me dejaron mis padres y la lectura de algunos buenos libros, han sido mis ocupaciones preferentes después que terminó la última guerra carlista. Sin embargo, reconozco que los conocimientos que hayas adquirido en tus viajes serán, por la misma observación y experiencia, más sólidos que los míos. Lo que no comprendo es cómo has podido perder el amor á nuestros venerados fueros.
VÍCTOR
Te equivocas. Aquí nací, aquí sentí mis primeros goces y mis primeros desengaños, aquí los preliminares de la ciencia que en aquellos países me ha dado alguna consideracion y fortuna. Mi sangre, además, es bascongada; y esta sangre no puede menos de ir con los ojos de la imaginación á buscar el origen de su engendro, á Aitor, y ofrecérsele en aras de nuestras libertades. Pero ya no daré una gota más de mi sangre por defender una causa que es de una familia sola. Mi causa es hoy la del pueblo bascongado, la de toda España, la del mundo entero. Paz y progreso; éste es mi lema. Mira, allá en América he visto á la entrada del puerto de Nueva York una estatua de colosales dimensiones, con una linterna poderosa en su mano tendida á lo alto, como si con la luz que de noche despide quisiera enseñar al mundo que la luz, y sólo la luz, es capaz de barrer las sombras de la noche de la ignorancia.
CALIXTO
Maravillado te escucho. Pero dime, ¿cómo ibas á asegurar los fueros bascos, dado que los rescataras, sin un hombre que por la tradicción de su familia, por su poder y prestigio los colores á tal altura, que fuera imposible perderlos otra vez?
VÍCTOR
Cuanto más alto los colocara, más terrible sería la caída. El día que esto sucediera, ya para nunca jamás habían de volver, porque sus fragmentos se hallarían tan disgregados, que sería locura recogerlos y unirlos unos con otros. Mas fijémonos principalmente en eso que dices, que un hombre puede hacer la felicidad de nuestra muy amada Euskeria. Después, si tenemos tiempo, hablaremos de otras cosas.
CALIXTO
Sí, hablemos de don Carlos. Tenemos todavía un buen rato de paseo hasta llegar á mi casa.
VÍCTOR
Tú, y contigo muchos bascongados, os creéis que un rey, y más que un rey, don Carlos, os reintegrarían en vuestros antiguos fueros.
CALIXTO
Y tanto pesa en nosotros esa idea, que para que él suba al trono estamos moralmente comprometidos á sacrificar nuestras vidas y haciendas, porque la exaltación de don Carlos al trono es la exaltación de los fueros al lugar de donde nunca debían haber descendido.
VÍCTOR
Bien sabes que yo también soy bascongado, pero, á diferencia de tu parecer, creo que un sentimiento de humanidad me impone la obligación de mirar á los hombres como hermanos, deseando para todos ellos el mayor perfeccionamiento posible en sus deberes y derechos. NO obstante, aunque en mí hablase sólo el egoismo de raza, ¿cómo á reconocer iba en don Carlos ó en su hijo la facultad y potestad de darme lo que es mío, lo que ha nacido con mi sangre y con mi sangre lo he alimentado y defendido? Tal necedad traería irremisiblemente el derecho en ese rey de poderme quitar lo que me había dado. Yo quiero que yo, y nadie más que yo, me dé ese derecho, ese fuero, esas libertades. Entonces yo lo adaptaré á mis medios de vida quitando ó poniendo aquello que sobre ó falte.
CALIXTO
Todo eso está bien dicho; pero has de reconocer que el fuero es la tradición, y la tradición nos dice que nunca estuvieron mejor garantidas estas provincias que cuando el rey las protegía con su poder.
VÍCTOR
Sí, mientras los reyes tuvieron de su parte el temor, ya que no el amor de los pueblos, sin fijarnos en que antes de esos reyes Euskeria ya tenía su derecho. Hoy las cosas han variado. Juan Pueblo ha aprendido mucho en esos dos libros que se llaman la Revolución francesa y la Revolución norteamericana. En ésta vió cómo una colonia sacude el yugo de la metrópoli opresora y se declara independiente, escribiendo leyes que la han colocado á la cabeza de las naciones más cultas y poderosas. En aquél vió más, vió que los reyes caen de sus solios cuando el pueblo se cansa de pedir de rodillas pan para su cuerpo y luz para su inteligencia.
CALIXTO
Pues esa misma confianza que muestras tener en el pueblo, constituiría la desconfianza de don Carlos. Como á ti, también á él le habrán impresionado esas enseñanzas de la historia, y lo harán prudente y justiciero cuando la voluntad de los españoles lo eleve al trono de sus ascendientes.
VÍCTOR
¡Candidez supina! No digo yo que sus primeros años fueran de mal gobierno. Procuraría, por el contrario, portarse bien en los primeros instantes. Mas, ¿qué sucedería después cuando de su lado estuviese la fuerza y la adhesión de las provincias? ¿Crees, por otra parte, que es poca cosa contentar las ansias de poderío de los que hoy le protegen oculta ó abiertamente: el clero, la nobleza, todas las clases conservadoras, el pueblo ignorante, sobre todo, agitado por la leyenda de las epopeyas españolas? ¡Desdichados de nosotros si tales ideas predominasen algún día! Quizás volvería España con tus reyes á las glorias militares de Carlos V; los eguro es que retornara á las negruras de Carlos II el Hechizado. Ni uno ni otro para mí son buenos; el primero quita hierro al arado para dárselo á los cañones, á los matadores del cuerpo; el segundo quita la verdadera luz del espíritu para sustituirla por la superstición, matadora del alma, que, por la fuerza de la razón, se recrea en el origen de las cosas.
CALIXTO
Sin embargo, tus razonamientos son aplicables á otro pueblo que el nuestro. Aquí no podrías hermanar esa libertad de que hablas con el respeto á los poderes constituídos.
VÍCTOR
¿De qué poderes constituídos hablas? Seguramente de los que creara el carlismo. En ese caso tienes razón. El carlismo dice absolutismo, y absolutismo no significa otra cosa que el poder de uno sobre los demás. No podías, por tanto, ser tú libre, ni yo, ni todos nuestros convecinos, ni todos los españoles, si nuestra libertad mermaba la libertad del rey. Sin querer has dicho con tus palabras que no es posible la libertad individual, la del pueblo, la de la provincia y la de la nación con ese poder absorbente, que es más poderoso y duradero cuanta más libertad tiene á costa de la libertad de los demás.
CALIXTO
Entonces, ¿qué libertad le ibas á conceder?
VÍCTOR
Yo, ninguna, porque no juzgo necesarios los reyes para el adelanto y felicidad de las naciones.
CALIXTO
Acabas de hacer tu profesión de fe republicana. Pero, ¿es mejor tu República que mi Monarquía? Lo mío es conocido; lo tuyo no; cuando más, ha pasado por el cielo de la política de España como un meteoro siniestro que no ha dejado atrás de sí más que desconfianzas y recelos para lo porvenir.
VÍCTOR
Hay mucho de exajeración en esas desconfianzas y recelos que la República de 1873 dejó, según tú, para lo porvenir. Sabes bien que entraron á formar parte de ella hasta monárquicos al objeto de ocupar los principales puestos del Estado. Fué aquello una mezcla de avanzados y retrógados, y permaneció compacta mientras no hubo esperanza de un nuevo orden de cosas. También el lobo y la oveja permanecen juntos, sin molestarse, en tanto que las subidas de las aguas los tiene aislados en una elevación del terreno de la parte no inundada. La república que yo he visto practicada en otras naciones, particularmente en los Estados Unidos del Norte de América y en Suiza, está muy lejos de ser aquella República que viste por espacio de once meses en España.
CALIXTO
Sí; pero España no es Suiza ni los Estados Unidos. Cada pueblo su gobierno.
VÍCTOR
Por lo mismo que cada pueblo su gobierno, quiero para el mío, el gobierno que él mismo se elija, no el que cualquier advenedizo ó hijo de reina quiera imponerle.
CALIXTO
Es que mi rey sería la garantía de ese gobierno. A su amparo el fuero viviría ganando en poder. Siempre los reyes juraron las libertades de estas provincias al tiempo de subir al trono de sus mayores. Las ideas liberales del otro lado de los Pirineos fueron la causa de su pérdida.
VÍCTOR
No negaré en absoluto que el espíritu de igualdad traido á España por los vientos de la Revolución francesa, fuera una de las causas de la ruina de nuestros fueros. La mayor, á mi modo de entender, fué, sin embargo, la envidia de las otras provincias de ver en éstas lo que ellas consideraban un privilegio. Puede sospecharse que Sánchez Silva no hiciera oposición tan porfiada en el Senado del año 1876, si Andalucía hubiese gozado de libertades semejantes á las nuestras en aquella época. Aunque, si bien se mira, ¿quién nos dice que sin aquellos vientos de igualdad regional no hubiesen sufrido igual suerte las libertades euskeras? ¿Será preciso que te recuerde, ya que no por otra cosa, como por vía de ejemplo, la pérdida de los fueros valencianos, castellanos, aragoneses y catalanes? ¿Hubo también allí vientos de libertad ó igualdad importados á España?
CALIXTO
Cierto que las causas fueron interiores; pero por lo mismo que se sublevaron contra el poder real, justo era que pagasen su audacia.
VÍCTOR
¡La audacia de sublevarse contra el poder real porque éste se mezclaba en las interioridades de las provincias! De modo que, según tú, el día que Guipúzcoa, Alava Vizcaya ó Navarra mostraran su descontento, ya porque el rey atendiese más á los intereses extranjeros que á los nacionales, ya porque valiéndose de su autoridad y poder disolviese una Diputación, un Ayuntamiento ó cualquier institución ó corporación de la provincia ó del pueblo, castigando motu propio á todos ó algunos de sus individuos, porque el interés del pueblo ó de la provincia había sido pospuesto al interés particular del rey ó de sus allegados, ¿podría éste cortar de raíz las libertades regionales? ¿Qué criterio es el tuyo, que así dejas á merced de los caprichos ó ambiciones de un hombre la suerte de una provincia, de una nación entera?
CALIXTO
¿Iba á dejarla á merced de tu gobierno?
VÍCTOR
¿Por qué no, si mi gobierno era elegido por ti, por mí, por todos los españoles? Al contrario de tu rey, sería ese gobierno renovado de tiempo en tiempo por períodos fijos, y si se apartaba de la norma y conducta que al nombrarle le habían señalado sus electores, podría ser destituido, juzgado y castigado, según su delito, por los tribunales que nombrasen las provincias confederadas. Este es el criterio que siguen las naciones que marchan á la cabeza del mundo civilizado.
CALIXTO
Sí; pero no va un rey á vivir á merce de las provincias. Podían éstas pedirle cosas que él no pudiera cumplir por ser opuestas á su dignidad de soberano.
VÍCTOR
Y ¿qué cosas iban á pedirle que el rey no pudiera cumplir? ¿Lo sería, por ejemplo, advertirle los inconvenientes de una guerra, los males de una ley generla, los daños que los abusos de sus ministros ó delegados irrogasen á los pueblos? Pues no endría otro remedio que pasar por ello. Esos atributos son de la nación y no del rey. Éste, por muy paternal que sea, es hombre, y como tal, sujeto á pasiones necias ó locas. Las provincias son cosa más abstracta y compleja. Sus pasiones, por lo mismo que responden á mayor número de individuos, se funden y aquilatan en una sola aspiración, que será egoísta, todo lo que se quiera, pero al fin noble y justa.
CALIXTO
¿Qué lazo iba, pues, á establecerse entre el rey y las provincias?
VÍCTOR
Vuelvo á decirte que niego la necesidad de los reyes. Por incidencia te contestaré que ese lazo sería el pacto.
CALIXTO
¿El pacto?
VÍCTOR
¿Te extraña? ¿Cómo entró Guipúzcoa a formar parte de la nacionalidad española, si no por el pacto? ¿Cómo Alava y Vizcaya? El pacto obligaba a Castilla á reconocer el fuero en la época de la adhesión. Y ¿no eran también pactos los que se establecían cada vez que subía al trono de Castilla un nuevo rey y juraba mantener los fueros bascongados? Siquiera entonces había el e si non, non, frase con la cual querían significar nuestros mayores que se desligarían de todo compromiso si el monarca no cumplía durante su reinado lo que pactado había al comenzar en él. Nada queda ya de esa frase. La habéis sustituido por el servil lo que quiera el señor.
CALIXTO
Dudo mucho que sin dar al Estado una autoridad absoluta, sea fácil mantener el orden necesario para que las provincias vivan en paz y en gloria.
VÍCTOR
Me extrañan mucho en ti esas dudas. ¿Olvidas que el orden se mantenía perfectamente en estas provincias en la época del fuero, á pesar de su independencia? Sólo ellas cuidaban de sofocar sus revueltas interiores, cuando las había, por medio de sus milicias. Sólo ellas, también, juzgaban y castigaban á los delincuentes que atropellasen la costumbre o el derecho establecio. Lo más que al rey tocaba, era intervenir en los asuntos internacionales, que diríamos ahora, en aquellos en que la provincia se había comprometido á respetar de acuerdo con el monarca. Eran completamente libres en su vida interior, y lo eran aún en las relaciones con otros pueblos ó países, siempre que no quebrantaran el pacto. Todo precisamente lo mismo que da mi República, como consecuencia de su principio autonómico. ¿Daría tanto tu rey? No, no podría, porque pide la centralización política á cambio de la descentralización administrativa que cede, y la descentralización política está reconocida y se cumple en todas las Repúblicas federales. Desengáñate, Calixto. Tu rey volvería los fueros; con la República federal se volverían por sí mismos. Es decir, que como don Carlos traería los fueros, podría quitarlos, en tanto que con la República federal vendrían sin que nadie los llamase, porque el alma de la federación es la autonomía, y el fuero no puede vivir sin ese principio capital del sistema federativo... Pero me sospechó que hemos llegado á tu casa, y fuerza es que nos separemos.
CALIXTO
Espero que nos veremos con frecuencia.
VÍCTOR
Mañana al atardecer salgo para Suiza, donde me reclama un asunto urgente. Antes de esa hora, si no te molesta, podemos charlar un rato sobre política.
CALIXTO
Ya sabes que soy ante todo bascongado. Si me convences, lo que dudo mucho, de que tu sistema de gobierno es el más honroso y conveniente para estas provincias, á él serviré con todas las energías de mi alma.
VÍCTOR
Nada me cuesta intentarlo. ¡Hasta muy pronto!
DIÁLOGO SEGUNDO
LA IGNACIOLESIA Y EL ESTADO
VÍCTOR
¡Ah! ¿Eres tú?
CALIXTO
Perdóname que te haya hecho levantar tan temprano. Esta noche he creído volverme loco pensando y repensando en la conversación que ayer tarde tuvimos.
V
¡Pobre amigo mío! Quién sabe si te he hecho un mal creyendo hacerte un bien.
CALIXTO
¡Si no fuera por esa maldita separación de la Iglesia y el Estado que tenéis en vuestro programa los federales!
VÍCTOR
Y ¿no es más que eso lo que causa tu martirio?
CALIXTO
Lo demás es para mí cosa secundaria.
VÍCTOR
¡Bah, bah! Mira, vas á venirte conmigo á Suiza; mejor que mis palabras, tus ojos te enseñarán eso que no comprendes.
CALIXTO
Agradezco tu ofrecimiento, pero no lo acepto. Aquí, aquí quisiera yo convencerme de que no hay peligro para mis creencias religiosas en abrazar en absoluto tu credo político.
VÍCTOR
Cualquier al escucharte pensaría que sólo tú crees en algo superior á lo que vemos o tocamos.
CALIXTO
Sentiría que te enfadaras...
VÍCTOR
Haría mal ¿Qué tú piensas de un modo? Pue yo pienso de otro, y en paz. ¿Crees lealmente que te perjudico al pensar de distinta manera que tú lo haces?
CALIXTO
No, en tanto que no exteriorices tu pensamiento presentándolo en abierta oposición al mío.
VÍCTOR
Luego, ni yo ni tú debemos usar de medios que ataquen descaradamente tu tranquilidad ó la mía.
CALIXTO
Lo que no quieras para ti, no quieras para los demás. Pero no sé que relación puede tener esto...
VÍCTOR
Que es la consecuencia de que nadie debe ser molestado en el ejercicio de sus creencias religiosas.
CALIXTO
Y que la Iglesia debe vivir separada del Estado, ¿es verdad?
VÍCTOR
Y ¿por qué no? Pues que, ¿la República federal no respeta y ampara al catolicismo, como respeta y ampara á cualquier otra institución religiosa?
CALIXTO
Pero no le da la preferencia sobre las demás.
VÍCTOR
¿Se la dan los otros Estados?
CALIXTO
Convengo en que hay diversidad de conductas en las naciones sobre este punto; pero aquí, en España, pongo por encima de toda idea la idea de Dios Uno y Trino y la de su Santa Madre concebida sin mancilla.
VÍCTOR
Según eso, consideras la vida religiosa superior a la civil, el sacerdote al seglar, el Papa al Rey.
CALIXTO
Cierto.
VÍCTOR
¿Para qué, entonces, quieres Rey teniendo Papa? Lo más lógico y breve sería reunir en una sola persona los atributos religiosos y seglares. ¿No es á un mismo tiempo el czar de Rusia, Papa de la Iglesia cismática? ¿No lo es la reina Victoria de la anglicana?
CALIXTO
Es que Jesucristo dijo: “Dad al César lo que es del César, y á Dios lo que es de Dios”. “El reino de Dios no vendrá con muestra exterior, ni dirán hélo aquí ó hélo allí, porque el reino de Dios está dentro de vosotros”. “Mi reino no es de este mundo”. “Si mi reino fuera de este mundo, pelearían mis ministros para que yo no fuera entregado á los judíos”. Con todo lo cual quiso decir que un Papa no puede ser á un mismo tiempo Rey, ni un Rey á un mismo tiempo papa. En la antigua Roma, el Pater familias era dueño y sacerdote de su hogar, y antes de él, en la India y en el Egipto se vió esa confusión de potestades. El czar de Rusia y la reina Victoria no son otra cosa que continuadores del símbolo representativo de las religiones paganas.
VÍCTOR
Tus palabras vienen á negar de modo claro y terminante el poder temporal de los Papas, al decir que un Papa no puede ser al propio tiempo Rey; y por consiguiente, has venido á coincidir conmigo; esto es, que el Estado debe ser libre.
CALIXTO
¡No! Yo no digo eso. Yo digo que el Estado es el cuerpo y la Iglesia el alma, y que así como el espíritu dirige la materia, debe regirse el Estado por la Iglesia. En este concepto no puede haber separación posible entre uno y otra.
VÍCTOR
Sin duda alguna, puesto que tu teoría encierra en los moldes de la Iglesia todas las cuestiones del orden temporal de la vida. Con ella, ciencia, arte, industria, comercio, agricultura, derecho, todo lo que constituye nuestra manera de ser y de obrar, cae sobre el tamíz religioso. El Estado, todos sus problemas, han de ser solucionados por la Iglesia.
CALIXTO
Y nada menos.
VÍCTOR
Luego, sois más papistas que el Papa, más cristianos que Cristo... ¿Blasfemia? ¡Ah! No confundamos lo que es atributo del sentimiento de lo que es atributo de la razón. Corazón y espíritu, cuerpo y alma moran en un mismo organismo, pero sus funciones son distintas. Podrán, cuando más, ayudarse, ampararse, defenderse cuando las necesidades de su vida lo pidan; mas no podemos, sin incurrir en crimen de lesa justicia, hacer que latan al unísono y se alimenten de la misma savia, de la misma ciencia. Distingamos la psicología de la anatomía. Cuerpo y alma, repito, se complementan, pero no se confunden.
CALIXTO
¡Siempre la razón señora de todo!
VÍCTOR
Y ¿por qué no si ella nos descubre la verdad ó falsedad de las cosas? ¿En que es infalible el Papa? En asuntos de fe y de moral, mas no en materia de dercho. Y ¿cuál, si no la razón, esla que resuelve los problemas de derecho? Oye lo que dice San Isidoro: “La razón es la guía de la vida, maestra de la virtud y regla para el derecho”. Y ¿qué es el Estado, sino la acción del derecho? Luego, si el Estado es el derecho, la razón, ¿para qué quererle enmarañar con la religión, con el sentimiento? ¿No dice Santo Tomás, “que no deben absorberse el derecho divino, que es de gracia, y el derecho humano, que es de razón natural”? ¿No dice también Leon XIII en una de sus Encíclicas “que todo cuanto en las cosas y personas, de cualquier modo que sea, tenga razón de sagarado, todo lo que pertenece á la salvación de las almas y al culto de Dios, bien sea tal por su propia naturaleza ó bien se entienda ser así en virtud de la causa á que se refiere, todo ello cae bajo el dominio y arbitrio de la Iglesia; PERO las demás cosas que el RÉGIMEN CIVIL Y POLÍTICO, como tal, abraza y comprende, justo es que le estén sujetas, puesto que Jesucristo MANDÓ EXPRESAMENTE que se dé al César lo que es del César, y á Dios lo que es de Dios”?...
CALIXTO
¡Basta! No me abrumes con más textos.
VÍCTOR
Algo es menester, ya que en ellos encuentro las mejores armas para rebatir tus escrúpulos. Empero, ¿prefieres los hechos? ¿Quieres mejor que te hable de cómo obran los Estados Unidos en el particular? El Cristianismo es la religión nacional de aquel pueblo, pero no la religión del Estado. Éste no tiene religión alguna; es ateo, según decís vosotros; y sin embargo, si preguntas á los protestatnes, los que constituyen la mayoría en las religiones de aquella nación, te contestarán que viven bien en semejante estado de cosas. ¿Es esto que son aquellos cristianos menos cristianos que tú católico? No. Como tú desean y se afanan por que sus creencias religiosas se abran camino entre sus conciudadanos; pero usan de otras armas que tú: confían en la bondad de sus doctrinas para redimir á los hombres de la servidumbre del pecado, bastándoles para conseguir esto que el Estado “garantice la libertad de conciencia, de pensamiento y de palabras, y permita que los individuos se asocien para fomentar la religión y la enseñanza”. A esa libertad absoluta deben los católcios norteamericanos sus incesantes conquistas en el campo de la religión. “Admito que esa libertad es altamente beneficiosa para el desarrollo de la religión”, decía León XIII al recibir de manos del arzobispo de Filadelfia el presente que Mr. Cleveland hiciera al Pontífice romano con motivo de la celebración de su jubileo. Y añadía: “Como cabeza de la Iglesia, debo mis cuidados, mi amor y mi solicitud á toda ella, pero tengo especial cariño á los Estados Unidos. Su gobierno es libre y su porvenir está lleno de esperanzas. Experimento una altísima admiración por vuestro Presidente, ypor esto su ofrenda (un ejemplar de la Constitución de 1789, ¡de esa Constitución que separa la Iglesia del Estado!) ha conmovido profundamente mi corazón”. Dime, después de estas palabras, cómo es posible armonizar tu intransigencia religiosa con la expansión de las ideas que reconoce ser necesaria el sucesor de San Pedro, para que vivan si son buenas, y mueran si se oponen á la verdad.
CALIXTO
Líbreme Dios de censurar palabras tan sensatas; pero á bien seguro que hablaría de otro modo á los súbditos de otras naciones.
VÍCTOR
Casi igual, por no decir igual. En la vecina República, en Francia –y también aquí en España, el clero ha recibido repetidas veces de la Cabeza visible de Dios en la tierra la orden expresa de respetar la Constitución del Estado, aconsejándole trabajar dentro de la legalidad por la mayor gloria de la religión católica. Cierto que ese Estado paga al clero católico, mas paga también al mahometano, al judío y al protestante. ¿No es este hecho de igualar para los efectos del pago á tres religiones distintas de la católica un paso grande para la separación de la religión y la política en sus más altos organismos? No te dirá nada de Suiza. Allí caben todas las religiones, pueden todas manifestarse y desenvolverse; mas el Estado, respetando á todas por igual, las deja á sus solas fuerzas; no abraza ni distingue preferentemente á ninguna de ellas. Sólo así se comprende la libertad de que goza aquella República.
CALIXTO
No obstante, ¿cómo viviría el clero en España sin el auxilio del Estado?
VÍCTOR
Viviría como vive en otros países, al amparo de las leyes de asociación, y aún mejor que aquéllos, ya que aquí las creencias están bien arraigadas. Atiende, si no, lo que decía el cardenal Mauning: “Yo creo que la Iglesia en Francia no podrá ser libre mientras se mantenga el presupuesto de Cultos; el salario destruye el prestigio... ¡Ah! Ya oigo las objeciones; preveo las dificultades. Me dicen que habrá muchas parroquias que no podrán sostener sus curas; pero esto no sucederá más que en las parroquias muy pequeñas, muy pobres ó poco cristianas. Hay siempre un medio transitorio de remediarlo. Si hace falta, que los sacerdotes se agrupen por cantones; que vivan en comunidad, y que vayan á celebrar misa donde haya cristianos, y como tendrán gran interés en conquistar las almas, ¿no es de creer que tengan también más celo? Se haría en Francia lo que se hace en Irlanda, en América y en Inglaterra; el pueblo daría á los sacerdotes con qué vivir”. Aplica estas palabras a España y tienes resuelto el problema.
CALIXTO
Quizás tengas razón. ¡Quién sabe si el clero ganaría en dignidad y prestigio lo que ahora gana en riqueza! Pero, ¡qué quieres! soy católico y, como consecuencia, es natural en mí el temor de que la religión que profeso viva débil y enfermiza separando la Iglesia y el Estado. Mas dejemos estas cuestiones, y permíteme te abandone por unos momentos.
VÍCTOR
No, si no me prometes acompañarme á comer.
CALIXTO
Sea como tú quieras. Así te marearé un poco pidiéndote más datos de tu credo político.
DIÁLOGO TERCERO
MECANISMO DE LA FEDERACION
CALIXTO
Déjame ya de filosofías. Práctica, práctica es lo que yo quiero. Algo que yo vea sin forzar mucho la imaginación, sobre todo ahora que mi estómago ha entrado en el laborioso trabajo digestivo. Trázame, pues, en cuatro líneas toda tu República federal. Yo la compararé para mis adentros con nuestras libertades, y veremos después el rumbo que sigo en lo porvenir.
VÍCTOR
Nada más de mi gusto. Lo que teníamos que hacer aquí lo hemos hecho ya. En marcha, y pasito a pasito hablaremos de eso hasta la hora de subir al tren. Bueno es, sin embargo, advertirte que cuanto te diga no será sinorlo más saliente de nuestra organización política, pues la premura del tiempo no nos permite entrar en detalles y explicaciones que es fácil colegir de los principios. Empezaré diciendo que toda la máquina del sistema federal gira alrededor de un eje que llamamos autonomía. Esta palabra no es para nosotros los federales un convencionalismo, una palabra más ó menos bonita con que vestimos nuestro progama, como los salvajes visten sus cuerpos con las más brillantes y hermosas plumas. Es para nosotros la palabra autonomía algo muy esencial, el sine qua non de nuestro sistema político. Los demás partidos se valen también de esa palabra para ganarse la confianza de los pueblos, pues hasta el carlista entre los monárquicos y el progresista entre los republicanos, dicen que son autonomistas, es decir, que quieren la autonomía de los municipios y las provincias. Más éstos me recuerdan á los pajareros que cazan con reclamo. Sólo los federales rendimos verdadero culto á la autonomía. Quítanos ese sol que brilla sin igual en nuestro cielo político, y nos quedamos á obscuras.
CALIXTO
Baja un poco tu entusiasmo y dime cómo entendéis el municipio los federales.
VÍCTOR
El municipio es para nosotros la primera encarnación de la sociedad política, el primer peldaño después del individuo para llegar á la entidad nación. Sin nación, el compuesto de provincias y regiones, sin provincias, el compuesto de municipios, puede concebirse el municipio; lo que no puede concebirse es la nación y la provincia sin el municipio. Son, pues, la nación y la provincia instituciones artificiales; natural, y muy natural, el municipio. De aquí que su organización debe correr pareja con su importancia, y nada más justo que le entreguemos aquello que es su vida: las calles, los paseos, los caminos vecinales, las obras de beneficencia y de enseñanza, los establecimientos de crédito, todo, en fin, que para su uso ó esplendor haya realizado y realice en lo futuro. Tendrá, como consecuencia, sus autoridades nombradas por el mismo, por los vecinos del lugar, y estas autoridades recaudarán y administrarán los tributos y haciendas que para la conservación ó aumento de aquellas cosas imponga ó reciba el Ayuntamiento de sus administrados.
CALIXTO
Muy autónomo me parece tu municipio, tan autónomo que, después de él, no comprendo la autonomía de la provincia.
VÍCTOR
He dicho antes que el municipio era el primer peldaño, insustituible, de la escalera cuyo último peldaño es la nación. Pues bien; un peldaño no hace esclaera; esto es axiomático; son necesarios, por lo menos, dos peldaños, y aun con los dos no conseguirás tener escalera si no los unes por los extremos con algo que los sujete y les haga formar un solo cuerpo. Ese algo que sujeta los peldaños municipios á los peldaños provincias, es la ley de atracción universal concretada á las entidades políticas. Según esto, el municipio es libre, es autónomo, es uno; pero necesita de la provincia para subir en carácter é importancia. Para alcanzar este fin, se reunen varios municipios y constituyen la provincia. Esta tiene, por consiguiente, la autonomía que le han cedido los municipios, ó sea en la nación; autonomía que, si bien es refleja, se hace compacta y poderosa, por cuanto los municipios no pueden rebelarse á capricho contra la provincia sin sentir el peso de ésta.
CALIXTO
Me has mostrado, con eso que acabas de decir, la provincia como poder; mas nada me dices de los términos que abraza su autonomía y el uso que hace de ella.
VÍCTOR
Así como el municipio es autónomo en todo lo que cae bajo su vida peculiar y propia, la provincia lo es también en su propia existencia y en las relaciones que mantiene con los municipios, los montes, carreteras, canales y ríos que son de todos ó de varios municipios, y que no son, sin embargo, de ninguno de ellos, es decir, aquellos bienes naturales ó artificiales que sirven de provecho á varios municipios, sin que nadie pueda llamarse único propietario, son cosas que la provincia debe administrar, conservar y dirigir. De esta administración, conservación y dirección nace la necesidad de funcionarios que desempeñen los cargos que esas cuestiones origina; y de aquí el nombramiento por la provincia misma de las personas que han de prestar aquellos servicios. O menos atributo de la provincia es la resolución de las cuestiones que se susciten entre los municipios. En el sistema federal, la nación, el Estado, no se ocupa de los municipios si no en los casos en que éstos apelen. El superior jerárquico de ellos es la provincia, y sólo la provincia, la cual, en último extremo, se hace responsable ante la nación de la severidad ó templanza que use con los municipios.
CALIXTO
Dime ahora cómo entra en la nación la provincia.
VÍCTOR
De igual modo que el municipio entra en la provincia, esto es, por la mútua conveniencia, ó por los afectos ó intereses creados. Si la provincia es conjunto de municipios, conjunto de provincias es la nación. El mecanismo de ésta es semejante al de la provincia. Tiene como ella su autonomía, que consiste en aquello que las provincias no pueden realizar por ser superior á sus fuerzas ó salirse de los límites de su vida peculiar y propia. Lo es, por tanto, entender en los servicios de correos y telégrafos que se estienden como una red por todo el territori; los derechos y propieades que posee el Estado, montes, minas, fortificaciones, fábricas, edificios; el orden y la paz generales, y como consecuencia, el ejército nacional y la armada; las reglas y derechos á que debe sujetarse la navegación y el comercio de las provincias con otras naciones; los tribunales nacionales; la enseñanza que le esté encomendada; la legislación penal, salvando las provincias su legislación civil, que es lo que principalmente constituye su particular fisonomía; su hacienda, su gobierno, su administración. Al igual que los anteriroes organismos, tiene la provincia para el desempeño de éstas funciones, autoridades y empleados, todo ellos elegidos y nombrados bajo la base de la justicia, de la aptitud física, intelectual y moral, y responsable, y sujetos á las leyes genrales del Estado y á las del ramo á que pertenezcan.
CALIXTO
Has dicho que corresponde á la nación el ejército nacional y la armada. Explícame cómo entendéis esto los federales.
VÍCTOR
La federación ama la paz, porque la paz es la prosperidad y alegría de los pueblos que buscan en el trabajo la fuente de sus libertades y progresos. Mas no por eso deja de estar preparada para la guerra. Tiene su ejército nacional en activo, que aquí en España bastaría constase de 40.000 hombres (27.000 tienen en tiempos normales los Estados Unidos del Norte América), todos ellos voluntarios y pagados, como lo están hoy los carabineros y guardias civiles. Además, contaría, en caso de guerra, con la milicia de las provincias, pues todas podían tener sus gentes armadas, sostenidas indudablemente por la provincia ó región; pero sin que la suma de la milicia de las provincias todas superase al total de los hombres armados que tuviese el Estado. Este límite se funda en la necesidad de contar con un contingente de fuerzas mayores á las de cualquier provincia, para el caso en que ésta se sublevase contra la nación ó usurpase el derecho de otra provincia y fuera preciso hacerla comprender, con medios represivos, lo desleal de su conducta. En cuanto á la armada, como hay provincias que están lejos del mar, sería de la nación sola.
CALIXTO
Luego, en la República federal, ¿no habría quintas?
VÍCTOR
No las habría llamadas por la nación. En el ejército nacional, siendo voluntario, podrían entrar los ciudadanos que quisieran y que fueran útiles, hasta llenar el número que se determinase ser necesario para la seguridad pública. Las provincias seguirían en el particular la conducta que más conviniera á sus intereses. Podrían llamar al servicio á los ciudadanos por suerte ó por voluntad propia para fomrar su ejército, si bien era de desear que para constituirlo se basaran en el libre consentimiento. Sólo en el caso de una guerra con el extranjero, ya para defender el propio territorio, ya para defender un derecho nacional, todos los españoles, sin determinación de provincias ó regiones, serían obligados á tomar las armas, en tanto que su edad ó fuerzas lo permitiesen.
CALIXTO
No me disgusta eso que dices del ejército. Lo encuentro perfectamente acomodado á lo que los bascongados queremos. Aclárame otro punto. Deseo me digas cómo recaudaría el Estado de tu República los fondos que necesitase para atender á sus funciones y compromisos.
VÍCTOR
Los percibiría mirando á la riqueza y población de las provincias. Por lo demás, éstas serían libres de recaudar por los medios que creyeren más fáciles y menos onerosos el tanto que por aquel concepto se las señalase.
CALIXTO
Esto ya lo tenemos en estas provincias, siquier sea el último reflejo de nuestra pasada autonomía. Bueno sería, sin embargo que lo tuvieran las demás, porque el derecho de las otras haría el derecho de éstas.
VÍCTOR
¿Vas comprendiendo la necesidad de apoyar las libertades bascongadas en las libertades de los demás españoles?
CALIXTO
Confieso que es una idea que me han sugerido tus argumentos. Sin embargo, hay otra cuestión, no ya económica, sino política, que tiempo hace me da vueltas en la cabeza, y es; si el Estado tiene poder sobre la provincia, cuando ésta falta á los compromisos que tiene para con la nación, ¿cómo sabe la época y circunstancias de la falta si no hay un delegado que viva en la misma provincia y sienta sus menores palpitaciones?
VÍCTOR
¿Es de los gobernadores de quienes hablas?
CALIXTO
S; es de ellos.
VÍCTOR
Pues no los habría en la República federal. ¿Comprendes tú que sería respetar la inmunidad del domicilio si el alcalde de tu pueblo plantara un alguacil en la puerta de tu casa, y aún dentro de ella, para que vigilase cuánto tú en ella hicieras? ¿Bastaría que dijese, para legitimar ó escusar su conducta, que miraba por el cuidado de tu persona y hacienda, cuando á nada y á nadie temías? Pues la comparación, aunque burda, es lógicamente aplicable á este caso. Toda delegación del poder central en las provincias, viene á coartar la autonomía de éstas. ¿No tendrían las provincias su constitución aprobada por el Estado? Lógico es pues que su código político las enseñase los deberes que tenían para con el poder central, y cuando no, ¿habían de ser todos los habitantes de una provincia amparadores de la injusticia ó desafuero? ¿No es de suponer que habría, sin que hiciera de ello un oficio ó profesión, quien enterase al Estado de lo que la provincia hacía ó pensaba hacer á espaldas del derecho de la nación? Y antes de esto, ¿no habría tribunales provinciales ó regionales que mirasen por el buen cumplimiento de las leyes?
CALIXTO
Entonces tampoco habría alcaldes nombrados por la provincia, ya que, según se desprende de tus palabras, sería imposible que los hubiese de real orden, como hoy se dicen.
VÍCTOR
Ni nombrados por la provincia, ni nombrados por el poder central, no los habría, no los podía haber, si la autonomía de los municipios llegaba á la autonomía política. El poder central tiene su fuerza, porque no se concibe poder sin fuerza, pero ha de dejar á los municipios y á las provincias todo aquello que les es particular y propio. Si no fuera así el sistema federal se vendría abajo, por faltarle la base, que es la autonomía.
CALIXTO
Luego, vuestra fórmula política es...
VÍCTOR
Al municipio lo que es del municipio, á la provincia lo que es de la provincia, á la nación lo que es de la nación.
CALIXTO
Mucho habla esa fórmula en favor de mis sentimientos bascongados. Por ella es indudable que Euskeria tendría su derecho asentado sobre sólidas bases. Mas no, no puedo aceptar sin resrvas tu credo político. Tenéis en él la cuestión religiosa, que empaña la alegría que podría sentir al reconocerle superior á cualquier otra organización de gobierno.
VÍCTOR
Faltan unos minutos para que salga el tren y en vano me cansaría en convencerte de tu error, ya que muestras sentir muy hondo tus creencias religiosas. Sólo añadiré á lo manifestado antes, que, como tú, con tus creencia, hay muchos federales, no solo fuera, sino dentro de España, y todos ellos defienden la federación como sistema y la república como forma de gobierno. No creo, pues, necesario que reniegues de tu credo religioso al buscar en la federación el respeto á las libertades euskeras. Basta conque reconozcas la justicia y el derecho que todos tenemos de pensar y de obrar libremente, siempre que nuestros actos no destruyan el derecho legítimo de los demás.
Por otra parte, dices que eres bascongado, pues trabaja como bascongado. Ya que no tu razón, tu egoismo, tú fe de raza, la tradición é historia de este pueblo debe ser la guía de tu conducta. Considera que la monarquía es tanto más fuerte cuando más centraliza los poderes y los intereses de los pueblos. No quieres gobernadores pues no quieras monarquía. No quieres alcaldes de real orden, pues no quiereas monarquía ni república unitaria. Quieres que tu gobierno sea tu gobierno, nombrado por ti, sin que las demás provincias de España se mezclen en ese tu derecho, pues ama la república y ámala en la federación, que abandona á cada pueblo el ejercicio de sus facultades.
Resumiendo. ¿Amas á tus creencias por Euskeria ó amas á Euskeria por tus creencias? ¿Amas á la monarquía por Euskeria ó amas á Euskeria, por la monarquía? Resuelve, resuelve esos dos puntos, y decídete á ser monje ó ciudadano bascongado, siervo de la corte de Madrid ú hombre libre en la nación española.
Ahora bien; si, como es mi mayor deseo, te decides por la federación y la república, difunde la doctrina que he expuesto por todos los rincones de Euskeria. No dejes aldea ni ciudad sin visitarla y enseñarle que la República federal reconocería como natural y legítimo derecho al pueblo bascongado sus más caras libertades: la autonomía política; porque estos atributos son, como he dicho tantas veces, la vida de nuestro sistema político, y la federación es tanto más perfecta, más próspera y feliz, cuanto más expansión encuentran los municipios y las provincias en sus peculiares medios de existencia.
Mata, en fin, en lo que puedas, ese loco afán de querer separar Euskeria de la nacionalidad española, porque es suicida tal pretensión en los actuales momentos. Llena, llena de libertades el municipio y la provincia: coopera con tu esfuerzo á que todas las energías de esta viril raza se desarrollen en medio de un régimen que, como el federal, deja en manos del pueblo su vida y hacienda; y ahí tienes la mayor gloria que puede apetecer Euskeria: ser libre entre los pueblos libres.
PARTE SEGUNDA
EL SEPARATISMO Y LA FEDERACIÓN
PARTE SEGUNDA
EL SEPARATISMO Y LA FEDERACIÓN
DIÁLOGO PRIMERO
LO PRÓXIMO Y LO REMOTO
RAMÓN
Dichosos los ojos que te ven, Víctor.
VÍCTOR
¡Cómo! ¿Tú en Suiza?
RAMÓN
En Suiza y en tu casa. ¿TE asombra?
VÍCTOR
¿No me ha de asombrar? ¿Quién iba á figurarse que había de verte aquí en mi casa? Siéntate, hombre, siéntate, y dime cómo y á qué debo esta visita.
RAMÓN
Pues es muy sencillo. He ido á acompañar á mi primo Ignacio á Roma, y, ya de regreso, hemos tenido que pasar por aquí para cumplir con algunos encargos que allí nos hicieron. Lo de que esté en tu casa es más raro, porque, amigo mío, sabes irte del pueblo sin decir apenas á donde vas. Pero preguntando aquí y allí he dado con tu escondite. Vaya, vaya, poco que se alegrará Calixto cuando le diga que he hablado contigo.
VÍCTOR
¿Calixto?
RAMÓN
Calixto, sí, Calixto, que ahora es más federal que tú.
VÍCTOR
Me alegro mucho que Calixto haya entrado en la buena senda. Nadie mejor que el ciego, libre ya de su ceguera, sabe lo que vale la luz. Ten cuidado, Ramón, ten cuidado de oirle muchas veces, porque pudiera quitarte de la cabeza esas ideas de separatismo que alimentas con fe digan de mejor causa.
RAMÓN
No creo que haya causa más digna para un euskero que la causa de Euskeria.
VÍCTOR
¿Quién lo duda? Yo no sabría decir otra cosa. Lo difícil está en ver la comprensión que ha de darse á esa frase.
RAMÓN
La comprensión que le dan la razón, y la naturaleza. Si soy separatista, es porque soy euskero. Si soy separatista, es porque estoy cansado de oir clamar en balde por la reconstitución de nuestras libertades. Váyanse á paseo todos lo que del Ebro allá hayan nacido sin sangre bascongada. Euskeria, y nada más que Euskeria. ¿Qué me importa á mí España, Francia, Portugal, Alemania, Inglaterra, toda la raza latina ó griega ó germánica? Yo soy yo y nada que no sea yo me interesa y atrae.
VÍCTOR
Bien, Ramón, bien. Eres euskero, no eres español. Para ti la historia es un mito. Las relaciones que han mantenido durante siglos los pueblos, mentira. Ni lazos de amistad, ni comunes luchas, ni respectivos sobresaltos é invasiones..., nada..., todo es nada... ¿Es posible que á tal extremo llegue tu ceguedad y egoismo?
RAMÓN
No tengo yo la culpa de mi ceguedad y egoismo. Cúlpese á Castilla, cúlpese á los españoles.
VÍCTOR
En verdad que hay una equivocación, lamentable en lo que nos sucede. De un pueblo libre, activo, inteligente, quieren hacer un pueblo servil, holgazán y estúpido. Esto es imperdonable, pero...
RAMÓN
Pero, ¿qué?
VÍCTOR
Es preciso devolver bien por mal.
RAMÓN
¿Devolver bien por mal á los causantes de mi ruina?
VÍCTOR
Como tú se encuentran otras regiones de España.
RAMÓN
Y ¿qué tengo yo que ver con ellas? Además, mi fuero no es el fuero de esas regiones. Lo que allí fué hasta cierto punto disculpable, aquí ha sido despojo inícuo. Los fueros castellanos, aragoneses, catalanes y valencianos nacieron al calor de la Reconquista: unos establecidos por las mismas villas o ciudades para su gobierno propio, en un período de nacional anarquía; otros cedidos por los reyes para recompensar ó alentar á sus vasallos en aquella titánica lucha con los árabes; algunos, por útlimo, cedidos también por los reyes con el fin de tener siemrpe dispuesto al pueblo a defender á los monarcas contra las pretensiones de clérigos y nobles ensoberbecidos por los servicios que prestaran en aquella guerra. Terminada la lucha contra los hijos de Mahoma y domeñado el clero y la nobleza á causa de esta terminación, era lógico que los reyes buscasen la manera de reducir y aun anular las libertades populares, consiguéndolo tras de sucesivas y porfiadas luchas, para gozar mejor de las prerrogativas de la corona y declarase reyes absolutos. Pero los fueros bascongados son cosa distinta. Su orígen se pierde en la noche de los tiempos. El euskero necesitaba gobernarse, legislarse, y nada más natural que creara su costumbre y ley escrita. El fuero euskero nación, pues, en el propio país basco. Pasaron los años, tal vez muchos siglos, y llega un día en que Euskeria reconoce como señor al rey de Castilla. En virtud de ese reconocimiento se compromete el rey castellano á respetar, guardar, y hacer guardar los fueros euskeros. No fué, por consecuencia, una concesión de un rey á su vasallo, sino un pacto establecido entre dos partes contratantes. Falta averiguar si fué ó no fué él quien rompió el pacto; pero, dado que yo lo hubiese roto, ¿no fué el pacto con el rey? Pues si el pacto fué con el rey, ¿qué tengo que ver yo con Castilla? Una vez roto el compromiso con quien pacté, debo quedar libre de hacer lo que más me convenga. Recuerda si no lo que sucedió entre Alemania y España con Carlos I. Fué éste llamado allí para emperador y lo fué sin dejar de ser rey de España. Es decir, que ni España absorbió á Alemania, ni Alemania absorbió á España. Formaban dos naciones distintas, y al fallecimiento de de Carlos I de España y V de Alemania cada una tomó por su lado. ¿Por qué, por qué no había de ocurrir aquí lo mismo?
VÍCTOR
Aquello fué cosa de pocos años. Aquí han pasado muchos siglos de tú unión á la corona de Castilla.
RAMÓN
La libertad é independencia de los pueblos no prescriben, por muchos siglos que pasen sobre ellos.
VÍCTOR
Mas esto que proclaman la razon y la justicia es desconocido por los que están interesados en mantener la servidumbre.
RAMÓN
Contra la servidumbre está el corazón firme y la protesta armada.
VÍCTOR
Y contra ambos el imperio del más fuerte. No te forjes ilusiones, Ramón. Tú causa será siempre para los españoles la casua del soberbio y egoista. ¿Cómo quieres hacer creer á ningún español que nada tienes que ver con ellos? Te llamarían loco de atar y aplicándote el aforismo de que el loco por la pena es cuerdo, se arrojarían sobre ti, te maniatarían, te pondrían la camisa de fuerza y te arrojarían en la noche de tu desesperación sin límite. Español eres, por más que te pese; español contra la razón y la justicia, todo lo que tú quieras, pero español al fin y al cabo.
RAMÓN
Días vendrán mejores. La raza euskera no está destruida, aunque sí sojuzgada. A su tenacidad y altivez confío la regeneración de mi patria.
VÍCTOR
Pues si no andas listo te vas á encontrar conque ya no hay raza.
RAMÓN
Eso no ocurrirá jamás.
VÍCTOR
¿Estás seguro de no equivocarte?
RAMÓN
¿A quién se lo preuntas? ¿Cómo no voy á esar seguro de que lo que hoy pienso como bascongado lo pensaría dentro de mil años si viviera?
VÍCTOR
Pues yo bascongados no me comprometo á decir que no variaré en el transcurso de los años. ¿Negarás que la costumbre euskera estaría ya perdida si hiciera más tiempo que el fuero hubiese desaparecido de la práctica? Luego si la costumbre corre el peligro, ¿qué suerte le espera á la raza?
RAMÓN
Confundes dos cosas que son muy distintas.
VÍCTOR
¿Dónde está esa gran diferencia? Si introduces en una raza una costumbre que no es la suya, ¿no matará más ó menos tarde á su costumbre propia, si lleva en sí una fuerza de asimilación capaz de absorber todas las energías de la última?
RAMÓN
No cabe duda.
VÍCTOR
Y si introduces en esa raza individuso que son de otra raza, ¿no irán modificándola, tanto más cuanto más rápida y poderosa sea la fusión de sangre?
RAMÓN
También es verdad. La historia nos dice que los pueblos que sometieron á otros por la violencia de las armas se valieron muy amenudo de la fusión de sangre para confundirse con sus dominados y formar todos una sola raza. En España, sin ir más lejos, tenemos á los romanos que se funden con los españoles, antes fusionados con fenicios y greigos, y á los godos que se funden con los romanos y españoles, y á los árabes prestar también su sangre á estas últimas fusiones. Hoy mismo hay muchos españoles cuyos padres ó abuelos fueron ingleses, ó franceses, ó alemantes. Mas este maremagnun de razas podrá observarse en otros pueblos. En el mío no puede existir, yo trabajaré para que no exista.
VÍCTOR
No seas ciego, Ramón. Si ha existido y existe en otros países, aquí no puedes evitar esas irrupciones de sangre extraña á la tuya. No nos dejemos llevar por el sentimenalismo. Seamos razonables. Vamos, ¿crees tú que es cosa fácil decir no quiero nada con nada que no sea mío y acto contínuo quedar uno limpio de impurezas? Cómo á negar ibas la condicion de euskero á quien te probaba que en sus venas había algo que también corría por las tuyas? ¿Ibas á renegar de tu sangre? No, no podías hacer esto, porque te lo vedaba la naturaleza y la justicia. Y si no podías hacer esto, ¿qué harías?
RAMÓN
Establecer una gradación entre los individuos que se acercaban más ó menos á mi pureza de raza.
VÍCTOR
Pronto abandonarías esa labor por enojosa é inútil. Mira lo que podría ocurrirte. Habría quien teniendo más sangre euskera que otro, hiciera, no obstante, menos aprecio de ella que éste. ¿Por quién te decidirías? ¿Por el que teniendo mucha sangre euskera renegaba de ella, ó por el que teniendo poca lo consideraba como don inapreciable? Sin duda alguna yo me decido por este último y lo proclamo merecedor de todas las dignidades y beneficios de euskero. Ahora bien; ¿cuántos serían los que se hallasen en este caso? Si eran pocos, menos mal; pero, ¿si eran muchos? Tendrías, pues, que soportar á gentes qu eno siendo de pura sangre bascongada reclamaban el derecho que la herencia, el sentimiento y la raza les ofrecía. Y esto aparte del grado de inteligencia que tuviesen, pues no negarás que si eran sus facultades superiores á las de los euskeros netos no tardarían en monopolizar las fuentes de producción, saber y gobierno de Euskeria.
RAMÓN
Conformes; pero, ¿acaso con tu sistema político podría evitarse esa confusión?
VÍCTOR
Si no podía evitarse, al menos se corregiría ó encauzaría en prudentes límites, y esto es ya conseguir mucho. Conoces lo que la federación quiere en todos los órdenes de la vida y no he de repetirte lo que Calixto te habrá explicado. El separatismo será cosa buena en el terreno de las ideas, pero es locura en la práctica, dada la manera cómo están hoy organizadas las naciones. No podemos esperar á que cambie esa organización é imperen las circunstancias que nos favorezcan, porque como no sabemos cuando ocurrirá ese cambio, jugaríamos á lo incierto y casual. Hemos de ser, por lo tanto, más prácticos que todo eso. Pongamos de nuestra parte los medios posibles para que Euskeria goce de más libertades que las que hoy disfruta, y habrás allanado, si persiste mañana en tu empeño, el camino que conduce á tu completa independencia ó formación de nación aparte. ¿No sigues en la vida práctica la línea curva ó la quebrada cuando la recta está obstruida por obstáculos insuperables? Pues eso que haces en tu vida privada ó en la de relación, ejercítalo en bien de tu ideal político. Más práctica no hallarás fórmula alguna que más te convenga.
RAMÓN
¡Qué cosas tienes! Mira, me voy. Mañana, si desde ahora me autorizas para ello, te traeré á mi primo. Él te dará seguramente el recorrido que mereces.
VÍCTOR
Tendré á grande honra el ser derrotado por Ignacio.
DIÁLOGO SEGUNDO
REACCIÓN Y PROGRESO
RAMÓN
¡Vaya! ¡vaya! Estáis ahí hablando de todo menos del obejto de esta entrevista. Voy á facilitaros la tarea. Os dejo solos. Dentro de un rato volveré y me diréis quién ha vencido á quién. Conque hasta más tarde.
VÍCTOR
Hasta luego, Ramón.
IGNACIO
Es un corazón de oro. Ayer noche me contó la conversación que tuvo por la tarde contigo.-Chico, me decía, no me extraña que Víctor haya convertido á Calixto. ¡Tiene una manera de presentar las cuestiones!-Claro, él mira la salud de Euskeria á través de su sentimiento patrio, y á poco que se le halague en ese sentimiento, flaquea. No ve, no, que entre los principios que informan tu sistema político y los que amamos ó debemos amar los euskeros hay una distancia inmensa.
VÍCTOR
Distancia que desaparecería si fueráis más tolerantes y complacientes.
IGNACIO
No pidas tolerancia para el error. Vuestras doctrinas deducen consecuencias que debe rechazar á ojos cerrados todo buen católico, y por lo tanto todo euskero. Reconoced la supremacía de la religión sobre todos los órdenes de la vida, y desaparecerá nuestra intransigencia. En tanto, guerra, y guerra sin cuartel, encontraréis en nosotros.
VÍCTOR
Sin embargo, los federales somos tolerantes con vuestros principios.
IGNACIO
Y ¿qué remedio, si formáis la minoría?
VÍCTOR
Aunque formáramos hoy la minoría, mañana, mayoría, haríamos lo propio.
IGNACIO
Lo creo; pero es una gracia que espero no tendréis que darnos.
VÍCTOR
Más que os pese, admitiréis esa merced. El mundo marcha, amigo mío. Todo lo que hagáis por retardar el cumplimiento de sus destinos, es contraproducente. Es lo que es porque ha de ser para ser. De esta ley nada ni nadie se escapa.
IGNACIO
¿Querrás decirme con eso que no eres responsable de las ideas que sustentas y defiendes?
VÍCTOR
No he querido decir tanto, pero ya que me obligas á ello, sea.
IGNACIO
¡Oh, Víctor! ¿Es posible que digas tú semejante cosa?
VÍCTOR
Soy efecto de estas ideas, como el huracán es efecto del desequilibrio atmosférico, el rayo de la electricidad, la espiga del grano que cayó en la tierra. Si soy, pues, efecto no soy causa, y sólo la causa es responsabl de los efectos.
IGNACIO
Y ¿quieres compararte al huracán, al rayo, á la semilla? ¿Tienes tú la fatalidad de las cosas de la naturaleza? ¿Obedeces en tus voliciones y producciones á leyes inmutables?
VÍCTOR
Obedezco á la ley del progreso, que es tan fatal é inmutable como esas leyes.
IGNACIO
¡Ya pareció aquello! ¡El progreso! ¡Azote del mundo! ¡Alegría del infierno! ¡Tristeza y llanto de los justos!
VÍCTOR
¡Cuidado, Ignacio!
IGNACIO
Vosotros sí que debéis tener cuidado. ¡Qué locura más rara! Nada os arredra ni detiene. Dios, el mundo, los atributos de uno y del otro pasan por el tamíz de vuestra sutíl crítica y experimentación. Hoy sorprendéis un fenómeno, mañana descubrís la causa de ese fenómeno, y adelante, ¡siempre adelante! Tal empeño no puede ser bueno, Víctor. Y ¿cómo ha de ser bueno si, por querer saber lo que no sabía, cayó Luzbel á los abismos infernales desde la divina gracia en que se inundaba y gozaba? Grano de arena sois, y queréis tener la grandez de las altas cumbres. En vano, en vano, repito, vuestra porfía por levantar sólo con vuestra razón la torre que os permita escuadriñar el cielo. Sois míseros gusanos, y como gusanos os enterraréis en los escombros de vuestra propia obra.
VÍCTOR
Te contradices, amigo mío. Admites á Dios y niegas el progreso, que es el mismo Dios. Admites á Dios y niegas la razón, que es el progreso, que es Dios. Porque dime, ¿sería Dios tan grande si sus obras fuesen pequeñas? Y siendo tan grandes como son, ¿lo serían para nosotros si Dios nonos hubiese dado una facultad que viera su grandeza? Y ¿serviría para algo esa grandeza si Dios al darnos la razón no nos hubiese dado los medios de apropiarnos y hacer servir esas grandezas á nuestras necesidades y deseos? Por consecuencia, al rendir tributo de homenaje á la razón se lo rendimos á Dios que nos dió tan poderosa palanca. Y al aprovecharnos de las cosas que creó hacemos gracia de sus mercedes y bondades. De todo lo cual concluyo que si Dios, razón, progreso no son en susbstancia una misma cosa, en efecto se manifiestan de suerte que no es posible negar á uno sin negar á los tres.
IGNACIO
Concedo que la razón haga de palanca para remover el mundo material y hacerlo mejor servir á la satisfacción de nuestras necesidades; pero no paso porque se la reconozca poder para gobernar el mundo del espíritu. Me horrozio sólo á la idea de los estragos que produce esa facultad entregada á la dirección moral del hombre y al gobierno de los pueblos: la duda en los espíritus, el envilecimiento en los corazones, la perturbación en las conciencias, por doquier el caos, la inseguridad y el desorden. Semejante plaga mata la vida de España, y es forzoso impedir que el mal penetre en Euskeria. Por esto mi separatismo; de aquí mi deseo de establecer un cordón que cierre las puertas de mi patria á todo contagio.
VÍCTOR
Porfía inútil. ¿Crees tú que las ideas son algo que puede arrinconarse y someterse á cuarentena? Recuerda lo que nos dice la histoira con respecto á este asunto. Además, si admites los triunfos de la razón en el mundo material; si aceptas los adelantos que esa razón consigue en la industria, en el arte, en la ciencia; si dejas penetrar en tu patria las locomotoras, los teléfonos y telégrafos, las máquinas de toda especie y clase que se inventen, no puedes impedir el espíritu de reforma que en el orden moral y político traigan consigo esos adelantos y progresos. En cada pieza de máquina descubrirá el vulgo un triunfo de la razón sobre la materia, y, sin darse cuetna de ello, de deducción en deducción vendrá á concluir, más ó menos tarde, que quien maneja de aquel modo lo inanimado dándole vida, bien puede ordenar y dirigir el mundo moral y político.
IGNACIO
Desgraciados de nosotros el día en que el vulgo haga esas reflexiones.
VÍCTOR
Lejos de ser desgraciados seríamos felices si pudiéramos alcanzar tan remota fecha.
IGNACIO
No digas desatinos, Víctor. Apenas ha empezado la razón á mezclarse en los asuntos de moral y de política, y ya ves lo que á España sucede. ¿Qué no había de esperar siendo ella soberana absoluta?
VÍCTOR
El equilibrio que ahora falta.
IGNACIO
¿El equilibrio que ahora falta?
VÍCTOR
Sí, el equilibrio que ahora falta. ¿Por qué tu asombro? Nos encontramos, amigo mío, en uno de esos períodos de transformacion de que nos habla la historia. Pugna lo nuevo por destruir lo viejo, y lo viejo lucha por conservar sus dominios. Tejer y destejer, éste es el trabajo de la sociedad actual. Hoy es una idea moderna la que logra penetrar en las instituciones. Mañana esa misma idea tiene que huir hostigada por la idea vieja para volver á empezar de nuevo. En este flujo y reflujo, ¿cómo no ha de padecer la sociedad? Padece y mucho; pero deja que lo nuevo consiga la victoria y verás la calma más augusta reinar en todas partes.
IGNACIO
Sueñas, Víctor, sueñas con todos los que como tú piensan. Decir que lo neuvo vencerá á lo viejo es negar la fuerza que está de nuestro lado. Sabes muy bien que si la persuación nos traiciona por lo débil, nos quedan aún aquellos recursos que tan bien supieron emplear Torquemada y sus sucesores. Deja, te digo yo á mi vez, deja que reconquistemos un poco más de terreno perdido, y verás cómo se cierra este período de angustia y de amargura.
VÍCTOR
Me da mucha pena, Ignacio, oirte expresar de ese modo. ¿Cuándo, cuándo comprenderéis que es insensato atajar las ideas que han de establecer entre los hombres la libertad y la justicia? La resistencia que lo antiguo opuso á las doctrinas de Jesucrito no sirvieron si no para que los evangelistas se extendieron por todo el mundo. Las persecuciones de Galileo, Copérnico, Servet y otros hijos de la ciencia no hicieron más que abrir al espíritu horizontes hasta entonces desconocidos. Aislar, aprisionar, quemar ¡Cuánta locura! ¿De qué le sirvió á la Inquisición matar á millares de víctimas, si sus partidarios habían de ver hoy pujantes las ideas que ella persiguió con tanto encono? Los que en todo tiempo han luchado contra las ideas nuevas no han comprendido, ó no han querido comprender, que los cuerpos que animaban aquel espíritu de reforma y adelanto podían morir en la cruz, en la hoguera, en el cadalso, en el tormento, podían sufrir persecuciones y vejámenes; pero que la idea no puede morir, porque la idea es espíritu, y como espíritu, abandona la carne que padece y muere, para introducirse en otro cuerpo, desparramando aquí la duda, apoderándose allí de las conciencias, siempre viviente, hasta que la mayoría de los hombres ve que la idea es buena y la acepta y propaga. Abrir, amigo Ignacio, abrir las puertas de Euskeria, que no cerrarlas á toda novedad, es lo que conviene. Lo mismo desaparecerá, tenlo por seguro, por lo malo de verdad, no lo que vosotros os habéis empeñado en que sea lo peor. Mas he aquí á Ramón que ya vuelve.
DIÁLOGO TERCERO
PLANTEAMIENTO DEL SISTEMA
RM
Estoy escuchándoos hace un rato. Por lo que he podido oír, no os entendéis ni os entederéis jamás. Tú, Ignacio, miras al pasado; Víctor mira al porvenir. Tú consideras al hombre en la plenitud de su fuerza; Víctor cree que sobre el hombre de hoy está el hombre de mañana por los siglos de los siglos. En una palabra,Víctor va hacia delante; tú vas hacia atrás. ¿Cabe con tan grande diferencia que os entendiérais, por mucho que hablaséis sobre estas cosas? Mucho lo dudo. Siempre seréis el uno para el otro la sombra de vuestra respectiva luz. Sería, pues, mejor que os colocaráis en un justo medio. Haced como yo. Dejad esos escarceos filosóficos y atenéos sólo á la política. Al fin y al cabo, ésta, y nada más que ésta, es la que por ahora conviene á nuestra patria.
IG
No te conozco, primo mío. ¿Cómo has podido cambiar en tan poco tiempo? ¿No eras tú el que ponía por encima de la política la idea religiosa? ¡Oh deletérea influencia del infierno! ¿Por qué vendrías ayer á esta casa? Sólo á lo que oiste de Víctor culpo tan radical cambio.
RM
Y no te falta razón. A lo que oí de Víctor debo el nuevo curso que siento toman mis ideas. Salí de aquí hondamente impresionado. Por esto aquel mi calor que tanto motejaste cuando te referí la conversación que había tenido con nuestro amigo. Me pediste que no te hablara más del asunto y me callé; pero no por esto he dejado de meditar á solas.
IG
¡Buenas serán, á fe mía, esas meditaciones!
VC
Déjale, Ignacio, que se explique.
IG
No seré yo quien se lo estorbe, si ese es tu gusto. Después de todo, espero que esa conversión no será más que momentánea.
RM
Pues bien. Meditando sobre la raza, que para mí es el caballo de batalla de estas cuestiones, he venido á parar á la lengua y he visto que apenas hablan el idioma de nuestros ascendientes la tercera parte de los euskeros. Esto me ha dado verdadera fiebre. No basta, no, me he dicho entonces, no basta que la manera de pensar, sentir y obrar encarnados en la raza estén amenazados de muerte, si se introducen en ella elementos que la priven poco á poco de partes sanas y la abandonen á la tradición y á la costumbre, sino que también la lengua se halla en igual peligro. ¿Cómo, he continuado, vivirá Euskeria sin raza, sin lengua, sin costumbres, sin más recuerdo y señales de su grandeza que aquellos que hoy pueden ostentar los pueblos que en las pasadas centurias tanto cuidaron de sus virtudes? ¿Bastará la tradición para compensar esas pérdidas y mantener intachable el deber del pueblo que á tales extremos llega? No puede bastar, porque si bastara, aquellas razaas que digo, la griega ó la romana, por ejemplo, serían hoy lo que ayer fueron.
VC
Muy bien razonado.
RM
Se impone por consiguiente, me he dicho, buscar la manera de evitar esos males. Víctor dice que la federación robustecerá y asegurará la suerte de mi patria. Veamos. ¿Cuáles son las causas por las que un raza y una lengua se confunden con otra? Las guerras dan un contingente no despreciable de sangre y modismos extraños. No menos lo dan la plaga de funcionarios y busca-vidas de todas suertes que el régimen monárquico nos envía. El régimen federal no admite la guerra si no en casos extremos de invasión de territorio ó desconocimiento del honor nacional, no de una familia ó de una persona sola. Es principio no menos esencial de los federales que las provincias y los municipios se gobiernen y administren por sí mismos. Luego, si yo busco que mi ley me rija y gobierne y la federación consiente y me garantiza y me defiende mi derecho, si la federación no me niega el calor que necesito para mi vida interior y propia, ¿á qué mi intransigencia? Claro que no podré cerrar mis puertas á los españoles. Las relaciones políticas, morales y sociales que en todos los órdenes me obligue á mantener con ellos el pacto federal estalecido, introducirán en mi raza y en mi lengua elementos extraños. Pero, ¿no serían mayores y más exigentes esas irrupciones sin la federación y conservando el régimen monárquico ó unitario y mi intransigencia? Sin duda, puesto que la centralización política y administrativa roba la fuerza de los pueblos, y mi intransigencia sin actos y sin victoria final es la muerte por anemia ó desangramiento. En suma, amigo mío, hoy miro tu sistema político con mejores ojos que hasta ahora. Pero no me llames todavía federal. Tengo grandes recelos de si me habré dejado deslumbrar por tu sistema en mi temor de no poder conseguir la constitución de Euskeria en nación aparte.
VC
No puedes calcular la satisfacción que encuentro al verte ya en las lindes de mi sistema. Haces bien en mirar con buenos ojos la federación. La federación es la tradición y la historia de Euskeria. ¿Qué otra cosa qué federación era aquella manera que tenía Euskeria de regirse en tiempo del fuero? Cada una de las provincias euskeras –y no hablo de Navarra, porque Navarra tenía una vida política diferente- era libre é independiente de las otras en su organización interior. Cuando las circunstancias lo requerían se reunían las diputaciones y celebraban juntas sus conferencias. Las actas de estas conferencias se extendían por triplicado, una para cada provincia, autorizadas con el sello que contenía tres manos enlazadas y el lema Yrurak-bat (las tres una). Aunque no hubiese otros datos, ¿no bastaría el apuntado para confirmar lo que digo? De modo, que si las tres provincias del Yrurak bat formaban un federación, ¿qué escrúpulo puedes tener en declararte resueltamente federal? ¿Serás tú también de los que se asustan de las palabras?
RM
No es que me asusten las palabras, no, Si no me cupiera ninguna duda de que la federación es la salud de Euskeria, llamaríame federal á voz en grito, sin temer las protestas de los que les hiciera daño la palabra. Lo que me asusta, lo que meretrae de abrazar por entero tu ssitema, aparte de otras razones, es la desconfianza de si estará España preparada para recibir la federación. De mi no hay cuidado, pues tanto tiempo de descentralización y autonomía me han dado la práctica de las cosas de gobierno. España sufre desde hace siglos la presión del poder central; el caciquismo la invade y ahoga; la costumbre de esperarlo todo de los poderes centrales la han hecho indolente y pasiva; tiene ella la culpa de los males que padece y se la echa al Gobierno; hasta quiere hacer á éste responsable de la tardanza con que las nubes fertilizan con sus aguas los campos. No sería de extrañar, por consecuencia, que, el régimen federativo, ejerciendo el trabajo de un reconstituyente demasiado enérgico, produjera la asfixia y la muerte de un cuerpo que requería administrársele la salud en dosis más pequeñas y periódicas. ¿Cabe preguntar ahora qué sería entonces de mí? Habríame unido á un cadáver, y obligado al deber de esa unión viviría respirando las pestilencias que del Ebro allá me mandase mis confederados.
VC
En verdad que no es grande cosa lo que te priva de llamarte federal. No es extraño, después de todo, que así pienses. Has sido maltratado en tu fuero y han herido tu orgullo de raza, dos equivocaciones que jamás remediarái la monarquía por muchos siglos que rigiera en España. Sin embargo, está muy lejos de ocurrir lo que temes. Si tú estás preparado para recibir los beneficios del régimen federal, preparados están los españoles; porque la libertad y la democracia son cosas tan sugestivas y asimilables, que, aun rehusándolas, penetran en los pueblos moviéndolos al progreso. Pero, aunque así no fuera, sino estuviesen preparadas las provincia de España para regirse por sí solas, los mismos yerros que cometieran en su gobierno, ¿no las enseñaría en la práctica lo que en teoría y saben? “Dejad á los ciudadanos –dice Odilon Barrot- que á sus riesgos y peligros se ocupen en sus negocios, y veréis cómo después de algunos extravíos, de algunos errores, fruto inevitable de la inexperiencia, llegan á regirse mejor que por medio de funcionarios centrales”. Además, si la centralización ha conseguido unificar la política y quitar á las regiones la costumbre de administrarse, no ha matado aquel espíritu de libertad é independencia que nos dice la historia que existía en los tiempos de los fueros españoles. Aquel espíritu bulle y se agita en el fondo de los pueblos y no pide más que la ocasión de salir á la superficie con leyes propias.
RM
Admito esos vientos de libertad é independencia que dices agitan á los pueblos, impulsándolos á sacudir la tutela de los poderes centrales. Tras de tanta opresión y en medio de tantas ideas, no es difícil que éstas, en su impalpabilidad, hayan penetrado en los espíritus y apoderádose de las voluntades. Mas por lo mismo que el desequilibrio entre las ideas y los hechos es inmenso, el paso brusco de la sombra á la luz expone á grandes perturbaciones y aberraciones de la vista, y á considerar como justo y legítimo aquello que es más arbitrario y despótico. Tu República es la perfección, la armonía y equilibrio de los organismos sociales, mira si la hago justicia; pero el equilibrio y la armonía se consiguen, ó por grandes trastornos de lo que estorba para dar lugar inmediatamente á lo que hace falta, ó por evoluciones progresivas que hagan sentir con el tiempo los beneficios de aquellas mejoras. El primer procedimiento es el de tu República radical y reformadora; el segundo, es el de una República que respetara mucho de lo que hoy lamentamos. De las dos clases de República opto por la primera, que es la tuya, pero, ¿cómo aceptar el modo de llegar á ella? Tiemblo á la ola idea de los deórdenes que pueda traer consigo su establecimiento.
VC
¡Y que digas tú eso, Ramón! ¿Dónde está la consecuencia? Por muchos desórdenes que trajera el advenimiento en España de una República federal, no podrían ser jamás igualados á los beneficios que la acompañaran. No sería como hoy la libertad un sarcasmo, ni la moralidad una ficción: brillaría y prestaría calor la primera, como á sol tan benéfico de los pueblos le corresponde; sería realidad palpable la segunda, pues ejercidos los cargos por personas inteligentes y honradas, tocarían los ciudadanos muy de cerca las mejoras introducidas en la administración pública. Bien se puede, amigo Ramón, bien se puede sufrir la reducción de una catarata á cambio de recuperar la vista ¿Son, por consecuencia, fundados tus temores? Tú estas acostumbrado á largas guerras civiles y á ver mucha sangre para que ahora tiembles ante el temor de que pueda haber algún atropello en los días en que se pase del régimen monárquico al régimen federal. A ti debe de importarte muy poco que se resientan los cimientos en que el caciquismo se apoya para sus empresas de explotación y dominio.
IG
Basta, Víctor, basta. De continuar por ese lado tendría yo que entrar á la parte y romper por lo mismo el silencio que te he prometido, cosa que no es posible, de no aplazar nuestro ya dispuesto viaje. Es, peus, mejor que desde ahora pongamos fin á la polémica.
VC
Sea; pero desde este momento os cito para Euskeria, donde os haré ver practicamente la bondad del régimen federativo. Entonces comprenderás, amigo Ignacio, que se puede ser republicano federal sin dejar de ser católico.
En cuanto á ti, Ramón, he visto que estás á punto de abrazar mis doctrinas. Abrázalas sin miedo, para que á su contacto, respirando su vida y con su vida viviendo, contribuyas a construir el edificio que ha de contenerlas y santificarlas.
No te arredre lo que de ti puedan decir tus conciudadanos al defenderlas. Si el fuero, dirás á lso que te escuchen, es de esencia democrática, de esencia democrática es la federación. Una misma madre los ha dado á luz: la autonomía; y fuero y federación se dan el abrazo de hermanos. Aquellos que injurían á la federación injurían á la autonomía y al fuero. Cesen de una vez los antagonismos de raza y las preocupaciones de la historia. Una misma sangre del hombre que quiere elevarse sobre el cenagal de las concupiscencias y ambiciones bastardas de los políticos que hoy le gobiernan; y una sola historia transmitirá sus hechos é ideas á través de lo porvenir: la historia que narre las batallas en las lides del pensamiento y de la inteligencia y los combates en la industria, en el comercio, en la agricultura.
Todo esto y mucho más que callo, dirás, amigo mío, á los buenos euskeros, con la seguridad de que no todas tus palabras se las llevará el viento. Sírvate lo siguiente de norma en tu conducta: la federación tiene enemigos en todas partes, porque en todas partes hay quien vive de lo turbio, y uno más que la defienda es muchos que no la rechazan. En suma, vive por la federación para vivir por Euskeria.
ÍNDICE
Páginas
DEDICATORIA ...................................................3
CARTA DE D. FRANCISCO PI Y MARGALL ................5
INTRODUCCIÓN .................................................7
PARTE PRIMERA
EL CARLISMO Y LA FEDERACION
DIÁLOGO PRIMERO.- Utopía y realidad .................11
DIÁLOGO SEGUNDO.- La Iglesia y el Estado ..........23
DIÁLOGO TERCERO.- Mecanimso de la federación ..31
PARTE SEGUNDA
EL SEPARATISMO Y LA FEDERACION
DIÁLOGO PRIMERO.- Lo próximo y lo remoto ..........43
DIÁLOGO SEGUNDO.- Reacción y progreso ............53
DIÁLOGO TERCERO.- Planteamiento del sistema .....61
Estos DIÁLOGOS han sido publicado en La Voz de Guipúzcoa y en El Nuevo Régimen, y se reparten gratis por el Partido Republicano Federal de San Sebastián.