2024ko azaroak 23, larunbata
Atzo Atzokoa

Autores:   F.P.
Titulos:   Zumalacárregui y los facciosos o Retrato imparcial de las facciones
Edicion:   2ª ed
Materias:  Zumalacárregui, Tomás de / Espa¦a - Historia - Guerra carlista, 1833 - 1840
 
Localizacion: Sign.Topografica         Situacion        Devolucion
Sign.Topografica: C-282 F-11
Situacion: No prestable

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ZUMALACARREGUI

Y LOS

FACCIOSOS

Ó

RETRATO IMPARCIAL

DE LAS FACCIONES

Por F. P.

2.ª EDICION.

BARCELONA

En la liberia de Manuel Sauri

calle Ancha
 
 

Se vende este cuaderno en las liberias siguientes.

Madrid – Razola.

Cadiz – Hortal y Compañía.

Granda – Sanz.

Málaga – Carreras.

Valencia – Orga y Compañía.

Castellon – Rodriguez.

Alcoy – Cabrera y Compañía.

Valls – Matas.

Gerona – Grases.

En las mismas se hallará la obra Los Rebeldes en tiempos de Carlos V, por el Vizconde de Arlincourt 3 tomos laminas á 40 reales rústica.
 
 

BARCELONA

Imprenta de Jose Rubió.
 
 
 
 

CAPITULO PRIMERO

Carácter de las facciones

Conténtanse muchisimos con admirar el cuadro que de algun tiempo á esta parte ofrece la España en sus rebeliones y reyertas intestinas; pero embebidos en los acaecimientos del dia, llenos de sanguinario espíritu unos, y otros de glacial indiferencia; agitados esos por la ambicion y esotros por la sed de venganza; victima el labrador de las incursiones, y el capitalista de las rapiñas, todos tienen á la vista deplorabgles efectos y nadie gusta remontarse al origen de sus causas.

A la verdad que hemos sido testigos de singulares acontecimentos y que es fecunda nuestra época en estraordinarios sucesos. La guerra sostenida contra Bonaparte, las córtes de Cadiz, la lucha de un pueblo sin armas contra belicosos ejercitos, son hechos que permanecerán indelebles en el espiritu de todo buen español. A nosotros que hemos nacido por decirlo asi en el campo de batalla nos conmueve el solo nombre de guerra de la independencia y sentimos apoderarse de nuestros pechos un noble entusiasmo contra los enemigos de la Patria: como si la leche que chupamos llevase ya en sí los dolores de nuestros padres junto con sus heroicos sentimientos.

En esa guerra de esterminio, en esa larga y horrible carniceria de seis años, es donde debemos buscar el origen de todas las facciones posteriores. Parecerá esto paradoja á los ojos de quien mire unicamente la superficie de los hechos: tambien cuando miramos las aguas de un estanque creemos ver en ellas torcido un palo que en realidad es recto.

El que quiera echar una ojeada sobre aquellos tiempos calamitosos verá un pueblo abandonado á si mismo, una nacion errante en las montañas, innumerables caudillos y ningun gefe, multitud de ejercitos de cazadores y poquisimos soldados. La historia ofrecerá masas desordenadas, hechos de heroicidad y de barbárie, asesinatos y hazañas, almas grandes y bandidos, pechos nobles y corazones viles: un caos de horrores y heroismo. No eran los ejercitos los que hacian la guerra al tirano, eran los pueblos.

En los paises montañosos principalmente, acostumbráranse estos á vivir solos, á elegirse sus caudillos y á cifrar en su valor personal la suerte de la Patria. Viéranse ciudades enteras seguir en desorden una bandera levantada al acaso; descartáranse ellas mismas de sus gefes y proclamaron otros á su antojo y alvedrío.

Al lado de los verdaderos héroes de la Patria corria un desenfrenado populacho en pos de las rapiñas, y ejercían los contrabandistas su fraudulento comercio. Paralizados los mercados, por tierra la industria, sin cultivo las tierras y arruinada hasta la misma ganaderia ¿que podian hacer la familia de los labradores y hasta los propietarios mismos? que educacion podian recibir los que á los 16 años cogian un arcabuz y se dedicaban á la caza de hombres? La ociosidad, la miseria, la inhumanidad y el pillage hicieron criar entre una sementera de hombres ilustres otra de malvados y asesinos.

Romagosa, Merino, Caragol y muchisimos otros son un ejemplo de esta verdad, y prueban hasta la evidencia cuanto incluye en el carácter de los hombres una vida errante y vagamunda. Sus atrocidades y genio revoltoso los criaron rebeldes por necesidad y facciosos por esencia. Lo que se dice de esos cabecillas se debe estender á los que con iguales sentimientos y menor prestigio se han contentado con ser sus secuaces.

Dícese comunmente que la presente generacion está cansada de guerras....... falso si se toma generalmente. Los hombres de bien son los que están cansados de guerras, los que aborrecen la carniceria y el pillage, los que sacrificarian sus bienes a favor de la paz y comun concordia. Los malvados, los discolos, los asesinos no se cansan nunca; un crimen conduce á otro nuevo. El que una vez ha traspasado la barrera que debe contener todo buen ciudadano, anelará por la guerra, moverá discordias intestinas y será toda su vida un faccioso.

Esos son los hombres que vemos hoy dia proclamar á Carlos Quinto; esos son los que gritan inquisicion ó muerte; los que con un Cristo en la mano y el puñal en otra infaman la religion que pretenden defender; son los sanguinarios fautores de los mas horrendos crimenes, los asesinos de Heredia.

Otra clase de facciosos existen tambien y es la que puede llamarse de los seducidos. Sin aquella no existiria esta del mismo modo que fuera imposible ver efectos sin causas. Ello es fuerza no confundir estas dos especies: la primera debe inspirar horror, y la segunda compasion. ¡Desgraciado el hijo de un padre malévolo que pasó sus dias en la iniquidad! El ejemplo de un ascendiente, la perversidad de un hermano, las instigaciones y promesas de un infame, pueden haber arrastrado á inespertos jóvenes lanzándoles á un abismo que se les pintára un cielo. ¿Cuántos pechos no habrá de nuevo endurecido la vista de unos crímenes cometidos á sangre fria en nombre de lo mas sagrado que puede haber para un buen ciudadano? Seguramente que muchisimos de los que siguen las hordas facciosas hubiera encontrado la Patria otros tantos campeones decididos á su favor, si una educacion decididos á su favor, si una educacion corrompida no hubiese envenenado sus corazones, si no les hubiese faltado un guia en los tortuosos senderos de la vida, y no se hubiese visto por decirlo asi atados á los rebeldes por los vínculos del parentesco, de la amistad ó de la ignorancia.

Criminales son por cierto tambien esos seducidos pero no tanto como los primeros. A estos es nuestro deber abominarlos: á aquellos instruirlos. A los unos debemos convidarlos con la paz, el orden, la dicha en el seno de sus familias: á los otros debemos presentarles el cadalso y una tumba. Unos tienen la llaga en el corazon, otros en los sentidos. Una catarata les impide á estos que vean, pero aquellos son ya ciegos.

Estos respiran mortandad y sangre y se les debe mortandad y sangre: aquellos van descarriados en el sendero del honor y se les debe una luz, una guía.

La enfermedad de estos es curable, la de aquellos de muerte.

La guerra civil podria llamarse guerra infernal, pero todos convienen en que de su seno salen los pueblos guerreros y que se desarrollan en ella las facultades como las pasiones, los talentos como las venganzas. El héroe obra en ella hazañas, el bandido asesinatos.

La guerra civil es una guerra de emboscadas y acechanzas, una guerra de cazadores. Si habitásemos una inmensa llanura, la guerra civil durariaun dia: una batalla lo decidiria todo.

La rebelion busca paises montañosos, porque busca guaridas. Cobíjanla los bosques, anida en las selvas y rehácese de sus derrotas en la soledad de las sierras y en medio de los torrentes.

Como requiere suma actividad y osadia, no es estraño que algunos á favor de cierta táctica guerrillera y de conocimientos prácticos del pais hayan alcanzado algun prestigio entre los rebeldes. Nos concretaremos á hablar de Zumalacarregui.

Antes empero nos es fuerza tocar otra tercer especie de facciosos á quienes podriamos llamar invisibles. Son hombres que tiran la piedra y esconden el brazo; son escelentes titereros, que sin ser vistos movilizan á favor de oculto resorte las figuras de un retablo. No pretendemos inculpar á nadie y solo hablamos por raciocinio. Del Nilo ó del Ganges, de Constantinopla, ó de Pekin, ello es cierto que tienen oro los rebeldes y este no puede llover de las nubes. Ha de haber desconocidas manos que se lo presten, capitales de que salga y ricos que los posean.

Esta tercera clase de facciosos es la mas infame puesto que es la mas traidora. Puede que sus individuos vivan entre nosotros, duerman á nuestro lado y nos chupen nuestros tesoros para darlos á los rebeldes; puede que estén muy lejos. En todo caso ello nos parece ciertisimo que hay facciosos invisibles que no quieren ó no tienen pecho para salir á la lid.
 
 

CAPITULO II.

Idea de Zumalacarregui.

&. 1º

Zumalacarregui tiene una alma baja puesto que pelea por el despotismo, pero él no es un hombre vulgar. La mejor prueba que de ello puede darse es que ha sabido regimentar en cierto modo unas hordas de asesinos, y ganar sobre ellos cierto predominio.

Navarro por nacimiento y por orgullo, absolutista por condicion y ambicioso por naturaleza, en las facciones del año 22 se recorrió palmo á palmo su pais nativo y visitó las madrigueras donde pudiese esconderse en los lances apretados.

Dotado de alma sombria y taciturno carácter, hubiera sido un soldado. Criminal por ambicion, cifra su salud en la audacia de sus movimientos y la rapidéz de sus marchas. Ninguna victoria ha ganado, pero ha sabido rehacerse de todas sus derrotas.

Los que miran los hechos bajo un punto de vista inquisitorial, pintan á Zumalacarregui corifeo de la rebelion, hácenle ganar decisivas batallas, y llega su quijotismo hasta llamarle Bonaparte en miniatura. Erigiríanle estátuas como á precursor del Mesias que esperan aun. Cuando uno oye esas baladronadsa no puede menos en su admiracion de volver la vista; pero cuando mira á los que las pronuncian, ensanchánsele á uno los carrillos y ha de dar paso á larga y estrepitosa risotada.

Creeriase al escucharles que uno vé á Zumalacarregui montado en un corcel aéreo, ni mas ni menos que Santiago de Galicia; ceñida su testa de un cerco de oro, á la manera de la aureola de los santos vomitar fuegos contra los emigrados á imitacion del dragon infernal; trasportarse en un daca esas pajas de Londres á Siberia; volar por los aires como las brujas de antaño; coronar en la plaza mayor de Madrid á D. Carlos y forjar los dos una cadena que cogiese desde la isla de Leon hasta S. Sebastian, desde la Coruña hasta las márgenes del Ther.

Esa casta de gente miran siempre con ojo microscópico lo que puede serles favorable, y por lo mismo no es de estrañar que se abulten á su vista los objetos y que les parezca un raton untoro.

No que pretendamos por esto que se desprecíe á Zumalacarregui: sabido es que el desrpecio del Czar Pedro costóle á Carlos 12 en Putalwa su reputacion; el mismo Pedro el grande por poco no perdió la suya por haber despreciado el ejercito turco: Napoleon sufrió el primer rvés bajo los yelos de Moscou que tambien habia despreciado.

Pretendemos si que no se nos vendan asesinatos por victorias ni se nos pinte en un cabecilla un Eugenio.

Digasenos sino los progresos que ha hecho Zumalacarregui en un año de rebelion; nómbrense las plazas que ha ganado; nieguese que su vida es la de un errante, la de un bandido, que sus incendios y devastaciones horrorizan á la humanidad.

Ello nos es fuerza confesar sin embargo que posee toda el alma de tigre del Presbitero Mosen Anton y toda la audacia y táctica del Baron de Eroles.

Se dirá que si no ha adelantado Zumalacarregui tampoco han adelantado nada los ejercitos de la Reyna; no hay tal, y sueñan ó deliran los que estas voces propalan.

¿Luego nada se adelanta ocupando militarmente un pais, poseyendo todas sus plazas fuertes, fortificando otras que fueran guaridas de los rebeldes, y animando á los hombres de bien que yacian abatidos?

Antes de hacer vagas inculpaciones mídanse bien los hechos, pésense las circunstancias y decidase despues á que lado se inclina la balanza: si ganan en ella las hordas de Zumalacarregui ó los ejercitos de la Reyna.

Zumalacarregui, barbaro, atroz y sanguinario: los de Isabel valientes y humanos.

Estos deben defender el pais; aquellos devastarlo: véase cual de esas dos cosas es mas facil.

Los de Isabel diseminados puesto que han de defender todos los puntos y guarnecer todas las plazas: los de Zumalacarregui sin ningun punto á que acudir, unidos por lo mismo á causa de su comun sed de rapiña.

Estos exigiendo contribuciones á troche y moche, robando y desolando, aquellos sin querer vejar á los pueblos como á padres que deben ser de los mismos.

Zumalacarregui con satelites del mismo pais, corriendo un terreno que tienen ya medido, no faltandoles parientes, amigos y favorecedroes en los pueblos; los de Isabel peleando casi todos en estraño territorio, sin deudos ni conocidos, solos con su espada y su denuedo.

Aquellos viendo á su lado á los que proclaman; inflamados por espiritus seductore, atizada su ambicion por la lisongera esperanza de riquezas y honores: estos mirando solo en su corazon á su reyna é instigados unicamente por el honor.

Zumalacarregui, en fin, entronizando abusos inveterados, hablando de anejas costumbres que conservan siempre á los ojos del vulgo un secreto prestigio: los de la Reyna tratando de reformas que aunque saludables siempre son sacrílegas innovaciones para el necio.

Tales son los diversos medios y opuestas miras de los dos bandos. Dedúzcase ahora si han adelantado ó no los de Isabel II; si con relacion á lo que le favorece ha obrado grandes cosas Zumalacarregui; si habida razon de los obstáculos que tienen que superar se han cubierto ó no de gloria las tropas de la Reyna.

Acaso en algunos encuentros parciales habrá salido airoso Zumalacarregui: no lo dudamos si se toma por salir airoso oponer cien hombres á uno y asesinar despues á los vencidos. ¿Cómo, sin embargo, pelea casi siempre ese cabecilla con superiores fuerzas?..... Aquí está el busilis de la secreta táctica de Zumalacarregui y convendria por cierto que se penetrasen bien de esta verdad y obrasen en consecuencia los que conducen al campo á los guerreros de Isabel.
 
 

SU TACTICA.

& 2º

Toda ella consiste en arrojarse con todas sus horadas sobre pequeños destacamentos enemigos, diezmarlos asi en cierto modo, proclamar victorias y difundir de esta suerte el terror. Esta es tambien la táctica de los ladrones que reunidos en cuadrillas roban de uno á uno á infinitos viajeros quienes los estermiarian á encontrarse juntos. Esta táctica no es nueva: otros la han ensayado con éxito, pero al fin han sucumbido.

Hojéense todos los partes oficiales, siganse las escaramuzas, los encuentros; registrese el mapa geográfico, y nieguese despues lo que decimos. Vease si nunca ha hecho frente á tres mil hombres reunidos, si no ha procurado siempre huir del grueso del ejercito y perseguir los comboyes, los rezagados, las compañisas sueltas; si cuando se ha arrojado sobre algun batallon no lo ha hecho en circunstancias en que por la distancia de los demas cuerpos no podia aquel ser socorrido; sino ha abrumado siempre con el peso de toda la faccion á unos cuantos valientes.

Nosotros no hemos estudiado el arte de hacer la guerra á los hombres pero sí jugamos medianamente el ajedrez y sabemos que la pieza que se queda sola y sin defensa puede contarse perdida si ya no es que duerma el contrario: y por cierto que Zumalacarregui no duerme. Los malévolos, los perturbadores nunca duermen.

No haya miedo que se presente nunca Zumalacarregui en campo raso con fuerzas iguales contra los de Isabel: incontestable prueba de que el alma de los rebeldes es la cobardia, las asechanzas sus medios, su campo de batalla los bosques y sus trincheras los despeñaderos y montañas.

Y no se crea por esto que sea imposible subyugarlos: tambien se creia lo mismo cuando la insurreccion de los moriscos de Granada,..... y sucumbieron; lo propio se decia de la rebelion de la Vendée..... y cayó sin embargo sobre ella el esterminio.
 
 

CAPITULO III.

Medios de esterminio para los rebeldes.

Cuando se habla de esterminio se habla de sangre, pero cuando se trata de subyugar, de domar, de hacer entrar en sus deberes á los díscolos, ello es á veces necesaria la sangre, pero el objeto es la salud, es sanar, es volver á la vida un moribundo, es restituir el juicio á un frenético.

Cuando se trata de los medios de sofocar la rebelion, unos gritan Rigor, otros Clemencia, unos Humanidad otros Cadalso:..... todos deliran, todos se confunden.

Cuando tengais el faccioso bajo vuestros pies, usad entonces de Rigor ó de Clemencia,.... sed entonces héroes ó tigres. Antes empero buscadle, arrojadle de esos bosques donde tienen sus guaridas..... humilladle primero.

Algunos respiran mortandad y estragos, y temblarian al estruendo de un cañon; todo se les va en suplicios, tormentos y atrocidades: en una palabra, quisieran para esterminar á los facciosos, vencerlos en su espiritu de vandalismo.

Esto no es de ningun modo compatible con la causa de la ilustracion, la sangre, los calabozos, los potros y las victimas, aviénense con las ideas inquisitoriales y son mas bien armas del despotismo.

La causa de la libertad y del orden es mas noble, no se alimenta con destierros, desolaciones y llanto de los infelices: es una aurora que sale despues de la noche de la tiranía.
 
 

FIN.


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